Jueves 8 de agosto 2024

TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA XVIII
Del Común de los santos varones: para los santos religiosos. Salterio II
8 de agosto
SANTO DOMINGO, presbítero. (Memoria).
Nació en Caleruega (España), alrededor del año 1170. Estudió teología en
Palencia y fue nombrado canónigo de la Iglesia de Osma. Con su
predicación y con su vida ejemplar, combatió con éxito la herejía albigense.
Con los compañeros que se le adhirieron en esta empresa, fundó la Orden
de Predicadores. Murió en Bolonia el día 6 de agosto del año 1221.
OFICIO DE LECTURA
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid, adoremos al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
Himno: DICHOSOS LOS QUE, OYENDO LA LLAMADA
Dichosos los que, oyendo la llamada
de la fe y del amor en vuestra vida,
creísteis que la vida os era dada
para darla en amor y con fe viva.
Dichosos, si abrazasteis la pobreza
para llenar de Dios vuestras alforjas,
para servirle a él con fortaleza
con gozo y con amor a todas horas.
Dichosos mensajeros de verdades,
que fuisteis por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades,
pregonando la paz contra las guerras.
Dichosos, del amor dispensadores,
dichosos, de los tristes el consuelo,
dichosos, de los hombres servidores,
dichosos, herederos de los cielos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, no me castigues con cólera.
Salmo 37 I – ORACIÓN DE UN PECADOR EN PELIGRO DE MUERTE
Señor, no me corrijas con ira,
no me castigues con cólera;
tus flechas se me han clavado,
tu mano pesa sobre mí;
no hay parte ilesa en mi carne
a causa de tu furor,
no tienen descanso mis huesos
a causa de mis pecados;
mis culpas sobrepasan mi cabeza,
son un peso superior a mis fuerzas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Señor, no me castigues con cólera.
Ant 2. Señor, todas mis ansias están en tu presencia.
Salmo 37 II
Mis llagas están podridas y supuran
por causa de mi insensatez;
voy encorvado y encogido,
todo el día camino sombrío;
tengo las espaldas ardiendo,
no hay parte ilesa en mi carne;
estoy agotado, deshecho del todo;
rujo con más fuerza que un león.
Señor mío, todas mis ansias están en tu presencia,
no se te ocultan mis gemidos;
siento palpitar mi corazón,
me abandonan las fuerzas,
y me falta hasta la luz de los ojos.
Mis amigos y compañeros se alejan de mí,
mis parientes se quedan a distancia;
me tienden lazos los que atentan contra mí,
los que desean mi daño me amenazan de muerte,
todo el día murmuran traiciones.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Señor, todas mis ansias están en tu presencia.
Ant 3. Yo te confieso mi culpa, no me abandones, Señor, Dios mío.
Salmo 37 III
Pero yo, como un sordo, no oigo;
como un mudo, no abro la boca;
soy como uno que no oye
y no puede replicar.
En ti, Señor, espero,
y tú me escucharás, Señor, Dios mío;
esto pido: que no se alegren por mi causa,
que, cuando resbale mi pie, no canten triunfo.
Porque yo estoy a punto de caer,
y mi pena no se aparta de mí:
yo confieso mi culpa,
me aflige mi pecado.
Mis enemigos mortales son poderosos,
son muchos los que me aborrecen sin razón,
los que me pagan males por bienes,
los que me atacan cuando procuro el bien.
No me abandones, Señor,
Dios mío, no te quedes lejos;
ven aprisa a socorrerme,
Señor mío, mi salvación.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Yo te confieso mi culpa, no me abandones, Señor, Dios mío.
V. Mis ojos se consumen aguardando tu salvación.
R. Y tu promesa de justicia.
PRIMERA LECTURA
Comienza el libro del profeta Malaquías 1, 1-14; 2, 13-16
VATICINIOS CONTRA LOS SACERDOTES NEGLIGENTES, CONTRA LOS QUE
DEFRAUDAN EL CULTO Y CONTRA LOS INFIELES AL MATRIMONIO
Mensaje del Señor a Israel por medio de Malaquías:
«Os amo -dice el Señor- y vosotros preguntáis: “¿Cómo es que nos amas?”
Oráculo del Señor: ¿No eran hermanos Esaú y Jacob? Y, sin embargo, amé
a Jacob y tuve aversión a Esaú; hice de sus montes un desierto, heredad de
los chacales de la estepa. Si Edom dice: “Estamos deshechos, pero
reconstruiremos nuestras ruinas”, así responde el Señor de los ejércitos:
Ellos construirán y yo derribaré; al país lo llamarán: “Tierra malvada”, y al
pueblo: “Pueblo de la ira perpetua del Señor”. Cuando lo veáis con vuestros
ojos, diréis: “Grande es el Señor más allá de las fronteras de Israel.”
El hijo honra a su padre, el esclavo a su señor; pues si yo soy Padre,
¿dónde queda mi honor? Si yo soy Señor, ¿dónde está mi respeto? Lo dice
esto el Señor de los ejércitos a vosotros, sacerdotes, que despreciáis mi
nombre. Vosotros replicáis: “¿Cómo es que despreciamos tu nombre?”
Trayendo a mi altar pan impuro. Y todavía preguntáis: “¿Cómo es que te
hemos profanado?” Cuando estimáis despreciable la mesa del Señor.
Cuando ofrecéis víctimas ciegas o cojas o enfermas, ¿no obráis mal? Anda y
ofrécelas a tu gobernador, a ver si le agradan y se congracia contigo -dice
el Señor de los ejércitos-.
Y ahora implorad al Señor para que os sea benévolo. De vuestras manos
vino tal ofrenda, ¿acaso os mirará con benevolencia? ¡Oh!, ¿quién de
vosotros os cerrará las puertas para que no podáis encender mi altar en
vano? Vosotros no me agradáis -dice el Señor de los ejércitos-, no me
complazco en la ofrenda de vuestras manos. Desde el oriente hasta el
poniente es grande mi nombre entre las naciones, y en todo lugar se
ofrecerá incienso a mi nombre y una oblación pura, porque mi nombre es
grande entre las naciones -dice el Señor de los ejércitos-.
Vosotros lo habéis profanado cuando decíais: “La mesa del Señor es
despreciable, de ella se saca comida vil.” Decís: “¡Vaya un trabajo!”, y me
despreciáis. Cuando ofrecéis víctimas robadas o cojas o enfermas, ¿podrá
agradarme la ofrenda de vuestras manos? Maldito el tramposo que tiene un
macho en su rebaño, ofrecido en voto, y trae al Señor una víctima
defectuosa. Yo soy el Rey soberano -dice el Señor de los ejércitos-; mi
nombre es temido entre las naciones.
Todavía hacéis otra cosa: cubrís de lágrimas el altar del Señor, de llanto y
de gemidos, porque no mira vuestra ofrenda ni la acepta complacido de
vuestras manos; y preguntáis: “¿Cómo es eso?”
Porque el Señor es testigo entre ti y la esposa de tu juventud, a la que tú
has sido infiel, siendo así que ella era tu compañera y la mujer de tu
alianza. ¿No ha hecho él un solo ser, que tiene carne y aliento de vida? Y ¿a
qué tiende este único ser? A una posteridad dada por Dios. Guarda, pues,
tu vida y no traiciones a la esposa de tu juventud. Pues yo odio el repudio –
dice el Señor- y al que mancha su ropaje con violencias. Guardad, pues,
vuestro espíritu y no cometáis tal traición.»
RESPONSORIO Ml 2, 5. 6; Sal 109, 4
R. Mi alianza con él era vida y paz, y se la di para que respetara mi nombre.

  • Una doctrina auténtica llevaba en su boca, y en sus labios no se hallaba
    maldad.
    V. El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno
    según el rito de Melquisedec.»
    R. Una doctrina auténtica llevaba en su boca, y en sus labios no se hallaba
    maldad.
    SEGUNDA LECTURA
    De varios escritos de la Historia de la Orden de los Predicadores
    (Libellus de principiis Ordinis Praedicatorum; Acta canonizationis sancti
    Dominici: Monumenta Ordinis Praedicatorum historica 16, Roma 1935, pp.
    30ss. 146-147)
    HABLABA CON DIOS O DE DIOS
    La vida de Domingo era tan virtuosa y el fervor de su espíritu tan grande,
    que todos veían en él un instrumento elegido de la gracia divina. Estaba
    dotado de una firme ecuanimidad de espíritu, ecuanimidad que sólo
    lograban perturbar los sentimientos de compasión o de misericordia; y,
    como es norma constante que un corazón alegre se refleja en la faz, su
    porte exterior, siempre gozoso y afable, revelaba la placidez y armonía de
    su espíritu. En todas partes, se mostraba, de palabra y de obra, como
    hombre evangélico. De día, con sus hermanos y compañeros, nadie más
    comunicativo y alegre que él. De noche, nadie más constante que él en
    vigilias y oraciones de todo género. Raramente hablaba, a no ser con Dios,
    en la oración, o de Dios, y esto mismo aconsejaba a sus hermanos.
    Con frecuencia pedía a Dios una cosa: que le concediera una auténtica
    caridad, que le hiciera preocuparse de un modo efectivo en la salvación de
    los hombres, consciente de que la primera condición para ser
    verdaderamente miembro de Cristo era darse totalmente y con todas sus
    energías a ganar almas para Cristo, del mismo modo que el Señor Jesús,
    salvador de todos, ofreció toda su persona por nuestra salvación. Con este
    fin instituyó la Orden de Predicadores, realizando así un proyecto sobre el
    que había reflexionado profundamente desde hacia ya tiempo.
    Con frecuencia exhortaba, de palabra o por carta, a los hermanos de la
    mencionada Orden, a que estudiaran constantemente el nuevo y el antiguo
    Testamento. Llevaba siempre consigo el evangelio de san Mateo y las cartas
    de san Pablo, y las estudiaba intensamente, de tal modo que casi las sabía
    de memoria.
    Dos o tres veces fue elegido obispo, pero siempre rehusó, prefiriendo vivir
    en la pobreza, junto con sus hermanos, que poseer un obispado. Hasta el
    fin de su vida conservó intacta la gloria de la virginidad. Deseaba ser
    flagelado, despedazado y morir por la fe cristiana. De él afirmó el papa
    Gregorio noveno: «Conocí a un hombre tan fiel seguidor de las normas
    apostólicas, que no dudo que en el cielo ha sido asociado a la gloria de los
    mismos apóstoles.»
    RESPONSORIO Cf. Sir 48, 1; Ml 2, 6
    R. Surgió como un fuego un nuevo heraldo de la salvación, * y sus palabras
    eran como un horno encendido.
    V. Una doctrina auténtica llevaba en su boca, y en sus labios no se hallaba
    maldad.
    R. Y sus palabras eran como un horno encendido.
    ORACIÓN.
    OREMOS,
    Que tu Iglesia, Señor, encuentre siempre luz en las enseñanzas de santo
    Domingo y protección en sus méritos: que él, que durante su vida fue
    predicador insigne de la verdad, sea ahora para nosotros un eficaz
    intercesor ante ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
    contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
    Amén
    CONCLUSIÓN
    V. Bendigamos al Señor.
    R. Demos gracias a Dios.
    LAUDES
    (Oración de la mañana)
    INVOCACIÓN INICIAL
    V. Señor abre mis labios
    R. Y mi boca proclamará tu alabanza
    INVITATORIO
    Ant. Venid, adoremos al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.
    Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
    Venid, aclamemos al Señor,
    demos vítores a la Roca que nos salva;
    entremos a su presencia dándole gracias,
    aclamándolo con cantos.
    Porque el Señor es un Dios grande,
    soberano de todos los dioses:
    tiene en su mano las simas de la tierra,
    son suyas las cumbres de los montes;
    suyo es el mar, porque él lo hizo,
    la tierra firme que modelaron sus manos.
    Venid, postrémonos por tierra,
    bendiciendo al Señor, creador nuestro.
    Porque él es nuestro Dios,
    y nosotros su pueblo,
    el rebaño que él guía.
    Ojalá escuchéis hoy su voz:
    «No endurezcáis el corazón como en Meribá,
    como el día de Masá en el desierto;
    cuando vuestros padres me pusieron a prueba
    y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
    Durante cuarenta años
    aquella generación me repugnó, y dije:
    Es un pueblo de corazón extraviado,
    que no reconoce mi camino;
    por eso he jurado en mi cólera
    que no entrarán en mi descanso»
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Himno: VOSOTROS SOIS LUZ DEL MUNDO.
    Vosotros sois luz del mundo
    y ardiente sal de la tierra,
    ciudad esbelta en el monte,
    fermento en la masa nueva.
    Vosotros sois los sarmientos,
    y yo la Vid verdadera;
    si el Padre poda las ramas,
    más fruto llevan las cepas.
    Vosotros sois la abundancia
    del reino que ya está cerca,
    los doce mil señalados
    que no caerán en la siega.
    Dichosos, porque sois limpios
    y ricos en la pobreza,
    y es vuestro el reino que sólo
    se gana con la violencia. Amén.
    SALMODIA
    Ant 1. Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
    Salmo 50 – CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
    Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
    por tu inmensa compasión borra mi culpa;
    lava del todo mi delito,
    limpia mi pecado.
    Pues yo reconozco mi culpa,
    tengo siempre presente mi pecado:
    contra ti, contra ti solo pequé,
    cometí la maldad que aborreces.
    En la sentencia tendrás razón,
    en el juicio brillará tu rectitud.
    Mira, que en la culpa nací,
    pecador me concibió mi madre.
    Te gusta un corazón sincero,
    y en mi interior me inculcas sabiduría.
    Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
    lávame: quedaré más blanco que la nieve.
    Hazme oír el gozo y la alegría,
    que se alegren los huesos quebrantados.
    Aparta de mi pecado tu vista,
    borra en mí toda culpa.
    ¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
    renuévame por dentro con espíritu firme;
    no me arrojes lejos de tu rostro,
    no me quites tu santo espíritu.
    Devuélveme la alegría de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso:
    enseñaré a los malvados tus caminos,
    los pecadores volverán a ti.
    Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
    Dios, Salvador mío!,
    y cantará mi lengua tu justicia.
    Señor, me abrirás los labios,
    y mi boca proclamará tu alabanza.
    Los sacrificios no te satisfacen;
    si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
    Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
    un corazón quebrantado y humillado
    tú no lo desprecias.
    Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
    reconstruye las murallas de Jerusalén:
    entonces aceptarás los sacrificios rituales,
    ofrendas y holocaustos,
    sobre tu altar se inmolarán novillos.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
    Ant 2. En Tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
    Cántico: JUICIO DE DIOS – Ha 3, 2-4. 13a. 15-19
    ¡Señor, he oído tu fama,
    me ha impresionado tu obra!
    En medio de los años, realízala;
    en medio de los años, manifiéstala;
    en el terremoto acuérdate de la misericordia.
    El Señor viene de Temán;
    el Santo, del monte Farán:
    su resplandor eclipsa el cielo,
    la tierra se llena de su alabanza;
    su brillo es como el día,
    su mano destella velando su poder.
    Sales a salvar a tu pueblo,
    a salvar a tu ungido;
    pisas el mar con tus caballos,
    revolviendo las aguas del océano.
    Lo escuché y temblaron mis entrañas,
    al oírlo se estremecieron mis labios;
    me entró un escalofrío por los huesos,
    vacilaban mis piernas al andar.
    Tranquilo espero el día de la angustia
    que sobreviene al pueblo que nos oprime.
    Aunque la higuera no echa yemas
    y las viñas no tienen fruto,
    aunque el olivo olvida su aceituna
    y los campos no dan cosechas,
    aunque se acaban las ovejas del redil
    y no quedan vacas en el establo,
    yo exultaré con el Señor,
    me gloriaré en Dios mi salvador.
    El Señor soberano es mi fuerza,
    él me da piernas de gacela
    y me hace caminar por las alturas.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. En Tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
    Ant 3. Glorifica al Señor, Jerusalén.
    Salmo 147 – RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
    Glorifica al Señor, Jerusalén;
    alaba a tu Dios, Sión:
    que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
    y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
    ha puesto paz en tus fronteras,
    te sacia con flor de harina.
    Él envía su mensaje a la tierra,
    y su palabra corre veloz;
    manda la nieve como lana,
    esparce la escarcha como ceniza;
    hace caer el hielo como migajas
    y con el frío congela las aguas;
    envía una orden, y se derriten;
    sopla su aliento, y corren.
    Anuncia su palabra a Jacob,
    sus decretos y mandatos a Israel;
    con ninguna nación obró así,
    ni les dio a conocer sus mandatos.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Glorifica al Señor, Jerusalén.
    LECTURA BREVE Rm 12, 1-2
    Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como
    hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no
    os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente,
    para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que
    agrada, lo perfecto.
    RESPONSORIO BREVE
    V. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
    R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
    V. Y sus pasos no vacilan.
    R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
    CÁNTICO EVANGÉLICO
    Ant. Mi porción es el Señor; bueno es el Señor para el alma que lo busca.
    Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
    Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
    porque ha visitado y redimido a su pueblo.
    suscitándonos una fuerza de salvación
    en la casa de David, su siervo,
    según lo había predicho desde antiguo
    por boca de sus santos profetas:
    Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
    y de la mano de todos los que nos odian;
    ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
    recordando su santa alianza
    y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
    Para concedernos que, libres de temor,
    arrancados de la mano de los enemigos,
    le sirvamos con santidad y justicia,
    en su presencia, todos nuestros días.
    Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
    porque irás delante del Señor
    a preparar sus caminos,
    anunciando a su pueblo la salvación,
    el perdón de sus pecados.
    Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
    nos visitará el sol que nace de lo alto,
    para iluminar a los que viven en tiniebla
    y en sombra de muerte,
    para guiar nuestros pasos
    por el camino de la paz.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Mi porción es el Señor; bueno es el Señor para el alma que lo busca.
    PRECES
    Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe
    a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días,
    aclamémosle, diciendo:
    Tú solo eres santo, Señor.
    Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el
    pecado,
    compadécete de nuestras debilidades.
    Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor,
    danos el progresar por caminos de santidad.
    Señor Jesús, que nos quieres sal de la tierra y luz del mundo,
    ilumina nuestras vidas con tu propia luz.
    Señor Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir,
    haz que sepamos servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.
    Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,
    haz que un día podamos contemplar la claridad de tu gloria.
    Se pueden añadir algunas intenciones libres
    Oremos ahora al Padre, como nos enseñó el mismo Jesús:
    Padre nuestro…
    ORACION
    Que tu Iglesia, Señor, encuentre siempre luz en las enseñanzas de santo
    Domingo y protección en sus méritos: que él, que durante su vida fue
    predicador insigne de la verdad, sea ahora para nosotros un eficaz
    intercesor ante ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
    contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    CONCLUSIÓN
    V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
    eterna.
    R. Amén.
    HORA TERCIA
    INVOCACIÓN INICIAL
    V. Dios mío, ven en mi auxilio
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
    Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén. Aleluya.
    Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
    El trabajo, Señor, de cada día
    nos sea por tu amor santificado,
    convierte su dolor en alegría
    de amor, que para dar tú nos has dado.
    Paciente y larga es nuestra tarea
    en la noche oscura del amor que espera;
    dulce huésped del alma, al que flaquea
    dale tu luz, tu fuerza que aligera.
    En el alto gozoso del camino,
    demos gracias a Dios, que nos concede
    la esperanza sin fin del don divino;
    todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
    SALMODIA
    Ant 1. Que tu bondad me consuele según tu promesa.
    Salmo 118, 73-80
    Tus manos me hicieron y me formaron:
    instrúyeme para que aprenda tus mandatos;
    tus fieles verán con alegría
    que he esperado en tu palabra;
    reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos,
    que con razón me hiciste sufrir.
    Que tu bondad me consuele,
    según la promesa hecha a tu siervo;
    cuando me alcance tu compasión, viviré,
    y mis delicias serán tu voluntad;
    que se avergüencen los insolentes del daño que me hacen;
    yo meditaré tus decretos.
    Vuelvan a mí tus fieles
    que hacen caso de tus preceptos;
    sea mi corazón perfecto en tus leyes,
    así no quedaré avergonzado.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Que tu bondad me consuele según tu promesa.
    Ant 2. Protégeme de mis enemigos, Dios mío.
    Salmo 58, 2-6a. 10-11. 17-18: ORACIÓN PIDIENDO LA PROTECCIÓN DE
    DIOS ANTE LOS ENEMIGOS
    Líbrame de mi enemigo, Dios mío;
    protégeme de mis agresores,
    líbrame de los malhechores,
    sálvame de los hombres sanguinarios.
    Mira que me están acechando,
    y me acosan los poderosos:
    sin que yo haya pecado ni faltado, Señor,
    sin culpa mía, avanzan para acometerme.
    Despierta, ven a mi encuentro, mira:
    tú, el Señor de los ejércitos,
    el Dios de Israel.
    Estoy velando contigo, fuerza mía,
    porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar.
    Que tu favor se adelante, ¡oh Dios!,
    y me haga ver la derrota del enemigo.
    Pero yo cantaré tu fuerza,
    por la mañana aclamaré tu misericordia;
    porque has sido mi alcázar
    y mi refugio en el peligro.
    Y tocaré en tu honor, fuerza mía,
    porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Protégeme de mis enemigos, Dios mío.
    Ant 3. Dichoso el hombre a quien corrige Dios, porque él hiere y venda la
    herida.
    Salmo 59 – ORACIÓN DESPUÉS DE UNA CALAMIDAD
    ¡Oh Dios!, nos rechazaste y rompiste nuestras filas;
    estabas airado, pero restáuranos.
    Has sacudido y agrietado el país:
    repara sus grietas, que se desmorona.
    Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo,
    dándole a beber un vino de vértigo;
    diste a tus fieles la señal de desbandada,
    haciéndolos huir de los arcos.
    Para que se salven tus predilectos,
    que tu mano salvadora nos responda.
    Dios habló en su santuario:
    «Triunfante ocuparé Siquén,
    parcelaré el valle de Sucot;
    mío es Galaad, mío Manasés,
    Efraím es yelmo de mi cabeza,
    Judá es mi cetro;
    Moab, una jofaina para lavarme;
    sobre Edom echo mi sandalia,
    sobre Filistea canto victoria.»
    Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
    quién me conducirá a Edom,
    si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado
    y no sales ya con nuestras tropas?
    Auxílianos contra el enemigo,
    que la ayuda del hombre es inútil.
    Con Dios haremos proezas,
    él pisoteará a nuestros enemigos.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Dichoso el hombre a quien corrige Dios, porque él hiere y venda la
    herida.
    LECTURA BREVE Dt 1, 31b
    Tu Dios te ha llevado, como un hombre lleva a su hijo, mientras ha durado
    tu camino.
    V. Sostenme, Señor, con tu promesa y viviré.
    R. Que no quede frustrada mi esperanza.
    ORACIÓN
    OREMOS,
    Señor Jesucristo, tú que en la hora de tercia fuiste llevado al suplicio de la
    cruz por la salvación del mundo; ayúdanos a llorar nuestros pecados y a
    evitar las faltas en lo porvenir. Tú que vives y reinas por los siglos de los
    siglos.
    Amén.
    CONCLUSIÓN
    V. Bendigamos al Señor.
    R. Demos gracias a Dios.
    HORA SEXTA
    V. Dios mío, ven en mi auxilio
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
    Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén. Aleluya.
    Himno: ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
    Este mundo del hombre en que él se afana
    tras la felicidad que tanto ansía,
    tú lo vistes, Señor, de luz temprana
    y de radiante sol al mediodía.
    Así el poder de tu presencia encierra
    el secreto más hondo de esta vida;
    un nuevo cielo y una nueva tierra
    colmarán nuestro anhelo sin medida.
    Poderoso Señor de nuestra historia,
    no tardes en venir gloriosamente;
    tu luz resplandeciente y tu victoria
    inunden nuestra vida eternamente. Amén.
    SALMODIA
    Ant. 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
    Salmo 122 – EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
    A ti levanto mis ojos,
    a ti que habitas en el cielo.
    Como están los ojos de los esclavos
    fijos en las manos de sus señores,
    como están los ojos de la esclava
    fijos en las manos de su señora,
    así están nuestros ojos
    en el Señor, Dios nuestro,
    esperando su misericordia.
    Misericordia, Señor, misericordia,
    que estamos saciados de desprecios;
    nuestra alma está saciada
    del sarcasmo de los satisfechos,
    del desprecio de los orgullosos.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.
    Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
    Ant. 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
    Salmo 123 – NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
    Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
    -que lo diga Israel-,
    si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
    cuando nos asaltaban los hombres,
    nos habrían tragado vivos:
    tanto ardía su ira contra nosotros.
    Nos habrían arrollado las aguas,
    llegándonos el torrente hasta el cuello;
    nos habrían llegado hasta el cuello
    las aguas espumantes.
    Bendito el Señor, que no nos entregó
    como presa a sus dientes;
    hemos salvado la vida como un pájaro
    de la trampa del cazador:
    la trampa se rompió y escapamos.
    Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
    que hizo el cielo y la tierra.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.
    Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
    Ant. 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
    Salmo 124 – EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
    Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
    no tiembla, está asentado para siempre.
    Jerusalén está rodeada de montañas,
    y el Señor rodea a su pueblo
    ahora y por siempre.
    No pesará el cetro de los malvados
    sobre el lote de los justos,
    no sea que los justos extiendan
    su mano a la maldad.
    Señor, concede bienes a los buenos,
    a los sinceros de corazón;
    y a los que se desvían por sendas tortuosas,
    que los rechace el Señor con los malhechores.
    ¡Paz a Israel!
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.
    Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
    LECTURA BREVE Ba 4, 28-29
    Como os inclinasteis a apartaros de Dios, así convertidos lo buscaréis diez
    veces más, pues el que trajo sobre vosotros el castigo, os traerá con la
    redención la eterna alegría.
    V. Del Señor viene la misericordia.
    R. Y la redención copiosa.
    ORACIÓN
    OREMOS,
    Señor Jesucristo, tú que a la hora de sexta subiste a la cruz por nuestra
    salvación mientras el mundo vivía sumergido en las tinieblas; concédenos
    que tu luz nos ilumine siempre para que, guiados por ella, podamos
    alcanzar la vida eterna. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
    Amén
    CONCLUSIÓN
    V. Bendigamos al Señor.
    R. Demos gracias a Dios.
    HORA NONA
    INVOCACIÓN INICIAL
    V. Dios mío, ven en mi auxilio
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
    Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén. Aleluya.
    Himno: DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD
    Danos, Señor, la firme voluntad,
    compañera y sostén de la virtud,
    que sabe en la fatiga hallar quietud
    y en medio de las sombras claridad:
    La que trueca en tesón la veleidad,
    y el ocio en perennal solicitud,
    y las ásperas fiebres en salud
    y los torpes engaños en verdad.
    Y así conseguirá mi corazón
    que los favores que a tu amor debí
    le ofrezcan algún fruto en galardón.
    Y aún tú, Señor, conseguirás así
    que no llegue a romper mi confusión
    la imagen tuya que pusiste en mí. Amén.
    SALMODIA
    Ant 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
    Salmo 125 – DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
    Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
    nos parecía soñar:
    la boca se nos llenaba de risas,
    la lengua de cantares.
    Hasta los gentiles decían:
    «El Señor ha estado grande con ellos.»
    El Señor ha estado grande con nosotros,
    y estamos alegres.
    Que el Señor cambie nuestra suerte
    como los torrentes del Negueb.
    Los que sembraban con lágrimas
    cosechan entre cantares.
    Al ir, iban llorando,
    llevando la semilla;
    al volver, vuelven cantando,
    trayendo sus gavillas.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
    Ant 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
    Salmo 126 – EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
    Si el Señor no construye la casa,
    en vano se cansan los albañiles;
    si el Señor no guarda la ciudad,
    en vano vigilan los centinelas.
    Es inútil que madruguéis,
    que veléis hasta muy tarde,
    los que coméis el pan de vuestros sudores:
    ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
    La herencia que da el Señor son los hijos;
    una recompensa es el fruto de las entrañas:
    son saetas en mano de un guerrero
    los hijos de la juventud.
    Dichoso el hombre que llena
    con ellas su aljaba:
    no quedará derrotado cuando litigue
    con su adversario en la plaza.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
    Ant 3. Dichoso el que teme al Señor.
    Salmo 127 – PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
    ¡Dichoso el que teme al Señor
    y sigue sus caminos!
    Comerás del fruto de tu trabajo,
    serás dichoso, te irá bien;
    tu mujer, como una vid fecunda,
    en medio de tu casa;
    tus hijos, como renuevos de olivo,
    alrededor de tu mesa:
    ésta es la bendición del hombre
    que teme al Señor.
    Que el Señor te bendiga desde Sión,
    que veas la prosperidad de Jerusalén
    todos los días de tu vida;
    que veas a los hijos de tus hijos.
    ¡Paz a Israel!
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Dichoso el que teme al Señor.
    LECTURA BREVE Sb 1, 13-15
    Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes; todo
    lo creó para que subsistiera; las creaturas del mundo son saludables, no
    hay en ellas veneno de muerte ni imperio del abismo sobre la tierra, porque
    la justicia es inmortal.
    V. Arrancó el Señor mi alma de la muerte.
    R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
    ORACIÓN
    OREMOS,
    Señor Jesucristo, tú que, crucificado a la hora de nona, diste al ladrón
    arrepentido el reino eterno; míranos a nosotros, que como él confesamos
    nuestras culpas, y concédenos poder entrar, también como él, después de
    la muerte, en tu paraíso. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
    Amén.
    CONCLUSIÓN
    V. Bendigamos al Señor.
    R. Demos gracias a Dios.
    VÍSPERAS
    (Oración de la tarde)
    INVOCACIÓN INICIAL
    V. Dios mío, ven en mi auxilio
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
    Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén. Aleluya.
    Himno: FELIZ QUIEN HA ESCUCHADO LA LLAMADA
    Feliz quien ha escuchado la llamada
    al pleno seguimiento del Maestro,
    feliz, porque él, con su mirada,
    lo eligió como amigo y compañero.
    Feliz el que ha abrazado la pobreza
    para llenar de Dios su vida toda,
    para servirlo a él con fortaleza,
    con gozo y con amor a todas horas.
    Feliz el mensajero de verdades
    que marcha por caminos de la tierra,
    predicando bondad contra maldades,
    pregonando la paz contra las guerras. Amén.
    SALMODIA
    Ant 1. Arranca, Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída.
    Salmo 114 – ACCIÓN DE GRACIAS
    Amo al Señor, porque escucha
    mi voz suplicante,
    porque inclina su oído hacia mí
    el día que lo invoco.
    Me envolvían redes de muerte,
    me alcanzaron los lazos del abismo,
    caí en tristeza y angustia.
    Invoqué el nombre del Señor:
    «Señor, salva mi vida.»
    El Señor es benigno y justo,
    nuestro Dios es compasivo;
    el Señor guarda a los sencillos:
    estando yo sin fuerzas me salvó.
    Alma mía, recobra tu calma,
    que el Señor fue bueno contigo:
    arrancó mi vida de la muerte,
    mis ojos de las lágrimas,
    mis pies de la caída.
    Caminaré en presencia del Señor
    en el país de la vida.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Arranca, Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída.
    Ant 2. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
    Salmo 120 – EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
    Levanto mis ojos a los montes:
    ¿de dónde me vendrá el auxilio?
    El auxilio me viene del Señor,
    que hizo el cielo y la tierra.
    No permitirá que resbale tu pie,
    tu guardián no duerme;
    no duerme ni reposa
    el guardián de Israel.
    El Señor te guarda a su sombra,
    está a tu derecha;
    de día el sol no te hará daño,
    ni la luna de noche.
    El Señor te guarda de todo mal,
    él guarda tu alma;
    el Señor guarda tus entradas y salidas,
    ahora y por siempre.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
    Ant 3. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
    Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
    Grandes y maravillosas son tus obras,
    Señor, Dios omnipotente,
    justos y verdaderos tus caminos,
    ¡oh Rey de los siglos!
    ¿Quién no temerá, Señor,
    y glorificará tu nombre?
    Porque tú solo eres santo,
    porque vendrán todas las naciones
    y se postrarán en tu acatamiento,
    porque tus juicios se hicieron manifiestos.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
    LECTURA BREVE Rm 8, 28-30
    Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que
    ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los
    predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de
    muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los
    justificó; a los que justificó, los glorificó.
    RESPONSORIO BREVE
    V. El Señor es justo y ama la justicia.
    R. El Señor es justo y ama la justicia.
    V. Los buenos verán su rostro.
    R. El Señor es justo y ama la justicia.
    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. El Señor es justo y ama la justicia.
    CÁNTICO EVANGÉLICO
    Ant. Vosotros, los que lo habéis dejado todo y me habéis seguido, recibiréis
    cien veces más y heredaréis la vida eterna.
    Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
    Proclama mi alma la grandeza del Señor,
    se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
    porque ha mirado la humillación de su esclava.
    Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
    porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
    su nombre es santo,
    y su misericordia llega a sus fieles
    de generación en generación.
    El hace proezas con su brazo:
    dispersa a los soberbios de corazón,
    derriba del trono a los poderosos
    y enaltece a los humildes,
    a los hambrientos los colma de bienes
    y a los ricos los despide vacíos.
    Auxilia a Israel, su siervo,
    acordándose de su misericordia
    -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abraham y su descendencia por siempre.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Vosotros, los que lo habéis dejado todo y me habéis seguido, recibiréis
    cien veces más y heredaréis la vida eterna.
    PRECES
    Pidamos a Dios Padre, fuente de toda santidad, que con la intercesión y el
    ejemplo de los santos nos ayude, y digamos:
    Haz que seamos santos, porque tú, Señor, eres santo.
    Padre santo, que has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos,
    haz que la Iglesia santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus
    grandezas.
    Padre santo, que deseas que vivamos de una manera digna, buscando
    siempre tu beneplácito,
    ayúdanos a dar fruto de buenas obras.
    Padre santo, que nos reconciliaste contigo por medio de Cristo,
    guárdanos en tu nombre para que todos seamos uno.
    Padre santo, que nos convocas al banquete de tu reino,
    haz que comiendo el pan que ha bajado del cielo alcancemos la perfección
    del amor.
    Se pueden añadir algunas intenciones libres
    Padre santo, perdona a los pecadores sus delitos
    y admite a los difuntos en tu reino para que puedan contemplar tu rostro.
    Porque nos llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
    Padre nuestro…
    ORACION
    Que tu Iglesia, Señor, encuentre siempre luz en las enseñanzas de santo
    Domingo y protección en sus méritos: que él, que durante su vida fue
    predicador insigne de la verdad, sea ahora para nosotros un eficaz
    intercesor ante ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
    contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    CONCLUSIÓN
    V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
    eterna.
    R. Amén.
    COMPLETAS
    (Oración antes del descanso nocturno)
    INVOCACIÓN INICIAL
    V. Dios mío, ven en mi auxilio
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
    Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén. Aleluya.
    EXAMEN DE CONCIENCIA
    Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha
    concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
    Yo confieso ante Dios todopoderoso
    y ante vosotros, hermanos,
    que he pecado mucho
    de pensamiento, palabra, obra y omisión:
    por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
    Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
    a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
    que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
    V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros
    pecados y nos lleve a la vida eterna.
    R. Amén.
    Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE
    Cristo, Señor de la noche,
    que disipas las tinieblas:
    mientras los cuerpos reposan,
    se tú nuestro centinela.
    Después de tanta fatiga,
    después de tanta dureza,
    acógenos en tus brazos
    y danos noche serena.
    Si nuestros ojos se duermen,
    que el alma esté siempre en vela;
    en paz cierra nuestros párpados
    para que cesen las penas.
    Y que al despuntar el alba,
    otra vez con fuerzas nuevas,
    te demos gracias, oh Cristo,
    por la vida que comienza. Amén.
    SALMODIA
    Ant 1. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu
    presencia.
    Salmo 87 – ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO
    Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
    de noche grito en tu presencia;
    llegue hasta ti mi súplica,
    inclina tu oído a mi clamor.
    Porque mi alma está colmada de desdichas,
    y mi vida está al borde del abismo;
    ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
    soy como un inválido.
    Tengo mi cama entre los muertos,
    como los caídos que yacen en el sepulcro,
    de los cuales ya no guardas memoria,
    porque fueron arrancados de tu mano.
    Me has colocado en lo hondo de la fosa,
    en las tinieblas del fondo;
    tu cólera pesa sobre mí,
    me echas encima todas tus olas.
    Has alejado de mí a mis conocidos,
    me has hecho repugnante para ellos:
    encerrado, no puedo salir,
    y los ojos se me nublan de pesar.
    Todo el día te estoy invocando,
    tendiendo las manos hacia ti.
    ¿Harás tú maravillas por los muertos?
    ¿Se alzarán las sombras para darte gracias?
    ¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,
    o tu fidelidad en el reino de la muerte?
    ¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla
    o tu justicia en el país del olvido?
    Pero yo te pido auxilio,
    por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
    ¿Por qué, Señor, me rechazas
    y me escondes tu rostro?
    Desde niño fui desgraciado y enfermo,
    me doblo bajo el peso de tus terrores,
    pasó sobre mí tu incendio,
    tus espantos me han consumido:
    me rodean como las aguas todo el día,
    me envuelven todos a una;
    alejaste de mí amigos y compañeros:
    mi compañía son las tinieblas.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.
    LECTURA BREVE Jr 14, 9
    Tú estás en medio de nosotros, Señor, tu nombre ha sido invocado sobre
    nosotros: no nos abandones, Señor Dios nuestro.
    RESPONSORIO BREVE
    V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
    R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
    V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
    R. Te encomiendo mi espíritu.
    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
    CÁNTICO EVANGÉLICO
    Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
    velemos con Cristo y descansemos en paz.
    CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
    Ahora, Señor, según tu promesa,
    puedes dejar a tu siervo irse en paz,
    porque mis ojos han visto a tu Salvador,
    a quien has presentado ante todos los pueblos
    luz para alumbrar a las naciones
    y gloria de tu pueblo Israel.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
    velemos con Cristo y descansemos en paz.
    ORACION
    OREMOS,
    Señor, Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a
    tu Hijo que reposó en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana,
    lo imitemos también resucitando a una vida nueva. Por Cristo nuestro
    Señor.
    Amén.
    BENDICIÓN
    V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa
    muerte.
    R. Amén.
    ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
    Bajo tu amparo nos acogemos,
    santa Madre de Dios,
    no desprecies las oraciones
    que te dirigimos en nuestras necesidades,
    antes bien líbranos de todo peligro,
    oh Virgen gloriosa y bendita.

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