Lunes 4 de noviembre 2024

TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XXXI
Del común de pastores: para un santo obispo. Salterio III
4 de noviembre
SAN CARLOS BORROMEO, obispo. (MEMORIA)
Nació en Arona (Lombardía) el año 1538; después de haberse graduado en
ambos derechos, fue agregado al colegio cardenalicio por su tío Pío IV y
nombrado obispo de Milán. Fue un verdadero pastor de su grey; visitó
varias veces toda su diócesis, convocó sínodos, decretó muchas
disposiciones orientadas a la salvación de las almas y fomentó en gran
manera las costumbres cristianas. Murió el día 3 de noviembre del año


  1. OFICIO DE LECTURA
    Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
    V. Señor abre mis labios
    R. Y mi boca proclamará tu alabanza
    Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
    Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
    Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
    V. Dios mío, ven en mi auxilio
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
    Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén. Aleluya.
    Himno: PUERTA DE DIOS EN EL REDIL HUMANO
    Puerta de Dios en el redil humano
    fue Cristo, el buen Pastor que al mundo vino,
    glorioso va delante del rebaño,
    guiando su marchar por buen camino.
    Madero de la cruz es su cayado,
    su voz es la verdad que a todos llama,
    su amor es el del Padre, que le ha dado
    Espíritu de Dios, que a todos ama.
    Pastores del Señor son sus ungidos,
    nuevos cristos de Dios, son enviados
    a los pueblos del mundo redimidos;
    del único Pastor siervos amados.
    La cruz de su Señor es su cayado,
    la voz de la verdad es su llamada,
    los pastos de su amor, fecundo prado,
    son vida del Señor que nos es dada. Amén.
    SALMODIA
    Ant 1. Se levanta Dios y huyen de su presencia los que lo odian.
    Salmo 67 I – ENTRADA TRIUNFAL DEL SEÑOR
    Se levanta Dios y se dispersan sus enemigos,
    huyen de su presencia los que lo odian;
    como el humo se disipa, se disipan ellos;
    como se derrite la cera ante el fuego,
    así perecen los impíos ante Dios.
    En cambio, los justos se alegran,
    gozan en la presencia de Dios,
    rebosando de alegría.
    Cantad a Dios, tocad en su honor,
    alfombrad el camino del que avanza por el desierto;
    su nombre es el Señor:
    alegraos en su presencia.
    Padre de huérfanos, protector de viudas,
    Dios vive en su santa morada.
    Dios prepara casa a los desvalidos,
    libera a los cautivos y los enriquece;
    sólo los rebeldes
    se quedan en la tierra abrasada.
    ¡Oh Dios!, cuando salías al frente de tu pueblo
    y avanzabas por el desierto,
    la tierra tembló, el cielo destiló
    ante Dios, el Dios del Sinaí;
    ante Dios, el Dios de Israel.
    Derramaste en tu heredad, ¡oh Dios!, una lluvia copiosa,
    aliviaste la tierra extenuada;
    y tu rebaño habitó en la tierra
    que tu bondad, ¡oh Dios!, preparó para los pobres.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Se levanta Dios y huyen de su presencia los que lo odian.
    Ant 2. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de
    la muerte.
    Salmo 67 II
    El Señor pronuncia un oráculo,
    millares pregonan la alegre noticia:
    «Los reyes, los ejércitos van huyendo, van huyendo;
    las mujeres reparten el botín.
    Mientras reposabais en los apriscos,
    las alas de la paloma se cubrieron de plata,
    el oro destellaba en su plumaje.
    Mientras el Todopoderoso dispersaba a los reyes,
    la nieve bajaba sobre el Monte Umbrío.»
    Las montañas de Basán son altísimas,
    las montañas de Basán son escarpadas;
    ¿por qué tenéis envidia, montañas escarpadas,
    del monte escogido por Dios para habitar,
    morada perpetua del Señor?
    Los carros de Dios son miles y miles:
    Dios marcha del Sinaí al santuario.
    Subiste a la cumbre llevando cautivos,
    te dieron tributo de hombres:
    incluso los que se resistían
    a que el Señor Dios tuviera una morada.
    Bendito el Señor cada día,
    Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
    Nuestro Dios es un Dios que salva,
    el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.
    Dios aplasta las cabezas de sus enemigos,
    los cráneos de los malvados contumaces.
    Dice el Señor: «Los traeré desde Basán,
    los traeré desde el fondo del mar;
    teñirás tus pies en la sangre del enemigo,
    y los perros la lamerán con sus lenguas.»
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de
    la muerte.
    Ant 3. Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor.
    Salmo 67 III
    Aparece tu cortejo, ¡oh Dios!,
    el cortejo de mi Dios, de mi Rey,
    hacia el santuario.
    Al frente marchan los cantores;
    los últimos, los tocadores de arpa;
    en medio las muchachas van tocando panderos.
    «En el bullicio de la fiesta bendecid a Dios,
    al Señor, estirpe de Israel.»
    Va delante Benjamín, el más pequeño;
    los príncipes de Judá con sus tropeles;
    los príncipes de Zabulón,
    los príncipes de Neftalí.
    ¡Oh Dios!, despliega tu poder,
    tu poder, ¡oh Dios!, que actúa en favor nuestro.
    A tu templo de Jerusalén
    traigan los reyes su tributo.
    Reprime a la Fiera del Cañaveral,
    al tropel de los toros,
    a los Novillos de los pueblos.
    Que se te rindan con lingotes de plata:
    dispersa las naciones belicosas.
    Lleguen los magnates de Egipto,
    Etiopía extienda sus manos a Dios.
    Reyes de la tierra, cantad a Dios,
    tocad para el Señor,
    que avanza por los cielos,
    los cielos antiquísimos,
    que lanza su voz, su voz poderosa:
    «Reconoced el poder de Dios.»
    Sobre Israel resplandece su majestad,
    y su poder sobre las nubes.
    Desde el santuario Dios impone reverencia:
    es el Dios de Israel
    quien da fuerza y poder a su pueblo.
    ¡Dios sea bendito!
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor.
    V. Voy a escuchar lo que dice el Señor.
    R. Dios anuncia la paz a su pueblo.
    PRIMERA LECTURA
    Del libro de la Sabiduría 10, 1-11, 4
    LA SABIDURÍA FUE LA SALVACIÓN DE LOS PATRIARCAS
    La sabiduría fue quien protegió al padre del mundo en su soledad, a la
    primera creatura modelada por Dios; lo levantó de su caída y le dio el poder
    de dominarlo todo. Se apartó de ella el criminal iracundo, y su saña
    fratricida le acarreó la ruina. Por su culpa vino el diluvio a la tierra, y otra
    vez la salvó la sabiduría, pilotando al justo en un tablón de nada. Cuando la
    barahúnda de los pueblos, concordes en la maldad, ella se fijó en el justo y
    lo preservó sin tacha ante Dios, manteniéndolo entero sin ablandarse ante
    su hijo.
    Cuando la aniquilación de los impíos, ella puso a salvo al justo, fugitivo del
    fuego llovido sobre la Pentápolis; testimonio de su maldad, aún está ahí el
    yermo humeante, los árboles frutales de cosechas malogradas y la estatua
    de sal que se yergue, monumento al alma incrédula. Pues, dejando a un
    lado a la sabiduría, se mutilaron ignorando el bien y, además, legaron a la
    historia un recuerdo de su insensatez, para que su mal paso no quedara
    oculto.
    La sabiduría sacó de apuros a sus adictos. Guió al justo por caminos
    seguros cuando tuvo que huir y le descubrió el reino de Dios; le dio el
    conocimiento de las cosas santas; le dio éxito en sus trabajos y multiplicó el
    fruto de sus fatigas; lo protegió contra la codicia de los explotadores y lo
    colmó de bienes; lo defendió de sus enemigos y lo protegió de los que le
    tendían asechanzas; le dio la victoria en la dura batalla, para que supiera
    que la piedad es más fuerte que nada. No abandonó al justo vendido, sino
    que lo libró de caer en mano de los pecadores; bajó con él al calabozo y no
    lo dejó en la prisión, hasta entregarle el cetro real y el poder sobre sus
    tiranos; demostró la falsedad de sus calumniadores y le dio una gloria
    eterna.
    Al pueblo santo, a la raza irreprochable, lo libró de la nación opresora; entró
    en el alma del servidor de Dios, que hizo frente a reyes temibles con sus
    prodigios y señales. Dio a los santos la recompensa de sus trabajos y los
    condujo por un camino maravilloso; fue para ellos sombra durante el día y
    resplandor de astros por la noche. Los hizo atravesar el mar Rojo y los guió
    a través de aguas caudalosas; sumergió a sus enemigos, y luego los sacó a
    flote de lo profundo del abismo.
    Por eso los justos despojaron a los impíos y cantaron, Señor, un himno a tu
    santo nombre, ensalzando a coro tu mano victoriosa; porque la sabiduría
    abrió la boca de los mudos y soltó la lengua de los niños. Coronó con el
    éxito sus obras por medio de un santo profeta. Atravesaron un desierto
    inhóspito, acamparon en terrenos intransitados; hicieron frente a ejércitos
    hostiles y rechazaron a sus adversarios. Tuvieron sed y te invocaron: una
    roca áspera les dio agua, y les curó la sed una piedra dura.
    RESPONSORIO Sb 10, 17. 18. 19
    R. Dios dio a los santos la recompensa de sus trabajos y los condujo por un
    camino maravilloso; * fue para ellos sombra durante el día y resplandor de
    astros por la noche.
    V. Los guió a través de aguas caudalosas, y sumergió a sus enemigos.
    R. Fue para ellos sombra durante el día y resplandor de astros por la noche.
    SEGUNDA LECTURA
    Del sermón pronunciado por san Carlos Borromeo en el último sínodo
    (Acta Ecclesiae Mediolanensis, Milán 1599, 1177-1178)
    NO SEAS DE LOS QUE DICEN UNA COSA Y HACEN OTRA
    Todos somos débiles, lo admito, pero el Señor ha puesto en nuestras manos
    los medios con que poder ayudar fácilmente, si queremos, esta debilidad.
    Algún sacerdote querría tener aquella integridad de vida que sabe se le
    demanda, querría ser continente y vivir una vida angélica, como exige su
    condición, pero no piensa en emplear los medios requeridos para ello:
    ayunar, orar, evitar el trato con los malos y las familiaridades dañinas y
    peligrosas.
    Algún otro se queja de que, cuando va a salmodiar o a celebrar la misa, al
    momento le acuden a la mente mil cosas que lo distraen de Dios; pero éste,
    antes de ir al coro o a celebrar la misa, ¿qué ha hecho en la sacristía, cómo
    se ha preparado, qué medios ha puesto en práctica para mantener la
    atención?
    ¿Quieres que te enseñe cómo irás progresando en la virtud y, si ya
    estuviste atento en el coro, cómo la próxima vez lo estarás más aún y tu
    culto será más agradable a Dios? Oye lo que voy a decirte. Si ya arde en ti
    el fuego del amor divino, por pequeño que éste sea, no lo saques fuera en
    seguida, no lo expongas al viento, mantén el fogón protegido para que no
    se enfríe y pierda el calor; esto es, aparta cuanto puedas las distracciones,
    conserva el recogimiento, evita las conversaciones inútiles.
    ¿Estás dedicado a la predicación y la enseñanza? Estudia y ocúpate en todo
    lo necesario para el recto ejercicio de este cargo; procura antes que todo
    predicar con tu vida y costumbres, no sea que, al ver que una cosa es lo
    que dices y otra lo que haces, se burlen de tus palabras meneando la
    cabeza.
    ¿Ejerces la cura de almas? No por ello olvides la cura de ti mismo, ni te
    entregues tan pródigamente a los demás que no quede para ti nada de ti
    mismo; porque es necesario, ciertamente, que te acuerdes de las almas a
    cuyo frente estás, pero no de manera que te olvides de ti.
    Sabedlo, hermanos, nada es tan necesario para los clérigos como la oración
    mental; ella debe preceder, acompañar y seguir nuestras acciones:
    Salmodiaré -dice el salmista- y entenderé. Si administras los sacramentos,
    hermano, medita lo que haces; si celebras la misa, medita lo que ofreces; si
    salmodias en el coro, medita a quién hablas y qué es lo que hablas; si
    diriges las almas, medita con qué sangre han sido lavadas, y así hacedlo
    todo con espíritu de caridad; así venceremos fácilmente las innumerables
    dificultades que inevitablemente experimentamos cada día (ya que esto
    forma parte de nuestra condición); así tendremos fuerzas para dar a luz a
    Cristo en nosotros y en los demás.
    RESPONSORIO 1Tm 6, 11; 4, 11. 12. 6
    R. Corre al alcance de la justicia, de la piedad, de la fe, de la caridad, de la
    paciencia en el sufrimiento, de la dulzura. * Esto has de enseñar e inculcar;
    sé modelo para los fieles.
    V. Si propones estas cosas a los hermanos, serás un excelente servidor de
    Cristo Jesús.
    R. Esto has de enseñar e inculcar; sé modelo para los fieles.
    ORACIÓN.
    OREMOS,
    Conserva en tu pueblo, Señor, el espíritu que animara a san Carlos
    Borromeo,obispo, para que tu Iglesia se renueve siempre y, cada vez más
    transformada en Cristo, presente ante los hombres una imagen auténtica de
    su Señor, Jesucristo, tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del
    Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
    Amén
    CONCLUSIÓN
    V. Bendigamos al Señor.
    R. Demos gracias a Dios.
    LAUDES
    (Oración de la mañana)
    INVOCACIÓN INICIAL
    V. Señor abre mis labios
    R. Y mi boca proclamará tu alabanza
    INVITATORIO
    Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
    Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
    Venid, aclamemos al Señor,
    demos vítores a la Roca que nos salva;
    entremos a su presencia dándole gracias,
    aclamándolo con cantos.
    Porque el Señor es un Dios grande,
    soberano de todos los dioses:
    tiene en su mano las simas de la tierra,
    son suyas las cumbres de los montes;
    suyo es el mar, porque él lo hizo,
    la tierra firme que modelaron sus manos.
    Venid, postrémonos por tierra,
    bendiciendo al Señor, creador nuestro.
    Porque él es nuestro Dios,
    y nosotros su pueblo,
    el rebaño que él guía.
    Ojalá escuchéis hoy su voz:
    «No endurezcáis el corazón como en Meribá,
    como el día de Masá en el desierto;
    cuando vuestros padres me pusieron a prueba
    y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
    Durante cuarenta años
    aquella generación me repugnó, y dije:
    Es un pueblo de corazón extraviado,
    que no reconoce mi camino;
    por eso he jurado en mi cólera
    que no entrarán en mi descanso»
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Himno: CRISTO, CABEZA, REY DE LOS PASTORES.
    Cristo, cabeza, rey de los pastores,
    el pueblo entero, madrugando a fiesta,
    canta a la gloria de tu sacerdote
    himnos sagrados.
    Con abundancia de sagrado crisma,
    la unción profunda de tu Santo Espíritu
    lo armó guerrero y lo nombró en la Iglesia
    jefe del pueblo.
    El fue pastor y forma del rebaño,
    luz para el ciego, báculo del pobre,
    padre común, presencia providente,
    todo de todos.
    Tú que coronas sus merecimientos,
    danos la gracia de imitar su vida,
    y al fin, sumisos a su magisterio,
    danos su gloria. Amén.
    SALMODIA
    Ant 1. Señor, has sido bueno con tu tierra, has perdonado la culpa de tu
    pueblo.
    Salmo 84 – NUESTRA SALVACIÓN ESTA CERCA
    Señor, has sido bueno con tu tierra,
    has restaurado la suerte de Jacob,
    has perdonado la culpa de tu pueblo,
    has sepultado todos sus pecados,
    has reprimido tu cólera,
    has frenado el incendio de tu ira.
    Restáuranos, Dios salvador nuestro;
    cesa en tu rencor contra nosotros.
    ¿Vas a estar siempre enojado,
    o a prolongar tu ira de edad en edad?
    ¿No vas a devolvernos la vida,
    para que tu pueblo se alegre contigo?
    Muéstranos, Señor, tu misericordia
    y danos tu salvación.
    Voy a escuchar lo que dice el Señor:
    «Dios anuncia la paz
    a su pueblo y a sus amigos
    y a los que se convierten de corazón.»
    La salvación está ya cerca de sus fieles,
    y la gloria habitará en nuestra tierra;
    la misericordia y la fidelidad se encuentran,
    la justicia y la paz se besan;
    la fidelidad brota de la tierra,
    y la justicia mira desde el cielo;
    el Señor dará la lluvia,
    y nuestra tierra dará su fruto.
    La justicia marchará ante él,
    la salvación seguirá sus pasos.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Señor, has sido bueno con tu tierra, has perdonado la culpa de tu
    pueblo.
    Ant 2. Mi alma te ansía de noche, Señor; mi espíritu madruga por ti.
    Càntico: HIMNO DESPUÉS DE LA VICTORIA SOBRE EL ENEMIGO Is 26, 1-4.
    7-9. 12
    Tenemos una ciudad fuerte,
    ha puesto para salvarla murallas y baluartes:
    Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
    que observa la lealtad;
    su ánimo está firme y mantiene la paz,
    porque confía en ti.
    Confiad siempre en el Señor,
    porque el Señor es la Roca perpetua:
    La senda del justo es recta.
    Tú allanas el sendero del justo;
    en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
    ansiando tu nombre y tu recuerdo.
    Mi alma te ansía de noche,
    mi espíritu en mi interior madruga por ti,
    porque tus juicios son luz de la tierra,
    y aprenden justicia los habitantes del orbe.
    Señor, tú nos darás la paz,
    porque todas nuestras empresas
    nos las realizas tú.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Mi alma te ansía de noche, Señor; mi espíritu madruga por ti.
    Ant 3. Ilumina, Señor, tu rostro sobre nosotros.
    Salmo 66 – QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.
    El Señor tenga piedad y nos bendiga,
    ilumine su rostro sobre nosotros;
    conozca la tierra tus caminos,
    todos los pueblos tu salvación.
    ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
    que todos los pueblos te alaben.
    Que canten de alegría las naciones,
    porque riges el mundo con justicia,
    riges los pueblos con rectitud
    y gobiernas las naciones de la tierra.
    ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
    que todos los pueblos te alaben.
    La tierra ha dado su fruto,
    nos bendice el Señor, nuestro Dios.
    Que Dios nos bendiga; que le teman
    hasta los confines del orbe.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Ilumina, Señor, tu rostro sobre nosotros.
    LECTURA BREVE Hb 13,7-9a
    Acordaos de aquellos superiores vuestros que os expusieron la palabra de
    Dios: reflexionando sobre el desenlace de su vida, imitad su fe. Jesucristo
    es el mismo hoy que ayer, y para siempre. No os dejéis extraviar por
    doctrinas llamativas y extrañas.
    RESPONSORIO BREVE
    V. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
    R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
    V. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el nombre del Señor.
    R. He colocado centinelas.
    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
    CÁNTICO EVANGÉLICO
    Ant. No sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre quien
    habla por vosotros.
    Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
    Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
    porque ha visitado y redimido a su pueblo.
    suscitándonos una fuerza de salvación
    en la casa de David, su siervo,
    según lo había predicho desde antiguo
    por boca de sus santos profetas:
    Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
    y de la mano de todos los que nos odian;
    ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
    recordando su santa alianza
    y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
    Para concedernos que, libres de temor,
    arrancados de la mano de los enemigos,
    le sirvamos con santidad y justicia,
    en su presencia, todos nuestros días.
    Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
    porque irás delante del Señor
    a preparar sus caminos,
    anunciando a su pueblo la salvación,
    el perdón de sus pecados.
    Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
    nos visitará el sol que nace de lo alto,
    para iluminar a los que viven en tiniebla
    y en sombra de muerte,
    para guiar nuestros pasos
    por el camino de la paz.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. No sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre quien
    habla por vosotros.
    PRECES
    Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y
    supliquémosle diciendo:
    Apacienta a tu pueblo, Señor.
    Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores nos has revelado tu
    misericordia y tu amor,
    haz que, por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
    Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el
    único pastor de tu pueblo,
    no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
    Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de
    los cuerpos y de las almas,
    haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos guíen por las
    sendas de una vida santa.
    Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el
    amor de los santos,
    haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.
    Se pueden añadir algunas intenciones libres
    Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó:
    Padre nuestro…
    ORACION
    Conserva en tu pueblo, Señor, el espíritu que animara a san Carlos
    Borromeo,obispo, para que tu Iglesia se renueve siempre y, cada vez más
    transformada en Cristo, presente ante los hombres una imagen auténtica de
    su Señor, Jesucristo, tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del
    Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
    CONCLUSIÓN
    V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
    eterna.
    R. Amén.
    HORA TERCIA
    INVOCACIÓN INICIAL
    V. Dios mío, ven en mi auxilio
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
    Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén. Aleluya.
    Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
    El trabajo, Señor, de cada día
    nos sea por tu amor santificado,
    convierte su dolor en alegría
    de amor, que para dar tú nos has dado.
    Paciente y larga es nuestra tarea
    en la noche oscura del amor que espera;
    dulce huésped del alma, al que flaquea
    dale tu luz, tu fuerza que aligera.
    En el alto gozoso del camino,
    demos gracias a Dios, que nos concede
    la esperanza sin fin del don divino;
    todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
    SALMODIA
    Ant 1. Llamé, y él me respondió.
    Salmo 119 – DESEO DE LA PAZ
    En mi aflicción llamé al Señor,
    y él me respondió.
    Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
    de la lengua traidora.
    ¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
    lengua traidora?
    Flechas de arquero, afiladas
    con ascuas de retama.
    ¡Ay de mí, desterrado en Masac,
    acampado en Cadar!
    Demasiado llevo viviendo
    con los que odian la paz;
    cuando yo digo: «Paz»,
    ellos dicen: «Guerra».
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Llamé, y él me respondió.
    Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
    Salmo 120 – EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
    Levanto mis ojos a los montes:
    ¿de dónde me vendrá el auxilio?
    El auxilio me viene del Señor,
    que hizo el cielo y la tierra.
    No permitirá que resbale tu pie,
    tu guardián no duerme;
    no duerme ni reposa
    el guardián de Israel.
    El Señor te guarda a su sombra,
    está a tu derecha;
    de día el sol no te hará daño,
    ni la luna de noche.
    El Señor te guarda de todo mal,
    él guarda tu alma;
    el Señor guarda tus entradas y salidas,
    ahora y por siempre.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.
    Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
    Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
    ¡Qué alegría cuando me dijeron:
    «Vamos a la casa del Señor»!
    Ya están pisando nuestros pies
    tus umbrales, Jerusalén.
    Jerusalén está fundada
    como ciudad bien compacta.
    Allá suben las tribus,
    las tribus del Señor,
    según la costumbre de Israel,
    a celebrar el nombre del Señor;
    en ella están los tribunales de justicia
    en el palacio de David.
    Desead la paz a Jerusalén:
    «Vivan seguros los que te aman,
    haya paz dentro de tus muros,
    seguridad en tus palacios.»
    Por mis hermanos y compañeros,
    voy a decir: «La paz contigo.»
    Por la casa del Señor, nuestro Dios,
    te deseo todo bien.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.
    LECTURA BREVE Jr 22, 3
    Haced justicia y derecho, librad al oprimido de la mano del opresor; no
    abuséis del forastero, del huérfano y de la viuda; no derraméis sangre
    inocente en este lugar.
    V. El Señor juzgará el orbe con justicia.
    R. Y regirá las naciones con rectitud.
    ORACIÓN
    OREMOS,
    Dios todopoderoso y eterno, que a la hora de tercia enviaste tu Espíritu
    Paráclito a los apóstoles, derrama también sobre nosotros ese Espíritu de
    amor para que demos siempre fiel testimonio ante los hombres de aquel
    amor que es el distintivo de los discípulos de tu Hijo. Él, que vive y reina
    por los siglos de los siglos.
    Amén.
    CONCLUSIÓN
    V. Bendigamos al Señor.
    R. Demos gracias a Dios.
    HORA SEXTA
    INVOCACIÓN INICIAL
    V. Dios mío, ven en mi auxilio
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
    Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén. Aleluya.
    Himno: ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
    Este mundo del hombre, en que él se afana
    tras la felicidad que tanto ansía,
    tú lo vistes, Señor, de luz temprana
    y de radiante sol al mediodía.
    Así el poder de tu presencia encierra
    el secreto más hondo de esta vida;
    un nuevo cielo y una nueva tierra
    colmarán nuestro anhelo sin medida.
    Poderoso Señor de nuestra historia,
    no tardes en venir gloriosamente;
    tu luz resplandeciente y tu victoria
    inunden nuestra vida eternamente. Amén.
    SALMODIA
    Ant 1. Amar es cumplir la ley entera.
    Salmo 118, 97-104
    ¡Cuánto amo tu voluntad!:
    todo el día la estoy meditando;
    tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,
    siempre me acompaña;
    soy más docto que todos mis maestros,
    porque medito tus preceptos.
    Soy más sagaz que los ancianos,
    porque cumplo tus leyes;
    aparto mi pie de toda senda mala,
    para guardar tu palabra;
    no me aparto de tus mandamientos,
    porque tú me has instruido.
    ¡Qué dulce al paladar tu promesa:
    más que miel en la boca!
    Considero tus decretos,
    y odio el camino de la mentira.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Amar es cumplir la ley entera.
    Ant 2. Acuérdate, Señor, de la comunidad que adquiriste desde antiguo.
    Salmo 73 I – LAMENTACIÓN ANTE EL TEMPLO DEVASTADO
    ¿Por qué, ¡oh Dios!, nos tienes siempre abandonados,
    y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?
    Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo,
    de la tribu que rescataste para posesión tuya,
    del monte Sión donde pusiste tu morada.
    Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio;
    el enemigo ha arrasado del todo el santuario.
    Rugían los agresores en medio de tu asamblea,
    levantaron sus propios estandartes.
    En la entrada superior
    abatieron a hachazos el entramado;
    después, con martillos y mazas,
    destrozaron todas las esculturas.
    Prendieron fuego a tu santuario,
    derribaron y profanaron la morada de tu nombre.
    Pensaban: «Acabaremos con ellos»,
    e incendiaron todos los templos del país.
    Ya no vemos nuestros signos, ni hay profeta:
    nadie entre nosotros sabe hasta cuándo.
    ¿Hasta cuándo, Dios mío, nos va a afrentar el enemigo?
    ¿No cesará de despreciar tu nombre el adversario?
    ¿Por qué retraes tu mano izquierda
    y tienes tu derecha escondida en el pecho?
    Pero tú, Dios mío, eres rey desde siempre,
    tú ganaste la victoria en medio de la tierra.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Acuérdate, Señor, de la comunidad que adquiriste desde antiguo.
    Ant 3. Levántate, Señor, defiende tu causa.
    Salmo 73 II
    Tú hendiste con fuerza el mar,
    rompiste la cabeza del dragón marino;
    tú aplastaste la cabeza del Leviatán,
    se la echaste en pasto a las bestias del mar;
    tú alumbraste manantiales y torrentes,
    tú secaste ríos inagotables.
    Tuyo es el día, tuya la noche,
    tú colocaste la luna y el sol;
    tú plantaste los linderos del orbe,
    tú formaste el verano y el invierno.
    Tenlo en cuenta, Señor, que el enemigo te ultraja,
    que un pueblo insensato desprecia tu nombre;
    no entregues a los buitres la vida de tu tórtola,
    ni olvides sin remedio la vida de tus pobres.
    Piensa en tu alianza: que los rincones del país
    están llenos de violencias.
    Que el humilde no se marche defraudado,
    que pobres y afligidos alaben tu nombre.
    Levántate, ¡oh Dios!, defiende tu causa:
    recuerda los ultrajes continuos del insensato;
    no olvides las voces de tus enemigos,
    el tumulto creciente de los rebeldes contra ti.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Levántate, Señor, defiende tu causa.
    LECTURA BREVE Dt 15, 7-8
    Si hay entre los tuyos un pobre, un hermano, en una ciudad tuya, en esa
    tierra tuya que va a darte el Señor, tu Dios, no endurezcas el corazón ni
    cierres la mano a tu hermano pobre.
    V. Señor, tú escuchas los deseos de los humildes.
    R. Les prestas oído y los animas.
    ORACIÓN
    OREMOS,
    Dios nuestro, que revelaste a Pedro tu plan de salvar a todas las naciones,
    danos tu gracia para que todas nuestras acciones sean agradables a tus
    ojos y útiles a tu designio de amor y salvación universal. Por Cristo nuestro
    Señor.
    Amén.
    CONCLUSIÓN
    V. Bendigamos al Señor.
    R. Demos gracias a Dios.
    HORA NONA
    INVOCACIÓN INICIAL
    V. Dios mío, ven en mi auxilio
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
    Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén. Aleluya.
    Himno: DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD
    Danos, Señor, la firme voluntad,
    compañera y sostén de la virtud,
    que sabe en la fatiga hallar quietud
    y en medio de las sombras claridad:
    La que trueca en tesón la veleidad,
    y el ocio en perennal solicitud,
    y las ásperas fiebres en salud
    y los torpes engaños en verdad.
    Y así conseguirá mi corazón
    que los favores que a tu amor debí
    le ofrezcan algún fruto en galardón.
    Y aún tú, Señor, conseguirás así
    que no llegue a romper mi confusión
    la imagen tuya que pusiste en mí. Amén.
    SALMODIA
    Ant 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
    Salmo 125 – DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
    Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
    nos parecía soñar:
    la boca se nos llenaba de risas,
    la lengua de cantares.
    Hasta los gentiles decían:
    «El Señor ha estado grande con ellos.»
    El Señor ha estado grande con nosotros,
    y estamos alegres.
    Que el Señor cambie nuestra suerte
    como los torrentes del Negueb.
    Los que sembraban con lágrimas
    cosechan entre cantares.
    Al ir, iban llorando,
    llevando la semilla;
    al volver, vuelven cantando,
    trayendo sus gavillas.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
    Ant 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
    Salmo 126 – EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
    Si el Señor no construye la casa,
    en vano se cansan los albañiles;
    si el Señor no guarda la ciudad,
    en vano vigilan los centinelas.
    Es inútil que madruguéis,
    que veléis hasta muy tarde,
    los que coméis el pan de vuestros sudores:
    ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
    La herencia que da el Señor son los hijos;
    una recompensa es el fruto de las entrañas:
    son saetas en mano de un guerrero
    los hijos de la juventud.
    Dichoso el hombre que llena
    con ellas su aljaba:
    no quedará derrotado cuando litigue
    con su adversario en la plaza.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
    Ant 3. Dichoso el que teme al Señor.
    Salmo 127 – PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
    ¡Dichoso el que teme al Señor
    y sigue sus caminos!
    Comerás del fruto de tu trabajo,
    serás dichoso, te irá bien;
    tu mujer, como una vid fecunda,
    en medio de tu casa;
    tus hijos, como renuevos de olivo,
    alrededor de tu mesa:
    ésta es la bendición del hombre
    que teme al Señor.
    Que el Señor te bendiga desde Sión,
    que veas la prosperidad de Jerusalén
    todos los días de tu vida;
    que veas a los hijos de tus hijos.
    ¡Paz a Israel!
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Dichoso el que teme al Señor.
    LECTURA BREVE Pr 22, 22-23
    No robes al pobre, porque es pobre, no oprimas al desgraciado en el
    tribunal, porque el Señor defenderá su causa y pondrá zancadillas a los que
    se las ponían.
    V. Librará al pobre que clamaba.
    R. Y salvará la vida de los pobres.
    ORACIÓN
    OREMOS,
    Dios nuestro, que enviaste un ángel al centurión Cornelio para que le
    revelara el camino de la salvación, ayúdanos a trabajar cada día con mayor
    entrega en la salvación de los hombres, para que, junto con todos nuestros
    hermanos, incorporados a la Iglesia de tu Hijo, podamos llegar a ti. Por
    Cristo nuestro Señor.
    Amén.
    CONCLUSIÓN
    V. Bendigamos al Señor.
    R. Demos gracias a Dios.
    VÍSPERAS
    (Oración de la tarde)
    INVOCACIÓN INICIAL
    V. Dios mío, ven en mi auxilio
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
    Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén. Aleluya.
    Himno: CANTEMOS AL SEÑOR CON ALEGRÍA.
    Cantemos al Señor con alegría,
    unidos a la voz del pastor santo;
    demos gracias a Dios, que es luz y guía,
    solícito pastor de su rebaño.
    Es su voz y su amor el que nos llama
    en la voz del pastor que él ha elegido,
    es su amor infinito el que nos ama
    en la entrega y amor de este otro cristo.
    Conociendo en la fe su fiel presencia,
    hambrientos de verdad y luz divina,
    sigamos al pastor que es providencia
    de pastos abundantes que son vida.
    Apacienta, Señor, guarda a tus hijos,
    manda siempre a tu mies trabajadores;
    cada aurora, a la puerta del aprisco,
    nos aguarde el amor de tus pastores. Amén.
    SALMODIA
    Ant 1. El Señor rodea a su pueblo.
    Salmo 124 – EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
    Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
    no tiembla, está asentado para siempre.
    Jerusalén está rodeada de montañas,
    y el Señor rodea a su pueblo
    ahora y por siempre.
    No pesará el cetro de los malvados
    sobre el lote de los justos,
    no sea que los justos extiendan
    su mano a la maldad.
    Señor, concede bienes a los buenos,
    a los sinceros de corazón;
    y a los que se desvían por sendas tortuosas,
    que los rechace el Señor con los malhechores.
    ¡Paz a Israel!
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. El Señor rodea a su pueblo.
    Ant 2. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
    Salmo 130 – COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN BRAZOS DE DIOS.
    Señor, mi corazón no es ambicioso,
    ni mis ojos altaneros;
    no pretendo grandezas
    que superan mi capacidad;
    sino que acallo y modero mis deseos,
    como un niño en brazos de su madre.
    Espere Israel en el Señor
    ahora y por siempre.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
    Ant 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro
    Dios.
    Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap. 4, 11; 5, 9-10. 12
    Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
    el honor y el poder,
    porque tú has creado el universo;
    porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
    Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
    porque fuiste degollado
    y por tu sangre compraste para Dios
    hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
    y has hecho de ellos para nuestro Dios
    un reino de sacerdotes
    y reinan sobre la tierra.
    Digno es el Cordero degollado
    de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
    la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro
    Dios.
    LECTURA BREVE 1Pe 5, 1-4
    A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de
    los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a descubrirse, os
    exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios a vuestro cargo, gobernándolo,
    no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere, no por sórdida
    ganancia, sino con generosidad, no como dominadores sobre la heredad de
    Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y, cuando aparezca el
    supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.
    RESPONSORIO BREVE
    V. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.
    R. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.
    V. El que entregó su vida por sus hermanos.
    R. El que ora mucho por su pueblo.
    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.
    CÁNTICO EVANGÉLICO
    Ant. Te doy gracias, Cristo, pastor bueno, porque has querido glorificarme;
    te suplico que las ovejas que pusiste a mi cuidado participen conmigo
    eternamente de tu gloria.
    Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
    Proclama mi alma la grandeza del Señor,
    se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
    porque ha mirado la humillación de su esclava.
    Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
    porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
    su nombre es santo,
    y su misericordia llega a sus fieles
    de generación en generación.
    El hace proezas con su brazo:
    dispersa a los soberbios de corazón,
    derriba del trono a los poderosos
    y enaltece a los humildes,
    a los hambrientos los colma de bienes
    y a los ricos los despide vacíos.
    Auxilia a Israel, su siervo,
    acordándose de su misericordia
    -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abraham y su descendencia por siempre.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Te doy gracias, Cristo, pastor bueno, porque has querido glorificarme;
    te suplico que las ovejas que pusiste a mi cuidado participen conmigo
    eternamente de tu gloria.
    PRECES
    Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres en lo
    que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:
    Salva a tu pueblo, Señor.
    Tú que por medio de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia,
    haz que todos los cristianos resplandezcan por su virtud.
    Tú que por la oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés
    oraban por el pueblo, perdonaste los pecados de tus fieles,
    purifica y santifica también ahora a la santa Iglesia por la intercesión de los
    santos.
    Tú que de entre los fieles elegiste a los santos pastores y, por tu Espíritu,
    los consagraste como ministros en bien de sus hermanos,
    llena también de tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.
    Tú que fuiste la heredad de los santos pastores,
    no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre viva
    alejado de ti.
    Se pueden añadir algunas intenciones libres
    Tú que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus
    ovejas para que nadie las arrebate de tu mano,
    salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.
    Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda
    oración:
    Padre nuestro…
    ORACION
    Conserva en tu pueblo, Señor, el espíritu que animara a san Carlos
    Borromeo,obispo, para que tu Iglesia se renueve siempre y, cada vez más
    transformada en Cristo, presente ante los hombres una imagen auténtica de
    su Señor, Jesucristo, tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del
    Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
    CONCLUSIÓN
    V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
    eterna.
    R. Amén.
    COMPLETAS
    (Oración antes del descanso nocturno)
    INVOCACIÓN INICIAL
    V. Dios mío, ven en mi auxilio
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
    Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén. Aleluya.
    EXAMEN DE CONCIENCIA
    Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha
    concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
    Yo confieso ante Dios todopoderoso
    y ante vosotros, hermanos,
    que he pecado mucho
    de pensamiento, palabra, obra y omisión:
    por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
    Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
    a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
    que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
    V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros
    pecados y nos lleve a la vida eterna.
    R. Amén.
    Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE
    Cristo, Señor de la noche,
    que disipas las tinieblas:
    mientras los cuerpos reposan,
    se tú nuestro centinela.
    Después de tanta fatiga,
    después de tanta dureza,
    acógenos en tus brazos
    y danos noche serena.
    Si nuestros ojos se duermen,
    que el alma esté siempre en vela;
    en paz cierra nuestros párpados
    para que cesen las penas.
    Y que al despuntar el alba,
    otra vez con fuerzas nuevas,
    te demos gracias, oh Cristo,
    por la vida que comienza. Amén.
    SALMODIA
    Ant 1. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.
    Salmo 142, 1-11 – LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
    Señor, escucha mi oración;
    tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
    tú que eres justo, escúchame.
    No llames a juicio a tu siervo,
    pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
    El enemigo me persigue a muerte,
    empuja mi vida al sepulcro,
    me confina a las tinieblas
    como a los muertos ya olvidados.
    mi aliento desfallece,
    mi corazón dentro de mí está yerto.
    Recuerdo los tiempos antiguos,
    medito todas tus acciones,
    considero las obras de tus manos
    y extiendo mis brazos hacia ti:
    tengo sed de ti como tierra reseca.
    Escúchame en seguida, Señor,
    que me falta el aliento.
    No me escondas tu rostro,
    igual que a los que bajan a la fosa.
    En la mañana hazme escuchar tu gracia,
    ya que confío en ti;
    indícame el camino que he de seguir,
    pues levanto mi alma a ti.
    Líbrame del enemigo, Señor,
    que me refugio en ti.
    Enséñame a cumplir tu voluntad,
    ya que tú eres mi Dios.
    Tu espíritu, que es bueno,
    me guíe por tierra llana.
    Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
    por tu clemencia, sácame de la angustia.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.
    LECTURA BREVE 1Pe 5,8-9
    Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león
    rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe.
    RESPONSORIO BREVE
    V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
    R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
    V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
    R. Te encomiendo mi espíritu.
    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
    CÁNTICO EVANGÉLICO
    Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
    velemos con Cristo y descansemos en paz.
    CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
    Ahora, Señor, según tu promesa,
    puedes dejar a tu siervo irse en paz,
    porque mis ojos han visto a tu Salvador,
    a quien has presentado ante todos los pueblos
    luz para alumbrar a las naciones
    y gloria de tu pueblo Israel.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
    velemos con Cristo y descansemos en paz.
    ORACION
    OREMOS,
    Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que
    mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y
    gozo, el clarear del nuevo día. Por Cristo nuestro Señor.
    Amén.
    BENDICIÓN
    V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa
    muerte.
    R. Amén.
    ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
    Bajo tu amparo nos acogemos,
    santa Madre de Dios,
    no desprecies las oraciones
    que te dirigimos en nuestras necesidades,
    antes bien líbranos de todo peligro,
    oh Virgen gloriosa y bendita.

Deja el primer comentario