TIEMPO PASCUAL DOMINGO DE SEMANA VI Propio del Tiempo. Salterio II
5 de mayo
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día: V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona: Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: OH PERPETUO PASTOR QUE PURIFICAS
Oh perpetuo Pastor que purificas
a tu grey con las aguas bautismales,
en las que hallan limpieza nuestras mentes y sepulcro final nuestras maldades.
Oh tú que, al ver manchada nuestra especie por obra del demonio y de sus fraudes, asumiste la carne de los hombres
y su forma perdida reformaste.
Oh tú que, en una cruz clavado un día, llegaste por amor a extremos tales, que pagaste la deuda de los hombres con el precio divino de tu sangre.
Oh Jesucristo, libra de la muerte
a cuantos hoy reviven y renacen,
para que seas el perenne gozo
pascual de nuestras mentes inmortales.
Gloria al Padre celeste y gloria al Hijo,
que de la muerte resurgió triunfante,
y gloria con entrambos al divino Paracleto,
por siglos incesantes. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya. La piedra ha sido removida de la entrada del sepulcro.
Aleluya.
Salmo 103 I – HIMNO AL DIOS CREADOR
Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.
Extiendes los cielos como una tienda, construyes tu morada sobre las aguas; las nubes te sirven de carroza, avanzas en las alas del viento;
los vientos te sirven de mensajeros; el fuego llameante, de ministro.
Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás;
la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas;
pero a tu bramido huyeron,
al fragor de tu trueno se precipitaron,
mientras subían los montes y bajaban los valles: cada cual al puesto asignado.
Trazaste una frontera que no traspasarán,
y no volverán a cubrir la tierra.
De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes;
en ellos beben las fieras de los campos, el asno salvaje apaga su sed;
junto a ellos habitan las aves del cielo, y entre las frondas se oye su canto.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya. La piedra ha sido removida de la entrada del sepulcro. Aleluya. Ant 2. Aleluya. ¿A quién buscas, mujer?, ¿al que está vivo entre los
muertos? Aleluya.
Salmo 103 II
Desde tu morada riegas los montes,
y la tierra se sacia de tu acción fecunda; haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre.
Él saca pan de los campos,
y vino que le alegra el corazón; y aceite que da brillo a su rostro, y alimento que le da fuerzas.
Se llenan de savia los árboles del Señor, los cedros del Líbano que él plantó:
allí anidan los pájaros,
en su cima pone casa la cigüeña.
Los riscos son para las cabras,
las peñas son madriguera de erizos.
Hiciste la luna con sus fases,
el sol conoce su ocaso.
Pones las tinieblas y viene la noche y rondan las fieras de la selva;
los cachorros rugen por la presa, reclamando a Dios su comida.
Cuando brilla el sol, se retiran,
y se tumban en sus guaridas;
el hombre sale a sus faenas,
a su labranza hasta el atardecer.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya. ¿A quién buscas, mujer?, ¿al que está vivo entre los muertos? Aleluya.
Ant 3. Aleluya. No llores, María; ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 103 III
¡Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría!; la tierra está llena de tus creaturas.
Ahí está el mar: ancho y dilatado, en él bullen, sin número, animales pequeños y grandes;
lo surcan las naves, y el Leviatán que modelaste para que retoce.
Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo: se la echas, y la atrapan;
abres tu mano, y se sacian de bienes;
escondes tu rostro, y se espantan; les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.
Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Cuando él mira la tierra, ella tiembla; cuando toca los montes, humean.
Cantaré al Señor mientras viva, tocaré para mi Dios mientras exista: que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.
Que se acaben los pecadores en la tierra, que los malvados no existan más. ¡Bendice, alma mía, al Señor!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya. No llores, María; ha resucitado el Señor. Aleluya. V. Mi corazón se alegra. Aleluya.
R. Y te canto agradecido. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De los Hechos de los apóstoles 20, 17-38
EXHORTACIÓN DE PABLO A LOS PASTORES DE LA IGLESIA DE ÉFESO
En aquellos días, desde Mileto, mandó Pablo llamar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso. Cuando se presentaron les dijo:
«Vosotros sabéis que todo el tiempo que he estado aquí, desde el día que por primera vez puse pie en Asia, he servido al Señor con toda humildad, en las penas y pruebas que me han procurado las maquinaciones de los judíos. Sabéis que no he ahorrado medio alguno, que he predicado y enseñado en público y en privado, insistiendo a judíos y griegos a que se convirtieran y crean en nuestro Señor Jesús.
Y ahora me dirijo a Jerusalén, forzado por el Espíritu. No sé lo que me espera allí, sólo sé que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me asegura que me aguardan cárceles y luchas. Pero a mí no me importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios.
He pasado por aquí predicando el reino, y ahora sé que ninguno de vosotros me volverá a ver. Por eso declaro hoy que no soy responsable de la suerte de nadie: nunca me he reservado nada, os he anunciado enteramente el plan de Dios.
Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo. Ya sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces que no tendrán piedad del rebaño. Incluso algunos de vosotros deformarán la doctrina y arrastrarán a los discípulos. Por eso, estad alerta: acordaos que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os dejo en manos de Dios y de su palabra que es gracia, y tiene poder para construiros y daros parte en la herencia de los santos.
A nadie le he pedido dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han ganado lo necesario para mí y mis compañeros. Siempre os he enseñado que es nuestro deber trabajar para socorrer a los necesitados, acordándonos de las palabras del Señor Jesús: “Más dichoso es el que da que el que recibe.”»
Cuando terminó de hablar, se pusieron todos de rodillas, y Pablo rezó con todos ellos. Hubo abundantes lágrimas por parte de todos, y, echándose al cuello de Pablo, lo abrazaron afectuosamente. Estaban afligidos, sobre todo porque les había dicho que ya no lo volverían a ver. Y así lo acompañaron hasta la nave.
RESPONSORIO Hch 20, 28; 1Co 4, 2
R. Tened cuidado del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, * como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo, Aleluya.
V. En un administrador lo que se busca es que sea fiel.
R. Como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo, sobre la segunda carta a los Corintios
(Cap. 5. 5–6. 2: PG 74, 942-943)
DIOS NOS HA RECONCILIADO POR MEDIO DE CRISTO Y NOS HA CONFIADO EL MINISTERIO DE ESTA RECONCILIACIÓN
Los que poseen las arras del Espíritu y la esperanza de la resurrección, como si poseyeran ya aquello que esperan, pueden afirmar que desde ahora ya no conocen a nadie según la carne: todos, en efecto, somos espirituales y ajenos a la corrupción de la carne. Porque, desde el momento en que ha amanecido para nosotros la luz del Unigénito, somos transformados en la misma Palabra que da vida a todas las cosas. Y, si bien es verdad que
cuando reinaba el pecado estábamos sujetos por los lazos de la muerte, al introducirse en el mundo la justicia de Cristo quedamos libres de la corrupción.
Por tanto, ya nadie vive en la carne, es decir, ya nadie está sujeto a la debilidad de la carne, a la que ciertamente pertenece la corrupción, entre otras cosas; en este sentido, dice el Apóstol: Si en un tiempo conocimos a Cristo según la carne, ya ahora no es así. Es como quien dice: La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros, y, para que nosotros tuviésemos vida, sufrió la muerte según la carne, y así es como conocimos a Cristo; sin embargo, ahora ya no es así como lo conocemos. Pues, aunque retiene su cuerpo humano, ya que resucitó al tercer día y vive en el cielo junto al Padre, no obstante, su existencia es superior a la meramente carnal, puesto que ya no muere, la muerte no tiene ya poder sobre él; su muerte fue un morir al pecado de una vez para siempre, mas su vida es un vivir para Dios.
Si tal es la condición de aquel que se convirtió para nosotros en abanderado y precursor de la vida, es necesario que nosotros, siguiendo sus huellas, formemos parte de los que viven por encima de la carne, y no en la carne. Por esto, dice con toda razón san Pablo: El que es de Cristo es una creatura nueva: lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Hemos sido, en efecto, justificados por la fe en Cristo, y ha cesado el efecto de la maldición, puesto que él ha resucitado por librarnos, conculcando el poder de la muerte; y, además, hemos conocido al que es por naturaleza propia Dios verdadero, a quien damos culto en espíritu y en verdad, por mediación del Hijo, quien derrama sobre el mundo las bendiciones divinas que proceden del Padre.
Por lo cual, dice acertadamente san Pablo: Todo esto se lo debemos a Dios, que nos ha reconciliado consigo por medio de Cristo, ya que el misterio de la encarnación y la renovación consiguiente a la misma se realizaron de acuerdo con el designio del Padre. No hay que olvidar que por Cristo tenemos acceso al Padre, ya que nadie va al Padre, como afirma el mismo Cristo, sino por él. Y, así, todo esto se lo debemos a Dios, que nos ha reconciliado por medio de Cristo, y nos ha confiado el ministerio de esta reconciliación.
RESPONSORIO Rm 5, 11; Col 1. 19-20
R. Ponemos nuestra gloria y confianza en Dios gracias a nuestro Señor Jesucristo, * por cuyo medio hemos obtenido ahora la reconciliación. Aleluya.
V. En él quiso Dios que residiera toda plenitud; y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas.
R. Por cuyo medio hemos obtenido ahora la reconciliación. Aleluya.
Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún día, como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Concédenos, Dios todopoderoso, continuar celebrando con amor ferviente estos días de alegría en honor de Cristo resucitado, y que los misterios que estamos recordando transformen nuestra vida y se manifiesten en nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Himno: ESTABA AL ALBA MARÍA
Estaba al alba María, llamándole con sus lágrimas.
Vino la Gloria del Padre
y amaneció el primer día. Envuelto en la blanca túnica de su propia luz divina
-la sábana de la muerte dejada en tumba vacía-, Jesús, alzado, reinaba; pero ella no lo veía.
Estaba al alba María,
la fiel esposa que aguarda.
Mueva el Espíritu al aura en el jardín de la vida.
Las flores huelan la Pascua de la carne sin mancilla,
y quede quieta la esposa
sin preguntas ni fatiga. ¡Ya está delante el esposo, venido de la colina!
Estaba al alba María,
porque era la enamorada. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.
Salmo 117 – HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia, veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban como avispas, ardiendo como fuego en las zarzas, en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.
Ant 2. Bendito eres, Señor, sobre el trono de tu reino. Aleluya. Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres: a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, Santo y glorioso: a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria: a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino: a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos: a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo: a ti honor y alabanza por los siglos.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito eres, Señor, sobre el trono de tu reino. Aleluya.
Ant 3. Adorad al Señor que está sentado en el trono y decid: «¡Amén,
aleluya!»
Salmo 150 – ALABAD AL SEÑOR.
Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su augusto firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Adorad al Señor que está sentado en el trono y decid: «¡Amén, aleluya!»
LECTURA BREVE Hch 10, 40-43
Dios resucitó a Jesús al tercer día e hizo que se apareciese no a todo el pueblo, sino a nosotros, que somos los testigos elegidos de antemano por Dios. Nosotros hemos comido y bebido con él, después que Dios lo resucitó de entre los muertos. Y él nos mandó predicar al pueblo y atestiguar que ha sido constituido por Dios juez de vivos y muertos. De él hablan todos los profetas y aseguran que cuantos tengan fe en él recibirán por su nombre el perdón de sus pecados.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya. V. Tú que has resucitado de entre los muertos.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya. CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Como el Padre me amó, así también yo os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Aleluya
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Lc 1, 68-79
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Como el Padre me amó, así también yo os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Aleluya
PRECES
Invoquemos a Dios, Padre todopoderoso, que resucitó a Jesús, nuestro jefe y salvador, y aclamémoslo, diciendo:
Ilumínanos, Señor, con la luz de Cristo.
Padre santo, que hiciste pasar a tu Hijo amado de las tinieblas de la muerte a la luz de tu gloria,
haz que podamos llegar también nosotros a tu luz admirable.
Tú que nos has salvado por la fe,
haz que vivamos hoy según la fe que profesamos en nuestro bautismo.
Tú que quieres que busquemos las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a tu derecha,
líbranos de la seducción del pecado.
Haz que nuestra vida, oculta en ti con Cristo, brille en el mundo, para que aparezcan los cielos nuevos y la tierra nueva.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijámonos ahora al Padre con las palabras que el Espíritu del Señor resucitado pone en nuestra boca:
Padre nuestro…
ORACION
Concédenos, Dios todopoderoso, continuar celebrando con amor ferviente estos días de alegría en honor de Cristo resucitado, y que los misterios que estamos recordando transformen nuestra vida y se manifiesten en nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESPÍRITU DE DIOS, LA TIERRA LLENAS
Espíritu de Dios, la tierra llenas,
las mentes de los hombres las bañas en tu luz, tú que eres Luz de Dios, divino fuego,
infunde en todo hombre la fuerza de la cruz.
Sé luz resplandeciente en las tinieblas
de quienes el pecado sumió en la obscuridad, reúne en la asamblea de los hijos
los justos que te amaron, los muertos por la paz.
Acaba en plenitud al Cristo vivo,
confirma en el creyente la gracia y el perdón, reúnelos a todos en la Iglesia,
testigos jubilosos de la resurrección. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 119 – DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos, de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios, lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac, acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz; cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 – EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Cf. 1Co 15, 3b-5
Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, y fue sepultado; resucitó al tercer día y vive, según lo anunciaron también las Escrituras. Y se apareció a Cefas y luego a los Doce.
V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. R. Y se ha aparecido a Simón. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Concédenos, Dios todopoderoso, continuar celebrando con amor ferviente estos días de alegría en honor de Cristo resucitado, y que los misterios que estamos recordando transformen nuestra vida y se manifiesten en nuestras obras. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL DÍA ESTÁ EN SU CUMBRE
Cuando la luz del día está en su cumbre, eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza celebran ya la fiesta de la Vida
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente; sembradas de esperanzas nuestras vidas, serán en ti cosecha para siempre.
Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro, de tu radiante luz llena este día, camino de alegría y de esperanza, cabal acontecer de nueva vida.
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 22 – EL BUEN PASTOR
El Señor es mi Pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
SALMO 75 I – ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA
Dios se manifiesta en Judá,
su fama es grande en Israel;
su tabernáculo está en Jerusalén, su morada en Sión:
allí quebró los relámpagos del arco, el escudo, la espada y la guerra.
Tú eres deslumbrante, magnífico,
con montones de botín conquistados.
Los valientes duermen su sueño,
y a los guerreros no les responden sus brazos. Con un bramido, ¡oh Dios de Jacob!, inmovilizaste carros y caballos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
SALMO 75 II
Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti al ímpetu de tu ira?
Desde el cielo proclamas la sentencia:
la tierra teme sobrecogida,
cuando Dios se pone en pie para juzgar, para salvar a los humildes de la tierra.
La cólera humana tendrá que alabarte, los que sobrevivan al castigo te rodearán. Haced votos al Señor y cumplidlos,
y traigan los vasallos tributo al Temible: él deja sin aliento a los príncipes,
y es temible para los reyes del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Ef 2, 4-6
Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aún cuando estábamos muertos por nuestros pecados, nos vivificó con Cristo – por pura gracia habéis sido salvados- y nos resucitó con él, y nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús.
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. R. Al ver al Señor. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Concédenos, Dios todopoderoso, continuar celebrando con amor ferviente estos días de alegría en honor de Cristo resucitado, y que los misterios que estamos recordando transformen nuestra vida y se manifiesten en nuestras obras. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: SALVADOR DEL MUNDO
Salvador del mundo, Señor de los ángeles: por tu cruz gloriosa la muerte venciste.
Oh Señor, consérvanos los dones amables que, con sufrimientos, tú nos mereciste.
Y a quienes a precio de dolor salvaste, llévalos al cielo para que te alaben.
Llévanos a todos,
Señor, suplicámoste, pues que nos hiciste reino de tu Padre. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 125 – DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 – EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es el fruto de las entrañas: son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 – PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Rm 6, 4
Por nuestro bautismo fuimos sepultados con Cristo, para participar de su muerte; para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva.
V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya. R. Porque ya es tarde. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Concédenos, Dios todopoderoso, continuar celebrando con amor ferviente estos días de alegría en honor de Cristo resucitado, y que los misterios que estamos recordando transformen nuestra vida y se manifiesten en nuestras obras. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios.
II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: AL FIN SERÁ LA PAZ Y LA CORONA
Al fin será la paz y la corona,
los vítores, las palmas sacudidas, y un aleluya inmenso como el cielo para cantar la gloria del Mesías.
Será el estrecho abrazo de los hombres, sin muerte, sin pecado, sin envidia; será el amor perfecto del encuentro, será como quien llora de alegría.
Porque hoy remonta el vuelo el sepultado y va por el sendero de la vida
a saciarse de gozo junto al Padre
y a preparar la mesa de familia.
Se fue, pero volvía, se mostraba,
lo abrazaban, hablaba, compartía; y escondido la Iglesia lo contempla, lo adora más presente todavía.
Hundimos en sus ojos la mirada,
y ya es nuestra la historia que principia, nuestros son los laureles de su frente, aunque un día le dimos las espinas.
Que el tiempo y el espacio limitados sumisos al Espíritu se rindan,
y dejen paso a Cristo omnipotente,
a quien gozoso el mundo glorifica. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dios resucitó a Cristo de entre los muertos y lo hizo sentar en su gloria. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 – EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente, por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios resucitó a Cristo de entre los muertos y lo hizo sentar en su gloria. Aleluya.
Ant 2. Habéis renunciado a los ídolos para consagraros al Dios vivo. Aleluya.
Salmo 113 B – HIMNO AL DIOS VERDADERO.
No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria;
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones: «Dónde está su Dios»?
Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas:
tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven; tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;
tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
que sean igual los que los hacen, cuantos confían en ellos.
Israel confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor: él es su auxilio y su escudo.
Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga, bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.
Que el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos; benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.
Los muertos ya no alaban al Señor, ni los que bajan al silencio. Nosotros, sí, bendeciremos al Señor ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Habéis renunciado a los ídolos para consagraros al Dios vivo. Aleluya. Ant 3. Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios.
Aleluya.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO – Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios (R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes. R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. (R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero. (R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido. R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios. Aleluya.
LECTURA BREVE Hb 10, 12-14
Cristo, habiendo ofrecido un solo sacrificio en expiación de los pecados, está sentado para siempre a la diestra de Dios, y espera el tiempo que falta «hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies». Así, con una sola oblación, ha llevado para siempre a la perfección en la gloria a los que ha santificado.
RESPONSORIO BREVE
V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.
R. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya. V. Y se ha aparecido a Simón.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al
R. Verdaderamente ha
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando. Aleluya Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Hijo, y al Espíritu Santo.
resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando. Aleluya
PRECES
Oremos a Dios Padre, que resucitó a su Hijo Jesucristo y lo exaltó a su derecha, y digámosle:
Haz que participemos, Señor, de la gloria de Cristo.
Padre justo, que por la victoria de la cruz elevaste a Cristo sobre la tierra, atrae hacia él a todos los hombres.
Por tu Hijo glorificado, envía, Señor, sobre tu Iglesia al Espíritu Santo,
a fin de que tu pueblo sea en medio del mundo signo de la unidad de los hombres.
Conserva en la fe de su bautismo a la nueva prole renacida del agua y del Espíritu Santo,
para que alcance la vida eterna.
Por tu Hijo glorificado, ayuda, Señor, a los que sufren, da la libertad a los presos, la salud a los enfermos
y la abundancia de tus bienes a todos los hombres.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
A nuestros hermanos difuntos, a quienes mientras vivían en este mundo diste el cuerpo y la sangre de tu Hijo glorioso,
concédeles la gloria de la resurrección en el último día.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro…
ORACION
Concédenos, Dios todopoderoso, continuar celebrando con amor ferviente estos días de alegría en honor de Cristo resucitado, y que los misterios que estamos recordando transformen nuestra vida y se manifiesten en nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: EN TI, SEÑOR, REPOSAN NUESTRAS VIDAS
En ti, Señor, reposan nuestras vidas en el descanso santo de la noche; tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.
En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades; amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.
Vencedor de la muerte y de las sombras, Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 90 – A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío. Dios mío, confío en ti.»
Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil, diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu refugio, tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos;
te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya. Ruega al Señor por nosotros, aleluya.