Viernes 4 de octubre 2024

TIEMPO ORDINARIO
VIERNES DE LA SEMANA XXVI
Del Común de santos varones: para los santos religiosos. Salterio II
4 de octubre
SAN FRANCISCO DE ASÍS. (MEMORIA)
Nació en Asís el año 1182; después de una juventud frívola, se convirtió,
renunció a los bienes paternos y se entregó de lleno a Dios. Abrazó la
pobreza y vivió una vida evangélica, predicando a todos el amor de Dios.
Dio a sus seguidores unas sabias normas, que luego fueron aprobadas por
la Santa Sede. Inició también una nueva orden de monjas y un grupo de
penitentes que vivían en el mundo, así como la predicación entre los
infieles. Murió el año 1226.
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Venid, adoremos al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
Himno: DICHOSOS LOS QUE, OYENDO LA LLAMADA
Dichosos los que, oyendo la llamada
de la fe y del amor en vuestra vida,
creísteis que la vida os era dada
para darla en amor y con fe viva.
Dichosos, si abrazasteis la pobreza
para llenar de Dios vuestras alforjas,
para servirle a él con fortaleza,
con gozo y con amor a todas horas.
Dichosos mensajeros de verdades,
que fuisteis por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades,
pregonando la paz contra las guerras.
Dichosos, del amor dispensadores,
dichosos, de los tristes el consuelo,
dichosos, de los hombres servidores,
dichosos, herederos de los cielos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Nos diste, Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso damos gracias
a tu nombre.
Salmo 43 I ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS QUE SUFRE ENTREGADO A SUS
ENEMIGOS
¡Oh Dios!, nuestros oídos lo oyeron,
nuestros padres nos lo han contado:
la obra que realizaste en sus días,
en los años remotos.
Tú mismo, con tu mano, desposeíste a los gentiles,
y los plantaste a ellos;
trituraste a las naciones,
y los hiciste crecer a ellos.
Porque no fue su espada la que ocupó la tierra,
ni su brazo el que les dio la victoria;
sino tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro,
porque tú los amabas.
Mi rey y mi Dios eres tú,
que das la victoria a Jacob:
con tu auxilio embestimos al enemigo,
en tu nombre pisoteamos al agresor.
Pues yo no confío en mi arco,
ni mi espada me da la victoria;
tú nos das la victoria sobre el enemigo
y derrotas a nuestros adversarios.
Dios ha sido siempre nuestro orgullo,
y siempre damos gracias a tu nombre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Nos diste, Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso damos gracias a
tu nombre.
Ant 2. Perdónanos, Señor, y no entregues tu heredad al oprobio.
Salmo 43 II
Ahora, en cambio, nos rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales, Señor, con nuestras tropas:
nos haces retroceder ante el enemigo,
y nuestro adversario nos saquea.
Nos entregas como ovejas a la matanza
y nos has dispersado por las naciones;
vendes a tu pueblo por nada,
no lo tasas muy alto.
Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla de los que nos rodean;
nos has hecho el refrán de los gentiles,
nos hacen muecas las naciones.
Tengo siempre delante mi deshonra,
y la vergüenza me cubre la cara
al oír insultos e injurias,
al ver a mi rival y a mi enemigo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Perdónanos, Señor, y no entregues tu heredad al oprobio.
Ant 3. Levántate, Señor, y redímenos por tu misericordia.
Salmo 43 III
Todo esto nos viene encima,
sin haberte olvidado
ni haber violado tu alianza,
sin que se volviera atrás nuestro corazón
ni se desviaran de tu camino nuestros pasos;
y tú nos arrojaste a un lugar de chacales
y nos cubriste de tinieblas.
Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios
y extendido las manos a un dios extraño,
el Señor lo habría averiguado,
pues él penetra los secretos del corazón.
Por tu causa nos degüellan cada día,
nos tratan como a ovejas de matanza.
Despierta, Señor, ¿por qué duermes?
Levántate, no nos rechaces más.
¿Por qué nos escondes tu rostro
y olvidas nuestra desgracia y opresión?
Nuestro aliento se hunde en el polvo,
nuestro vientre está pegado al suelo.
Levántate a socorrernos,
redímenos por tu misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Levántate, Señor, y redímenos por tu misericordia.
V. Señor, ¿a quién vamos a ir?
R. Tú tienes palabras de vida eterna.
PRIMERA LECTURA
Del libro de Judit 10, 1-5. 11-16; 11, 1-6. 18-21
JUDIT SE PRESENTA ANTE HOLOFERNES
En aquellos días, cuando Judit terminó de suplicar al Dios de Israel y acabó
sus rezos, se puso en pie, llamó al ama de llaves y bajó a la casa, en la que
pasaba los sábados y días de fiesta; se despojó del sayal, se quitó el vestido
de luto, se bañó, se ungió con un perfume intenso, se peinó, se puso una
diadema y se vistió la ropa de fiesta que se ponía en vida de su marido
Manasés; se calzó las sandalias, se puso los collares, las ajorcas, los anillos,
los pendientes y todas sus joyas. Quedó bellísima, capaz de seducir a los
hombres que la viesen. Luego, entregó a su ama de llaves un odre de vino y
una aceitera; llenó las alforjas con galletas, un pan de frutas secas y panes
puros; empaquetó las provisiones y se las dio al ama.
Cuando caminaban derecho por el valle, les salió al encuentro una
avanzadilla asiria, que les echó el alto:
«¿De qué nación eres, de dónde vienes y a dónde vas?»
Judit respondió:
«Soy hebrea, y huyo de mi gente porque les falta poco para caer en
vuestras manos. Quisiera presentarme a Holofernes, vuestro generalísimo,
para darle informaciones auténticas; le enseñaré el camino por donde
puede pasar y conquistar toda la sierra sin que caiga uno solo de sus
hombres.»
Mientras la escuchaban, admiraban aquel rostro, que les parecía un prodigio
de belleza, y le dijeron:
«Has salvado la vida apresurándote a bajar para presentarte a nuestro jefe.
Ve ahora a su tienda; te escoltarán hasta allá algunos de los nuestros. Y,
cuando estés ante él, no tengas miedo; dile lo que nos has dicho, y te
tratará bien.»
Eligieron a cien hombres, que escoltaron a Judit y su ama de llaves hasta la
tienda de Holofernes. Holofernes le dijo:
«Ánimo, mujer, no tengas miedo; yo no he hecho nunca daño a nadie que
quiera servir a Nabucodonosor, rey del mundo entero. Incluso si tu gente de
la sierra no me hubiese despreciado, yo no blandiría mi lanza contra ellos.
Pero ellos se lo han buscado. Bien. Dime por qué te has escapado y te
pasas a nosotros. Viniendo, has salvado la vida. Ánimo, no correrás peligro
ni esta noche ni después. Nadie te tratará mal. Nos portaremos bien
contigo, como con los siervos de mi señor, el rey Nabucodonosor.»
Entonces Judit le dijo:
«Permíteme hablarte, y acoge las palabras de tu esclava. No mentiré esta
noche a mi señor. Si haces caso a las palabras de tu esclava, Dios llevará a
buen término tu campaña, no fallarás en tus planes. Pues, ¡por vida de
Nabucodonosor, rey del mundo entero, que te ha enviado para poner en
orden a todos, y por su imperio! Gracias a ti no sólo le servirán los
hombres, sino que por tu poder hasta las fieras, y los rebaños, y las aves
del cielo vivirán a disposición de Nabucodonosor y de su casa. Porque
hemos oído hablar de tu sabiduría y tu astucia, y todo el mundo comenta
que tú eres el mejor en todo el imperio, el consejero más hábil y el
estratega más admirado.»
Las palabras de Judit agradaron a Holofernes; y sus oficiales, admirados de
la prudencia de Judit, comentaron:
«En toda la tierra, de punta a cabo, no hay una mujer tan bella y que hable
tan bien.»
Y Holofernes le dijo:
«Dios ha hecho bien enviándote por delante de los tuyos para darnos a
nosotros el poder y destruir a los que despreciaron a mi señor. Eres tan
hermosa como elocuente. Si haces lo que has dicho, tu Dios será mi Dios,
vivirás en el palacio del rey Nabucodonosor y serás célebre en todo el
mundo.»
RESPONSORIO Cf. Jdt 9, 17; cf. 6, 15
R. Señor, Dios del cielo y de la tierra, creador de las aguas, rey de toda la
creación, * escucha las plegarias de tus hijos.
V. Señor, rey de cielos y tierra, ten misericordia de nuestra debilidad.
R. Escucha las plegarias de tus hijos.
SEGUNDA LECTURA
De las Cartas de san Francisco de Asís, dirigidas a todos los fieles
(Opúsculos, edición Quaracchi [Florencia], 1949, 87-94)
DEBEMOS SER SENCILLOS, HUMILDES Y PUROS
La venida al mundo del Verbo del Padre, tan digno, tan santo y tan glorioso,
fue anunciada por el Padre altísimo, por boca de su santo arcángel Gabriel,
a la santa y gloriosa Virgen María, de cuyo seno recibió una auténtica
naturaleza humana, frágil como la nuestra. Él, siendo rico sobre toda
ponderación, quiso elegir la pobreza, junto con su santísima madre. Y, al
acercarse su pasión, celebró la Pascua con sus discípulos. Luego oró al
Padre, diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mi este cáliz.
Sin embargo, sometió su voluntad a la del Padre. Y la voluntad del Padre
fue que su Hijo bendito y glorioso, a quien entregó por nosotros y que nació
por nosotros, se ofreciese a sí mismo como sacrificio y víctima en el ara de
la cruz, con su propia sangre, no por sí mismo, por quien han sido hechas
todas las cosas, sino por nuestros pecados, dejándonos un ejemplo para
que sigamos sus huellas. Y quiere que todos nos salvemos por él y lo
recibamos con puro corazón y cuerpo casto.
¡Qué dichosos y benditos son los que aman al Señor y cumplen lo que dice
el mismo Señor en el Evangelio: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón y con toda tu alma y a tu prójimo como a ti mismo! Amemos, pues,
a Dios y adoremoslo con puro corazón y con mente pura, ya que él nos
hace saber cuál es su mayor deseo, cuando dice: Los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque todos los que
lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad. Y dirijámosle, día y
noche, nuestra alabanza y oración, diciendo: Padre nuestro, que estás en el
cielo; porque debemos orar siempre y no desfallecer jamás.
Procuremos, además, dar frutos de verdadero arrepentimiento. Y amemos
al prójimo como a nosotros mismos. Tengamos caridad y humildad y demos
limosna, ya que ésta lava las almas de la inmundicia del pecado. En efecto,
los hombres pierden todo lo que dejan en este mundo; tan sólo se llevan
consigo el premio de su caridad y las limosnas que practicaron, por las
cuales recibirán del Señor la recompensa y una digna remuneración.
No debemos ser sabios y prudentes según la carne, sino más bien sencillos,
humildes y puros. Nunca debemos desear estar por encima de los demás,
sino, al contrarío, debemos, a ejemplo del Señor, vivir como servidores y
sumisos a toda humana creatura, movidos por el amor de Dios. El Espíritu
del Señor reposará sobre los que así obren y perseveren hasta el fin, y los
convertirá en el lugar de su estancia y su morada, y serán hijos del Padre
celestial, cuyas obras imitan; ellos son los esposos, los hermanos y las
madres de nuestro Señor Jesucristo.
RESPONSORIO Mt 5, 3-4. 6
R. Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos .

  • Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
    V. Dichosos los que tienen hambre y sed de ser justos, porque ellos
    quedarán saciados.
    R. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
    ORACIÓN.
    OREMOS,
    Señor Dios, que en el pobre y humilde Francisco de Asís has dado a tu
    Iglesia una imagen viva de Jesucristo, haz que nosotros, siguiendo su
    ejemplo, imitemos a tu Hijo y vivamos, como este santo, unidos a ti en el
    gozo del amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
    contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
    Amén
    CONCLUSIÓN
    V. Bendigamos al Señor.
    R. Demos gracias a Dios.
    LAUDES
    (Oración de la mañana)
    INVITATORIO
    (Si Laudes no es la primera oración del día
    se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
    V. Señor abre mis labios
    R. Y mi boca proclamará tu alabanza
    Ant. Venid, adoremos al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.
    Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
    Venid, aclamemos al Señor,
    demos vítores a la Roca que nos salva;
    entremos a su presencia dándole gracias,
    aclamándolo con cantos.
    Porque el Señor es un Dios grande,
    soberano de todos los dioses:
    tiene en su mano las simas de la tierra,
    son suyas las cumbres de los montes;
    suyo es el mar, porque él lo hizo,
    la tierra firme que modelaron sus manos.
    Venid, postrémonos por tierra,
    bendiciendo al Señor, creador nuestro.
    Porque él es nuestro Dios,
    y nosotros su pueblo,
    el rebaño que él guía.
    Ojalá escuchéis hoy su voz:
    «No endurezcáis el corazón como en Meribá,
    como el día de Masá en el desierto;
    cuando vuestros padres me pusieron a prueba
    y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
    Durante cuarenta años
    aquella generación me repugnó, y dije:
    Es un pueblo de corazón extraviado,
    que no reconoce mi camino;
    por eso he jurado en mi cólera
    que no entrarán en mi descanso»
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Venid, adoremos al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.
    Himno: VEN FRANCISCO A TUS HERMANOS.
    Ven, Francisco, a tus hermanos,
    visita a los pobrecillos;
    ven traspasado de amor
    por las heridas de Cristo;
    como nueva primavera
    después del invierno frío.
    Ven, que los hombres te vean
    por el mundo peregrino:
    liberado, sin alforja
    y sin dinero en el cinto;
    y anuncia la paz y el bien
    con los labios florecidos.
    Ven con los brazos sin armas,
    hermano suave y pacífico;
    ven, menor de los menores,
    de corazón compasivo;
    profeta sin amargura,
    ven con el ramo de olivo.
    Ven, penitente gozoso,
    que lloras de regocijo;
    heraldo loco de amor
    y paz de los enemigos;
    ven por los barrios y plazas,
    juglar del perdón divino.
    Ven, ángel de buenas nuevas,
    háblanos de Jesucristo;
    ven, boca del Evangelio,
    cristiano sabio y sencillo;
    hermano tan deseado,
    Francisco tan bien querido. Amén
    SALMODIA
    Ant 1. Despierta tu poder, Señor, y ven a salvarnos.
    Salmo 79 – VEN A VISITAR TU VIÑA
    Pastor de Israel, escucha,
    tú que guías a José como a un rebaño;
    tú que te sientas sobre querubines, resplandece
    ante Efraím, Benjamín y Manasés;
    despierta tu poder y ven a salvarnos.
    ¡Oh Dios!, restáuranos,
    que brille tu rostro y nos salve.
    Señor Dios de los ejércitos,
    ¿hasta cuándo estarás airado
    mientras tu pueblo te suplica?
    Le diste a comer llanto,
    a beber lágrimas a tragos;
    nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos,
    nuestros enemigos se burlan de nosotros.
    Dios de los ejércitos, restáuranos,
    que brille tu rostro y nos salve.
    Sacaste una vid de Egipto,
    expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste;
    le preparaste el terreno y echó raíces
    hasta llenar el país;
    su sombra cubría las montañas,
    y sus pámpanos, los cedros altísimos;
    extendió sus sarmientos hasta el mar,
    y sus brotes hasta el Gran Río.
    ¿Por qué has derribado su cerca
    para que la saqueen los viandantes,
    la pisoteen los jabalíes
    y se la coman las alimañas?
    Dios de los ejércitos, vuélvete:
    mira desde el cielo, fíjate,
    ven a visitar tu viña,
    la cepa que tu diestra plantó,
    y que tú hiciste vigorosa.
    La han talado y le han prendido fuego:
    con un bramido hazlos perecer.
    Que tu mano proteja a tu escogido,
    al hombre que tú fortaleciste.
    No nos alejaremos de ti:
    danos vida, para que invoquemos tu nombre.
    Señor Dios de los ejércitos, restáuranos,
    que brille tu rostro y nos salve.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Despierta tu poder, Señor, y ven a salvarnos.
    Ant 2. Anunciad a toda la tierra que el señor hizo proezas.
    Cántico: ACCION DE GRACIAS DEL PUEBLO SALVADO – Is 12, 1-6
    Te doy gracias, Señor,
    porque estabas airado contra mí,
    pero ha cesado tu ira
    y me has consolado.
    Él es mi Dios y salvador:
    confiaré y no temeré,
    porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
    él fue mi salvación.
    Y sacaréis aguas con gozo
    de las fuentes de la salvación.
    Aquel día, diréis:
    Dad gracias al Señor,
    invocad su nombre,
    contad a los pueblos sus hazañas,
    proclamad que su nombre es excelso.
    Tañed para el Señor, que hizo proezas;
    anunciadlas a toda la tierra;
    gritad jubilosos, habitantes de Sión:
    «¡Qué grande es en medio de ti
    el Santo de Israel!».
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Anunciad a toda la tierra que el señor hizo proezas.
    Ant 3. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
    Salmo 80 – SOLEMNE RENOVACIÓN DE LA ALIANZA
    Aclamad a Dios, nuestra fuerza;
    dad vítores al Dios de Jacob:
    acompañad, tocad los panderos,
    las cítaras templadas y las arpas;
    tocad la trompeta por la luna nueva,
    por la luna llena, que es nuestra fiesta;
    porque es una ley de Israel,
    un precepto del Dios de Jacob,
    una norma establecida para José
    al salir de Egipto.
    Oigo un lenguaje desconocido:
    «Retiré sus hombros de la carga,
    y sus manos dejaron la espuerta.
    Clamaste en la aflicción, y te libré,
    te respondí oculto entre los truenos,
    te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
    Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
    ¡ojalá me escuchases, Israel!
    No tendrás un dios extraño,
    no adorarás un dios extranjero;
    yo soy el Señor Dios tuyo,
    que te saqué del país de Egipto;
    abre tu boca y yo la saciaré.
    Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
    Israel no quiso obedecer:
    los entregué a su corazón obstinado,
    para que anduviesen según sus antojos.
    ¡Ojalá me escuchase mi pueblo
    y caminase Israel por mi camino!:
    en un momento humillaría a sus enemigos
    y volvería mi mano contra sus adversarios;
    los que aborrecen al Señor te adularían,
    y su suerte quedaría fijada;
    te alimentaría con flor de harina,
    te saciaría con miel silvestre.»
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
    LECTURA BREVE Rm 12, 1-2
    Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como
    hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no
    os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente,
    para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que
    agrada, lo perfecto.
    RESPONSORIO BREVE
    V. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
    R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
    V. Y sus pasos no vacilan.
    R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
    CÁNTICO EVANGÉLICO
    Ant. Francisco, pobre y humilde en la tierra, entra colmado de riquezas en
    el cielo, y en su honor se elevan himnos celestes.
    Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
    Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
    porque ha visitado y redimido a su pueblo.
    suscitándonos una fuerza de salvación
    en la casa de David, su siervo,
    según lo había predicho desde antiguo
    por boca de sus santos profetas:
    Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
    y de la mano de todos los que nos odian;
    ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
    recordando su santa alianza
    y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
    Para concedernos que, libres de temor,
    arrancados de la mano de los enemigos,
    le sirvamos con santidad y justicia,
    en su presencia, todos nuestros días.
    Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
    porque irás delante del Señor
    a preparar sus caminos,
    anunciando a su pueblo la salvación,
    el perdón de sus pecados.
    Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
    nos visitará el sol que nace de lo alto,
    para iluminar a los que viven en tiniebla
    y en sombra de muerte,
    para guiar nuestros pasos
    por el camino de la paz.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Francisco, pobre y humilde en la tierra, entra colmado de riquezas en
    el cielo, y en su honor se elevan himnos celestes.
    PRECES
    Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe
    a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días,
    aclamémosle diciendo:
    Tú solo eres santo, Señor.
    Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el
    pecado,
    compadécete de nuestras debilidades.
    Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor,
    danos el progresar por caminos de santidad.
    Señor Jesús, que nos quieres sal de la tierra y luz del mundo,
    ilumina nuestras vidas con tu propia luz.
    Señor Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir,
    haz que sepamos servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.
    Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,
    haz que un día podamos contemplar la claridad de tu gloria.
    Se pueden añadir algunas intenciones libres
    Oremos ahora al Padre, como nos enseñó el mismo Jesús:
    Padre nuestro…
    ORACION
    Señor Dios, que en el pobre y humilde Francisco de Asís has dado a tu
    Iglesia una imagen viva de Jesucristo, haz que nosotros, siguiendo su
    ejemplo, imitemos a tu Hijo y vivamos, como este santo, unidos a ti en el
    gozo del amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
    contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
    Amén
    CONCLUSIÓN
    V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
    eterna.
    R. Amén.
    HORA TERCIA
    INVOCACIÓN INICIAL
    V. Dios mío, ven en mi auxilio
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
    Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén. Aleluya.
    Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
    El trabajo, Señor, de cada día
    nos sea por tu amor santificado,
    convierte su dolor en alegría
    de amor, que para dar tú nos has dado.
    Paciente y larga es nuestra tarea
    en la noche oscura del amor que espera;
    dulce huésped del alma, al que flaquea
    dale tu luz, tu fuerza que aligera.
    En el alto gozoso del camino,
    demos gracias a Dios, que nos concede
    la esperanza sin fin del don divino;
    todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
    SALMODIA
    Ant 1. Llamé, y él me respondió.
    Salmo 119 – DESEO DE LA PAZ
    En mi aflicción llamé al Señor,
    y él me respondió.
    Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
    de la lengua traidora.
    ¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
    lengua traidora?
    Flechas de arquero, afiladas
    con ascuas de retama.
    ¡Ay de mí, desterrado en Masac,
    acampado en Cadar!
    Demasiado llevo viviendo
    con los que odian la paz;
    cuando yo digo: «Paz»,
    ellos dicen: «Guerra».
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Llamé, y él me respondió.
    Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
    Salmo 120 – EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
    Levanto mis ojos a los montes:
    ¿de dónde me vendrá el auxilio?
    El auxilio me viene del Señor,
    que hizo el cielo y la tierra.
    No permitirá que resbale tu pie,
    tu guardián no duerme;
    no duerme ni reposa
    el guardián de Israel.
    El Señor te guarda a su sombra,
    está a tu derecha;
    de día el sol no te hará daño,
    ni la luna de noche.
    El Señor te guarda de todo mal,
    él guarda tu alma;
    el Señor guarda tus entradas y salidas,
    ahora y por siempre.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.
    Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
    Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
    ¡Qué alegría cuando me dijeron:
    «Vamos a la casa del Señor»!
    Ya están pisando nuestros pies
    tus umbrales, Jerusalén.
    Jerusalén está fundada
    como ciudad bien compacta.
    Allá suben las tribus,
    las tribus del Señor,
    según la costumbre de Israel,
    a celebrar el nombre del Señor;
    en ella están los tribunales de justicia
    en el palacio de David.
    Desead la paz a Jerusalén:
    «Vivan seguros los que te aman,
    haya paz dentro de tus muros,
    seguridad en tus palacios.»
    Por mis hermanos y compañeros,
    voy a decir: «La paz contigo.»
    Por la casa del Señor, nuestro Dios,
    te deseo todo bien.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.
    LECTURA BREVE Ga 5, 13-14
    Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se
    aproveche el egoísmo; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor.
    Pues toda la ley se concentra en esta frase: amarás al prójimo como a ti
    mismo.
    V. Correré, Señor, por el camino de tus mandatos.
    R. Cuando me ensanches el corazón.
    ORACIÓN
    OREMOS,
    Señor Dios, que a la hora de tercia enviaste al Espíritu Santo sobre los
    apóstoles reunidos en oración, concédenos también a nosotros participar de
    los dones de ese mismo Espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
    Amén.
    CONCLUSIÓN
    V. Bendigamos al Señor.
    R. Demos gracias a Dios.
    HORA SEXTA
    INVOCACIÓN INICIAL
    V. Dios mío, ven en mi auxilio
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
    Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén. Aleluya.
    Himno: ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
    Este mundo del hombre, en que él se afana
    tras la felicidad que tanto ansía,
    tú lo vistes, Señor, de luz temprana
    y de radiante sol al mediodía.
    Así el poder de tu presencia encierra
    el secreto más hondo de esta vida;
    un nuevo cielo y una nueva tierra
    colmarán nuestro anhelo sin medida.
    Poderoso Señor de nuestra historia,
    no tardes en venir gloriosamente;
    tu luz resplandeciente y tu victoria
    inunden nuestra vida eternamente. Amén.
    SALMODIA
    Ant 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
    Salmo 122 – EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
    A ti levanto mis ojos,
    a ti que habitas en el cielo.
    Como están los ojos de los esclavos
    fijos en las manos de sus señores,
    como están los ojos de la esclava
    fijos en las manos de su señora,
    así están nuestros ojos
    en el Señor, Dios nuestro,
    esperando su misericordia.
    Misericordia, Señor, misericordia,
    que estamos saciados de desprecios;
    nuestra alma está saciada
    del sarcasmo de los satisfechos,
    del desprecio de los orgullosos.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
    Ant 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
    Salmo 123 – NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
    Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
    -que lo diga Israel-,
    si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
    cuando nos asaltaban los hombres,
    nos habrían tragado vivos:
    tanto ardía su ira contra nosotros.
    Nos habrían arrollado las aguas,
    llegándonos el torrente hasta el cuello;
    nos habrían llegado hasta el cuello
    las aguas espumantes.
    Bendito el Señor, que no nos entregó
    como presa a sus dientes;
    hemos salvado la vida como un pájaro
    de la trampa del cazador:
    la trampa se rompió y escapamos.
    Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
    que hizo el cielo y la tierra.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
    Ant 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
    Salmo 124 – EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
    Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
    no tiembla, está asentado para siempre.
    Jerusalén está rodeada de montañas,
    y el Señor rodea a su pueblo
    ahora y por siempre.
    No pesará el cetro de los malvados
    sobre el lote de los justos,
    no sea que los justos extiendan
    su mano a la maldad.
    Señor, concede bienes a los buenos,
    a los sinceros de corazón;
    y a los que se desvían por sendas tortuosas,
    que los rechace el Señor con los malhechores.
    ¡Paz a Israel!
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
    LECTURA BREVE Ga 5, 16-17
    Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne.
    Pues la carne desea contra el espíritu, y el espíritu contra la carne, como
    que son entre sí antagónicos, de forma que no hacéis lo que quisierais.
    V. Tú eres bueno, Señor, y haces el bien.
    R. Instrúyeme en tus leyes.
    ORACIÓN
    OREMOS,
    Dios todopoderoso y eterno, ante ti no existe ni la oscuridad ni las tinieblas,
    haz, pues, brillar sobre nosotros la claridad de tu luz, para que, guardando
    tus preceptos, caminemos siempre por tus sendas con el corazón jubiloso.
    Por Cristo nuestro Señor.
    Amén.
    CONCLUSIÓN
    V. Bendigamos al Señor.
    R. Demos gracias a Dios.
    HORA NONA
    INVOCACIÓN INICIAL
    V. Dios mío, ven en mi auxilio
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
    Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén. Aleluya.
    Himno: DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD
    Danos, Señor, la firme voluntad,
    compañera y sostén de la virtud,
    que sabe en la fatiga hallar quietud
    y en medio de las sombras claridad:
    La que trueca en tesón la veleidad,
    y el ocio en perennal solicitud,
    y las ásperas fiebres en salud
    y los torpes engaños en verdad.
    Y así conseguirá mi corazón
    que los favores que a tu amor debí
    le ofrezcan algún fruto en galardón.
    Y aún tú, Señor, conseguirás así
    que no llegue a romper mi confusión
    la imagen tuya que pusiste en mí. Amén.
    SALMODIA
    Ant 1. Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro
    y plata.
    Salmo 118, 65-72
    Has dado bienes a tu siervo,
    Señor, conforme a tus palabras;
    enséñame a gustar y a comprender,
    porque me fío de tus mandatos;
    antes de sufrir, yo andaba extraviado,
    pero ahora me ajusto a tu promesa.
    Tú eres bueno y haces el bien;
    instrúyeme en tus leyes;
    los insolentes urden engaños contra mí,
    pero yo custodio tus leyes;
    tienen el corazón espeso como grasa,
    pero mi delicia es tu voluntad,
    Me estuvo bien el sufrir,
    así aprendí tus mandamientos;
    más estimo yo los preceptos de tu boca
    que miles de monedas de oro y plata.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y
    plata.
    Ant 2. En Dios confío y no temo lo que pueda hacerme un mortal.
    Salmo 55, 2-7b. 9-14 – CONFIANZA EN LA PALABRA DE DIOS
    Misericordia, Dios mío, que me hostigan,
    me atacan y me acosan todo el día;
    todo el día me hostigan mis enemigos,
    me atacan en masa.
    Levántame en el día terrible,
    yo confío en ti.
    En Dios, cuya promesa alabo,
    en Dios confío y no temo:
    ¿qué podrá hacerme un mortal?
    Todos los días discuten y planean
    pensando sólo en mi daño;
    buscan un sitio para espiarme,
    acechan mis pasos y atentan contra mi vida.
    Anota en tu libro mi vida errante,
    recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío.
    Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
    y así sabré que eres mi Dios.
    En Dios, cuya promesa alabo;
    en el Señor, cuya promesa alabo,
    en Dios confío y no temo:
    ¿qué podrá hacerme un hombre?
    Te debo, Dios mío, los votos que hice,
    los cumpliré con acción de gracias;
    porque libraste mi alma de la muerte,
    mis pies de la caída;
    para que camine en presencia de Dios
    a la luz de la vida.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. En Dios confío y no temo lo que pueda hacerme un mortal.
    Ant 3. Tu bondad, Señor, es más grande que los cielos.
    Salmo 56 – ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO.
    Misericordia, Dios mío, misericordia,
    que mi alma se refugia en ti;
    me refugio a la sombra de tus alas
    mientras pasa la calamidad.
    Invoco al Dios Altísimo,
    al Dios que hace tanto por mí:
    desde el cielo me enviará la salvación,
    confundirá a los que ansían matarme,
    enviará su gracia y su lealtad.
    Estoy echado entre leones
    devoradores de hombres;
    sus dientes son lanzas y flechas,
    su lengua es una espada afilada.
    Elévate sobre el cielo, Dios mío,
    y llene la tierra tu gloria.
    Han tendido una red a mis pasos
    para que sucumbiera;
    me han cavado delante una fosa,
    pero han caído en ella.
    Mi corazón está firme, Dios mío,
    mi corazón está firme.
    Voy a cantar y a tocar:
    despierta, gloria mía;
    despertad, cítara y arpa;
    despertaré a la aurora.
    Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
    tocaré para ti ante las naciones:
    por tu bondad, que es más grande que los cielos;
    por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
    Elévate sobre el cielo, Dios mío,
    y llene la tierra tu gloria.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Tu bondad, Señor, es más grande que los cielos.
    LECTURA BREVE Ga 5, 22. 23a. 25
    El fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad,
    bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí. Si vivimos por el Espíritu
    marchemos tras el Espíritu.
    V. Indícame, Señor, el camino que he de seguir.
    R. Tu espíritu que es bueno me guíe por tierra llana.
    ORACIÓN
    OREMOS,
    Contempla, Señor, a tu familia en oración, y haz que imitando los ejemplos
    de paciencia de tu Hijo no decaiga nunca ante la adversidad. Por Cristo
    nuestro Señor.
    Amén.
    CONCLUSIÓN
    V. Bendigamos al Señor.
    R. Demos gracias a Dios.
    VÍSPERAS
    (Oración de la tarde)
    INVOCACIÓN INICIAL
    V. Dios mío, ven en mi auxilio
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
    Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén. Aleluya.
    Himno: EN LA CUMBRE DE LA VERNA.
    En la cumbre de la Verna
    se han dado cita de amor
    el siervo con su Señor
    unidos en Pascua eterna.
    Del cielo el Señor venía,
    Hijo de Dios humanado,
    tenía el cuerpo llagado
    y el rostro resplandecía.
    ¡Oh Jesús, el mas hermoso
    entre los hijos de Adán,
    libres tus brazos están
    para el abrazo de esposo!
    Y Francisco se ha quedado
    de gracia y amor transido;
    por Cristo se encuentra herido
    en manos, pies y costado.
    Ved la Regla ya cumplida
    en el monte de la alianza;
    amor que la sangre alcanza
    es de aquel que da la vida.
    ¡Gloria a ti, Cristo benigno,
    en el precioso madero;
    para el gozo verdadero
    guárdanos bajo tu signo! Amén.
    SALMODIA
    Ant 1. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin
    de la tierra.
    Salmo 71 I – PODER REAL DEL MESÍAS
    Dios mío, confía tu juicio al rey,
    tu justicia al hijo de reyes,
    para que rija a tu pueblo con justicia,
    a tus humildes con rectitud.
    Que los montes traigan paz,
    y los collados justicia;
    que él defienda a los humildes del pueblo,
    socorra a los hijos del pobre
    y quebrante al explotador.
    Que dure tanto como el sol,
    como la luna, de edad en edad;
    que baje como lluvia sobre el césped,
    como llovizna que empapa la tierra.
    Que en sus días florezca la justicia
    y la paz hasta que falte la luna.
    Que domine de mar a mar,
    del Gran Río al confín de la tierra.
    Que en su presencia se inclinen sus rivales;
    que sus enemigos muerdan el polvo;
    que los reyes de Tarsis y de las islas
    le paguen tributo.
    Que los reyes de Saba y de Arabia
    le ofrezcan sus dones;
    que se postren ante él todos los reyes,
    y que todos los pueblos le sirvan.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de
    la tierra.
    Ant 2. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre; rescatará sus vidas de la
    violencia.
    Salmo 71 II
    Él librará al pobre que clamaba,
    al afligido que no tenía protector;
    él se apiadará del pobre y del indigente,
    y salvará la vida de los pobres;
    él rescatará sus vidas de la violencia,
    su sangre será preciosa a sus ojos.
    Que viva y que le traigan el oro de Saba;
    él intercederá por el pobre
    y lo bendecirá.
    Que haya trigo abundante en los campos,
    y ondee en lo alto de los montes,
    den fruto como el Líbano,
    y broten las espigas como hierba del campo.
    Que su nombre sea eterno,
    y su fama dure como el sol;
    que él sea la bendición de todos los pueblos,
    y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
    Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
    el único que hace maravillas;
    bendito por siempre su nombre glorioso,
    que su gloria llene la tierra.
    ¡Amén, amén!
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre; rescatará sus vidas de la
    violencia.
    Ant 3. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
    Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
    Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
    el que eres y el que eras,
    porque has asumido el gran poder
    y comenzaste a reinar.
    Se encolerizaron las naciones,
    llegó tu cólera,
    y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
    y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
    y a los santos y a los que temen tu nombre,
    y a los pequeños y a los grandes,
    y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
    Ahora se estableció la salud y el poderío,
    y el reinado de nuestro Dios,
    y la potestad de su Cristo;
    porque fue precipitado
    el acusador de nuestros hermanos,
    el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
    Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
    y por la palabra del testimonio que dieron,
    y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
    Por esto, estad alegres, cielos,
    y los que moráis en sus tiendas.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
    LECTURA BREVE Rm 8, 28-30
    Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que
    ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los
    predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de
    muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los
    justificó; a los que justificó, los glorificó.
    RESPONSORIO BREVE
    V. El Señor es justo y ama la justicia.
    R. El Señor es justo y ama la justicia.
    V. Los buenos verán su rostro.
    R. El Señor es justo y ama la justicia.
    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. El Señor es justo y ama la justicia.
    CÁNTICO EVANGÉLICO
    Ant. Líbreme Dios de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor
    Jesucristo; porque yo llevo en mi cuerpo sus marcas.
    Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
    Proclama mi alma la grandeza del Señor,
    se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
    porque ha mirado la humillación de su esclava.
    Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
    porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
    su nombre es santo,
    y su misericordia llega a sus fieles
    de generación en generación.
    El hace proezas con su brazo:
    dispersa a los soberbios de corazón,
    derriba del trono a los poderosos
    y enaltece a los humildes,
    a los hambrientos los colma de bienes
    y a los ricos los despide vacíos.
    Auxilia a Israel, su siervo,
    acordándose de su misericordia
    -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abraham y su descendencia por siempre.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Líbreme Dios de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor
    Jesucristo; porque yo llevo en mi cuerpo sus marcas.
    PRECES
    Pidamos a Dios Padre, fuente de toda santidad, que con la intercesión y el
    ejemplo de los santos nos ayude, y digamos:
    Haz que seamos santos, porque tú, Señor, eres santo.
    Padre santo, que has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos,
    haz que la Iglesia santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus
    grandezas.
    Padre santo, que deseas que vivamos de una manera digna, buscando
    siempre tu beneplácito,
    ayúdanos a dar fruto de buenas obras.
    Padre santo, que nos reconciliaste contigo por medio de Cristo,
    guárdanos en tu nombre para que todos seamos uno.
    Padre santo, que nos convocas al banquete de tu reino,
    haz que comiendo el pan que ha bajado del cielo alcancemos la perfección
    del amor.
    Se pueden añadir algunas intenciones libres
    Padre santo, perdona a los pecadores sus delitos
    y admite a los difuntos en tu reino para que puedan contemplar tu rostro.
    Porque nos llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
    Padre nuestro…
    ORACION
    Señor Dios, que en el pobre y humilde Francisco de Asís has dado a tu
    Iglesia una imagen viva de Jesucristo, haz que nosotros, siguiendo su
    ejemplo, imitemos a tu Hijo y vivamos, como este santo, unidos a ti en el
    gozo del amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
    contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
    Amén
    CONCLUSIÓN
    V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
    eterna.
    R. Amén.
    COMPLETAS
    (Oración antes del descanso nocturno)
    INVOCACIÓN INICIAL
    V. Dios mío, ven en mi auxilio
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
    Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén. Aleluya.
    EXAMEN DE CONCIENCIA
    Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha
    concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
    Yo confieso ante Dios todopoderoso
    y ante vosotros, hermanos,
    que he pecado mucho
    de pensamiento, palabra, obra y omisión:
    por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
    Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
    a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
    que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
    V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros
    pecados y nos lleve a la vida eterna.
    R. Amén.
    Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE
    Cristo, Señor de la noche,
    que disipas las tinieblas:
    mientras los cuerpos reposan,
    se tú nuestro centinela.
    Después de tanta fatiga,
    después de tanta dureza,
    acógenos en tus brazos
    y danos noche serena.
    Si nuestros ojos se duermen,
    que el alma esté siempre en vela;
    en paz cierra nuestros párpados
    para que cesen las penas.
    Y que al despuntar el alba,
    otra vez con fuerzas nuevas,
    te demos gracias, oh Cristo,
    por la vida que comienza. Amén.
    SALMODIA
    Ant 1. Mi carne descansa serena.
    Salmo 15 – CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
    Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
    yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
    Los dioses y señores de la tierra
    no me satisfacen.
    Multiplican las estatuas
    de dioses extraños;
    no derramaré sus libaciones con mis manos,
    ni tomaré sus nombres en mis labios.
    El Señor es mi heredad y mi copa;
    mi suerte está en tu mano:
    me ha tocado un lote hermoso,
    me encanta mi heredad.
    Bendeciré al Señor, que me aconseja,
    hasta de noche me instruye internamente.
    Tengo siempre presente al Señor,
    con él a mi derecha no vacilaré.
    Por eso se me alegra el corazón,
    se gozan mis entrañas,
    y mi carne descansa serena.
    Porque no me entregarás a la muerte,
    ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
    Me enseñarás el sendero de la vida,
    me saciarás de gozo en tu presencia,
    de alegría perpetua a tu derecha.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Mi carne descansa serena.
    LECTURA BREVE 1Ts 5, 23
    Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser,
    alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro
    Señor Jesucristo.
    RESPONSORIO BREVE
    V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
    R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
    V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
    R. Te encomiendo mi espíritu.
    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
    CÁNTICO EVANGÉLICO
    Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
    velemos con Cristo y descansemos en paz.
    CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
    Ahora, Señor, según tu promesa,
    puedes dejar a tu siervo irse en paz,
    porque mis ojos han visto a tu Salvador,
    a quien has presentado ante todos los pueblos
    luz para alumbrar a las naciones
    y gloria de tu pueblo Israel.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
    velemos con Cristo y descansemos en paz.
    ORACION
    OREMOS,
    Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure
    nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos
    con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro
    espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
    Amén.
    BENDICIÓN
    V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa
    muerte.
    R. Amén.
    ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
    Bajo tu amparo nos acogemos,
    santa Madre de Dios,
    no desprecies las oraciones
    que te dirigimos en nuestras necesidades,
    antes bien líbranos de todo peligro,
    oh Virgen gloriosa y bendita.

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