TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA IX
De la Feria. Salterio I. I Vísperas de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.
6 de junio
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día: V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona: Ant. Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios. Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: CON GOZO EL CORAZÓN CANTE LA VIDA
Con gozo el corazón cante la vida, presencia y maravilla del Señor, de luz y de color bella armonía, sinfónica cadencia de su amor.
Palabra esplendorosa de su Verbo, cascada luminosa de verdad,
que fluye en todo ser que en él fue hecho imagen de su ser y de su amor.
La fe cante al Señor, y su alabanza, palabra mensajera del amor, responda con ternura a su llamada en himno agradecido a su gran don.
Dejemos que su amor nos llene el alma en íntimo diálogo con Dios,
en puras claridades cara a cara, bañadas por los rayos de su sol.
Al Padre subirá nuestra alabanza por Cristo, nuestro vivo intercesor,
en alas de su Espíritu que inflama
en todo corazón su gran amor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen. Salmo 17, 31-51 IV – EL SEÑOR REVELA SU PODER SALVADOR
Perfecto es el camino de Dios, acendrada es la promesa del Señor;
él es escudo para los que a él se acogen.
¿Quién es dios fuera del Señor?
¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios? Dios me ciñe de valor
y me enseña un camino perfecto;
él me da pies de ciervo,
y me coloca en las alturas;
él adiestra mis manos para la guerra, y mis brazos para tensar la ballesta.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen. Ant 2. Tu diestra, Señor, me sostuvo.
Salmo 17 V
Me dejaste tu escudo protector,
tu diestra me sostuvo, multiplicaste tus cuidados conmigo. Ensanchaste el camino a mis pasos y no flaquearon mis tobillos;
yo perseguía al enemigo hasta alcanzarlo; y no me volvía sin haberlo aniquilado:
los derroté, y no pudieron rehacerse, cayeron bajo mis pies.
Me ceñiste de valor para la lucha, doblegaste a los que me resistían; hiciste volver la espalda a mis enemigos, rechazaste a mis adversarios.
Pedían auxilio, pero nadie los salvaba; gritaban al Señor, pero no les respondía.
Los reduje a polvo, que arrebataba el viento;
los pisoteaba como barro de las calles.
Me libraste de las contiendas de mi pueblo, me hiciste cabeza de naciones,
un pueblo extraño fue mi vasallo.
Los extranjeros me adulaban,
me escuchaban y me obedecían.
Los extranjeros palidecían
y salían temblando de sus baluartes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tu diestra, Señor, me sostuvo.
Ant 3. Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador. Salmo 17 VI
Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador: el Dios que me dió el desquite
y me sometió los pueblos;
que me libró de mis enemigos, me levantó sobre los que resistían y me salvó del hombre cruel.
Por eso te daré gracias entre las naciones, Señor, y tañeré en honor de tu nombre:
tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido,
de David y su linaje por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador. V. Ábreme, Señor, los ojos.
R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Gálatas 4, 8-31
HERENCIA DIVINA Y LIBERTAD DE LA NUEVA ALIANZA
Hermanos: En otro tiempo, cuando desconocíais a Dios, servisteis a los que
no eran realmente dioses. Pero ahora, después de haber conocido a Dios, o mejor, después de haber sido reconocidos por Dios, ¿cómo os volvéis de nuevo a los deleznables y pobres «elementos», de quienes otra vez queréis ser esclavos? Continuáis observando los días, los meses, las estaciones y los años; temo que hagáis vano mi trabajo entre vosotros.
Hermanos, os lo suplico: sed como yo, ya que yo me hice como vosotros. En nada me habéis ofendido. Bien sabéis que una enfermedad me dio ocasión para anunciaros el Evangelio por primera vez. Y, no obstante la prueba que suponía para vosotros el estado de mi cuerpo, no me mostrasteis desprecio ni repulsa, antes bien me recibisteis como a un enviado de Dios, como a Cristo Jesús en persona. ¿Dónde están ahora aquellos vuestros sentimientos de felicidad para conmigo? Porque yo mismo puedo dar testimonio de que, en aquella ocasión, de haber sido posible, os habríais arrancado los ojos para dármelos.
De modo que ahora ¿me he convertido en enemigo vuestro por deciros la verdad? No persiguen ésos buen fin con el afecto que os muestran. Pretenden, apartándoos de mí, conseguir vuestro cariño. Sin embargo, es mejor que os dejéis perseguir por un afecto verdadero, y esto en todo tiempo, no sólo cuando me encuentro yo entre vosotros.
¡Hijos míos!, por quienes sufro de nuevo dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en vosotros. ¡Cuánto quisiera encontrarme ahora a vuestro lado y decíroslo en mil tonos distintos! ¡Porque no sé cómo componérmelas con vosotros!
Decidme vosotros, los que queréis someteros a la ley: ¿No habéis oído la ley? Pues la Escritura dice que Abraham tuvo dos hijos, uno de la esclava y otro de la que era libre. El de la esclava nació según el curso natural de las cosas; en cambio, el de la libre en virtud de la promesa. Aquí hay una alegoría.
Esas dos madres son las dos alianzas: Una, la que proviene del monte Sinaí y engendra esclavos, es Agar. Agar, en efecto, representa al monte Sinaí que está en Arabia; y corresponde a la actual Jerusalén, que es esclava con sus hijos. Por el contrario, la Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre. Dice a propósito la Escritura: «Regocíjate, estéril, la que no das a luz; prorrumpe en gritos de júbilo y canta, tú, que no conoces los dolores de parto, porque son muchos los hijos de la mujer abandonada, más que los de aquella que posee marido.»
Y vosotros, hermanos, sois hijos de la promesa, figurados en Isaac. Y, así como entonces el nacido según la carne perseguía al nacido según el espíritu, así sucede también ahora. Pero, ¿qué dice la Escritura? «Despide a la esclava y a su hijo; porque el hijo de la esclava no tendrá parte en la herencia con el hijo de la libre.» Por lo tanto, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre. Para que seamos libres, nos ha liberado Cristo.
RESPONSORIO Ga 4, 28. 31; 2Co 3, 17
R. Somos hijos de la promesa, figurados en Isaac. Por lo tanto, no somos
hijos de la esclava, sino de la libre. * Para que seamos libres, nos ha liberado Cristo.
V. El Señor es espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, ahí está la libertad.
R. Para que seamos libres, nos ha liberado Cristo.
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de san Agustín, obispo, sobre la carta a los Gálatas. (Núms. 37. 38: PL 35, 2131-2132)
HASTA VER A CRISTO FORMADO EN VOSOTROS
Dice el Apóstol: Sed como yo, que, siendo judío de nacimiento, mi criterio espiritual me hace tener en nada las prescripciones materiales de la ley. Ya que yo soy como vosotros, es decir, un hombre. A continuación, de un modo discreto y delicado, les recuerda su afecto, para que no lo tengan por enemigo. Les dice, en efecto: En nada me habéis ofendido, como si dijera: «No penséis que mi intención sea ofenderos.»
En este sentido les dice también: ¡Hijos míos!, para que lo imiten como a padre. Por quienes sufro de nuevo dolores de parto -continúa-, hasta ver a Cristo formado en vosotros. Esto lo dice más bien en persona de la madre Iglesia, ya que en otro lugar afirma: Nos mostramos amables con vosotros, como una madre que cuida con cariño de sus hijos.
Cristo es formado, por la fe, en el hombre interior del creyente, el cual es llamado a la libertad de la gracia, es manso y humilde de corazón, y no se jacta del mérito de sus obras, que es nulo, sino que reconoce que la gracia es el principio de sus pobres méritos; a éste puede Cristo llamar su humilde hermano, lo que equivale a identificarlo consigo mismo, ya que dice: Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. Cristo es formado en aquel que recibe la forma de Cristo, y recibe la forma de Cristo el que vive unido a él con un amor espiritual.
El resultado de este amor es la imitación perfecta de Cristo, en la medida en que esto es posible. Quien dice que está siempre en Cristo -dice san Juan- debe andar de continuo como él anduvo.
Mas como sea que los hombres son concebidos por la madre para ser formados, y luego, una vez ya formados, se les da a luz y nacen, puede sorprendernos la afirmación precedente: Por quienes sufro de nuevo dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en vosotros. A no ser que entendamos este sufrir de nuevo dolores de parto en el sentido de las angustias que le causó al Apóstol su solicitud en darlos a luz para que nacieran en Cristo; y ahora de nuevo los da a luz dolorosamente por los peligros de engaño en que los ve envueltos. Esta preocupación que le producen tales cuidados, acerca de ellos, y que él compara a los dolores de parto, se prolongará hasta que lleguen a la medida de Cristo en su plenitud, para que ya no sean llevados por todo viento de doctrina.
Por consiguiente, cuando dice: Por quienes sufro de nuevo dolores de parto,
hasta ver a Cristo formado en vosotros, no se refiere al inicio de su fe, por el cual ya habían nacido, sino al robustecimiento y perfeccionamiento de la misma. En este mismo sentido habla en otro lugar, con palabras distintas, de este parto doloroso, cuando dice: La responsabilidad que pesa sobre mí diariamente, mi preocupación por todas las Iglesias. ¿Quién sufre angustias sin que yo las comparta? ¿Quién es impugnado por el enemigo sin que esté yo en ascuas?
RESPONSORIO Ef 4, 15; Pr 4, 18
R. Siendo sinceros en la caridad, * crezcamos en todo hacia Cristo, que es la cabeza.
V. La senda de los justos es como la luz del alba, cuyo esplendor va creciendo hasta el pleno día.
R. Crezcamos en todo hacia Cristo, que es la cabeza.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios, cuya providencia no se equivoca en sus designios, te pedimos humildemente que apartes de nosotros todo lo que pueda causarnos algún daño, y nos concedas lo que pueda sernos de provecho. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.
Himno: CRECE LA LUZ BAJO TU HERMOSA MANO.
Crece la luz bajo tu hermosa mano, Padre celeste, y suben
los hombres matutinos al encuentro de Cristo Primogénito.
El hizo amanecer ante tus ojos
y enalteció la aurora,
cuando aún no estaba el hombre sobre el mundo para poder cantarla.
El es principio y fin del universo,
y el tiempo, en su caída,
se acoge al que es la fuerza de las cosas y en él rejuvenece.
Él es quien nos reanima y fortalece,
y hace posible el himno
que, ante las maravillas de tus manos,
cantamos jubilosos.
He aquí la nueva luz que asciende y busca su cuerpo misterioso;
he aquí, en la claridad de la mañana,
el signo de tu rostro.
Envía, Padre eterno, sobre el mundo el soplo de tu Hijo,
potencia de tu diestra y primogénito de todos los que mueren. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora. Salmo 56 – ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO.
Misericordia, Dios mío, misericordia, que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas mientras pasa la calamidad.
Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación, confundirá a los que ansían matarme, enviará su gracia y su lealtad.
Estoy echado entre leones devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas, su lengua es una espada afilada.
Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria.
Han tendido una red a mis pasos para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa, pero han caído en ella.
Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar: despierta, gloria mía; despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Ant 2. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor. Cántico: FELICIDAD DEL PUEBLO REDIMIDO Jr 31, 10-14
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño; porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.»
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión, afluirán hacia los bienes del Señor:
hacia el trigo y el vino y el aceite,
y los rebaños de ovejas y de vacas;
su alma será como un huerto regado, y no volverán a desfallecer.
Entonces se alegrará la doncella en la danza, gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas;
alimentaré a los sacerdotes con manjares sustanciosos, y mi pueblo se saciará de mis bienes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
Ant 3. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro
Dios.
Salmo 47 – HIMNO A LA GLORIA DE JERUSALÉN
Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra:
el monte Sión, vértice del cielo, ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar.
Mirad: los reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron aterrados y huyeron despavoridos;
allí los agarró un temblor
y dolores como de parto;
como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis.
Lo que habíamos oído lo hemos visto en la ciudad del Señor de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre.
¡Oh Dios!, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, ¡oh Dios!, tu alabanza llega al confín de la tierra;
tu diestra está llena de justicia: el monte Sión se alegra,
las ciudades de Judá se gozan con tus sentencias.
Dad la vuelta en torno a Sión, contando sus torreones; fijaos en sus baluartes, observad sus palacios,
para poder decirle a la próxima generación: «Este es el Señor, nuestro Dios.»
Él nos guiará por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
LECTURA BREVE Is 66,1-2
Así dice el Señor: «El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies: ¿Qué templo podréis construirme?; ¿o qué lugar para mi descanso? Todo esto lo hicieron mis manos, todo es mío -oráculo del Señor-. En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.»
RESPONSORIO BREVE
V. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor. V. Guardaré tus leyes.
R. Respóndeme, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor. CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Lc 1, 68-79
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.
PRECES
Demos gracias a Cristo que nos ha dado la luz del día y supliquémosle diciendo:
Bendícenos y santifícanos, Señor.
Tú que te entregaste como víctima por nuestros pecados, acepta los deseos y las acciones de este día.
Tú que nos alegras con la claridad del nuevo día,
sé tú mismo el lucero brillante de nuestros corazones.
Haz que seamos bondadosos y comprensivos con los que nos rodean para que logremos así ser imágenes de tu bondad.
En la mañana haznos escuchar tu gracia y que tu gozo sea hoy nuestra fortaleza.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Fieles a la recomendación del salvador, digamos llenos de confianza filial:
Padre nuestro…
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, humildemente acudimos a ti, al empezar el día, a media jornada y al atardecer, para pedirte que, alejando de nosotros las tinieblas del pecado, nos hagas alcanzar la luz verdadera que es Cristo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado, convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera; dulce huésped del alma, al que flaquea dale tu luz, tu fuerza que aligera.
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Llamé, y él me respondió. Salmo 119 – DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos, de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios, lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac, acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz; cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llamé, y él me respondió.
Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo 120 – EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas. Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron. Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA BREVE Am 4, 13
El Señor formó las montañas, creó el viento, descubre al hombre su pensamiento, hace la aurora y la oscuridad, camina sobre el dorso de la tierra. Su nombre es el Señor de los ejércitos.
V. Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor. R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que a la hora de tercia enviaste al Espíritu Santo sobre los apóstoles reunidos en oración, concédenos también a nosotros participar de los dones de ese mismo Espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: TE ESTÁ CANTANDO EL MARTILLO
Te está cantando el martillo y rueda en tu honor la rueda. Puede que la luz no pueda librar del humo su brillo. ¡Qué sudoroso y sencillo
te pones a mediodía,
Dios de esta dura porfía
de estar sin pausa creando, y verte necesitando
del hombre más cada día!
Quien diga que Dios ha muerto que salga a la luz y vea
si el mundo es o no tarea
de un Dios que sigue despierto. Ya no es su sitio el desierto
ni en la montaña se esconde; decid, si preguntan dónde,
que Dios está -sin mortaja-
en donde un hombre trabaja
y un corazón le responde. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Ábreme los ojos, Señor, y contemplaré las maravillas de tu voluntad. Salmo 118, 17-24
Haz bien a tu siervo: viviré
y cumpliré tus palabras; ábreme los ojos y contemplaré las maravillas de tu voluntad; soy un forastero en la tierra: no me ocultes tus promesas.
Mi alma se consume, deseando continuamente tus mandamientos; reprendes a los soberbios,
infelices los que se apartan de tus mandatos; aleja de mí las afrentas y el desprecio, porque observo tus preceptos.
Aunque los nobles se sientan a murmurar de mí, tu siervo medita tus leyes;
tus preceptos son mi delicia,
tus decretos son mis consejeros.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ábreme los ojos, Señor, y contemplaré las maravillas de tu voluntad. Ant 2. Haz, Señor, que camine con lealtad.
Salmo 24 I – ORACIÓN POR TODA CLASE DE NECESIDADES
A ti, Señor, levanto mi alma;
Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos;
pues los que esperan en ti no quedan defraudados, mientras que el fracaso malogra a los traidores.
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, y todo el día te estoy esperando.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor.
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. Por el honor de tu nombre, Señor,
perdona mis culpas, que son muchas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Haz, Señor, que camine con lealtad.
Ant 3. Mírame, ¡oh Dios!, y sácame de mis tribulaciones, que estoy solo y
afligido.
Salmo 24 II
¿Hay alguien que tema al Señor? Él le enseñará el camino escogido: su alma vivirá feliz,
su descendencia poseerá la tierra.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza. Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él saca mis pies de la red.
Mírame, ¡oh Dios!, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.
Ensancha mi corazón oprimido y sácame de mis tribulaciones.
Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados; mira cuántos son mis enemigos, que me detestan con odio cruel.
Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado de haber acudido a ti. La inocencia y la rectitud me protegerán, porque espero en ti.
Salva, ¡oh Dios!, a Israel de todos sus peligros.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mírame, ¡oh Dios!, y sácame de mis tribulaciones, que estoy solo y afligido.
LECTURA BREVE Am 5, 8
El Señor creó las Pléyades y Orión, convierte la sombra en aurora, oscurece el día en noche; convoca las aguas del mar y las derrama sobre la superficie de la tierra. Su nombre es el Señor.
V. Honor y majestad lo preceden.
R. Fuerza y esplendor están en su templo.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, ante ti no existe ni la oscuridad ni las tinieblas, haz, pues, brillar sobre nosotros la claridad de tu luz, para que, guardando tus preceptos, caminemos siempre por tus sendas con el corazón jubiloso. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento de todo lo que existe, de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste dar tu vigor al que con fe te invoca.
Mira al hombre que es fiel y no te olvida, tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina, serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Salmo 125 – DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Ant 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad. Salmo 126 – EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es el fruto de las entrañas: son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad. Ant 3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo 127 – PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO ¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA BREVE Am 9, 6
El Señor construye en el cielo su morada, cimenta sobre la tierra su bóveda; convoca las aguas del mar y las derrama sobre la superficie de la tierra. Su nombre es el Señor.
V. El cielo proclama la gloria de Dios.
R. El firmamento pregona la obra de sus manos.
ORACIÓN
OREMOS,
Contempla, Señor, a tu familia en oración, y haz que imitando los ejemplos de paciencia de tu Hijo no decaiga nunca ante la adversidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: MÁRMOL CON SANGRE, TU FRENTE
Mármol con sangre, tu frente; lirios con sangre, tus manos; tus ojos, soles con muerte; luna con muerte, tus labios.
Así quiero verte, Cristo, sangriento jardín de nardos; así, con tus cinco llagas, cielo roto y estrellado.
Rojo y blanco, blanco y rojo, te vio la niña del cántico: bien merecido lo tienes,
por santo y enamorado.
Abismo reclama abismo:
¿o no lo sabías acaso?;
el amor llama a la muerte: muerte y amor son hermanos.
Amor quema, amor hiende carne y alma, pecho y labio. Amor, espada de fuego; amor, cauterio y taladro.
Así quiero verte, Cristo,
con sangre, lirios y mármol;
soles y lunas con muerte
en tus ojos y en tus labios. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Con amor eterno nos amó Dios; por eso levantado sobre la tierra nos
atrajo a su corazón, compadeciéndose de nosotros.
Salmo 112 – ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa, como madre feliz de hijos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Con amor eterno nos amó Dios; por eso levantado sobre la tierra nos atrajo a su corazón, compadeciéndose de nosotros.
Ant 2. Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas.
Salmo 145 – FELICIDAD DE LOS QUE ESPERAN EN DIOS.
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista.
No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar; exhalan el espíritu y vuelven al polvo, ese día perecen sus planes.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos; sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas.
Ant 3. Yo soy el buen pastor que apaciento mis ovejas, y doy mi vida por las ovejas.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo soy el buen pastor que apaciento mis ovejas, y doy mi vida por las ovejas.
LECTURA BREVE Ef 5, 25b-27
Cristo amó a su Iglesia y se entregó a la muerte por ella para santificarla, purificándola en el baño del agua, que va acompañado de la palabra, y para hacerla comparecer ante su presencia toda resplandeciente, sin mancha ni defecto ni cosa parecida, sino santa e inmaculada.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
V. Y ha hecho de nosotros reino y sacerdotes para el Dios y Padre suyo.
R. Por la virtud de su sangre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre. CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. He venido a traer fuego al mundo, y ¡cuánto deseo que esté ya ardiendo!
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. He venido a traer fuego al mundo, y ¡cuánto deseo que esté ya ardiendo!
PRECES
Acudamos, hermanos, a Jesús, descanso de nuestras almas fatigadas, y digámosle suplicantes:
Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.
Oh Jesús, que quisiste ser traspasado por la lanza para que de tu corazón abierto, al brotar el agua y la sangre, naciera tu esposa la Iglesia,
haz que esta Iglesia sea siempre santa e inmaculada.
Jesús, templo santo de Dios, destruido por los hombres y levantado nuevamente por el Padre,
dígnate hacer de la Iglesia morada del Altísimo.
Jesús, rey y centro de todos los corazones, que con amor eterno nos amas y nos atraes con misericordia,
renueva tu alianza con todos los hombres.
Jesús, paz y reconciliación nuestra, que has hecho las paces en un solo hombre nuevo, dando muerte al odio mediante la cruz,
danos acceso al Padre.
Jesús, vida y resurrección nuestra, alivio de los que están cansados y descanso de los que se sienten agobiados,
atrae hacia ti a los pecadores.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Jesús, que por tu amor desbordante te rebajaste hasta someterte incluso a la muerte y una muerte de cruz,
llama a los fieles difuntos a la resurrección.
Unidos a Jesucristo, que nos ama como hermano, acudamos al Padre, diciendo:
Padre nuestro…
ORACION
Te pedimos, Dios todopoderoso y eterno, que, al celebrar la grandeza del amor que resplandece en el corazón de tu Hijo, recibamos de esta fuente divina gracias cada vez más abundantes. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría.
Si poco fue el amor en nuestro empeño de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran amor que todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración. Salmo 4 – ACCIÓN DE GRACIAS.
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.
Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor, amaréis la falsedad y buscaréis el engaño? Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad y no pequéis, reflexionad en el silencio de vuestro lecho; ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.
Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»
Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino.
En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración. Ant 2. Durante la noche, bendecid al Señor.
Salmo 133 – ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y ahora bendecid al Señor, los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor:
Levantad las manos hacia el santuario, y bendecid al Señor.
El Señor te bendiga desde Sión: el que hizo cielo y tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Durante la noche, bendecid al Señor.
LECTURA BREVE Dt 6, 4-7
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!