TIEMPO PASCUAL
SÁBADO DE SEMANA VII
Propio del Tiempo. Salterio III. I Vísperas de la Solemnidad de Pentecostés.
18 de mayo
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día: V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. A Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ¿Y DEJAS, PASTOR SANTO?
¿Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este valle hondo, oscuro, en soledad y llanto;
y tú, rompiendo el puro
aire, te vas al inmortal seguro?
Los antes bienhadados
y los ahora tristes y afligidos,
a tus pechos criados,
de ti desposeídos,
¿a dónde volverán ya sus sentidos?
¿Qué mirarán los ojos
que vieron de tu rostro la hermosura que no les sea enojos?
Quien gustó tu dulzura
¿qué no tendrá por llanto y amargura?
Y a este mar turbado
¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto al fiero viento, airado,
Estando tú encubierto?
¿Qué norte guiará la nave al puerto?
Ay, nube envidiosa
aun de este breve gozo, ¿qué te quejas?
¿Dónde vas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dad gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace
con los hombres. Aleluya.
Salmo 106 I – ACCIÓN DE GRACIAS: DIOS SALVA A SU PUEBLO DE LAS CRISIS POR LAS QUE PASA A TRAVÉS DE LA HISTORIA
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Que lo confiesen los redimidos por el Señor, los que él rescató de la mano del enemigo, los que reunió de todos los países:
norte y sur, oriente y occidente.
Erraban por un desierto solitario,
no encontraban el camino de ciudad habitada; pasaban hambre y sed,
se les iba agotando la vida;
pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Los guió por un camino derecho,
para que llegaran a ciudad habitada.
Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Calmó el ansia de los sedientos,
y a los hambrientos los colmó de bienes.
Yacían en oscuridad y tinieblas,
cautivos de hierros y miserias;
por haberse rebelado contra los mandamientos, despreciando el plan del Altísimo.
Él humilló su corazón con trabajos, sucumbían y nadie los socorría.
Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación.
Los sacó de las sombrías tinieblas,
arrancó sus cadenas.
Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres.
Destrozó las puertas de bronce, quebró los cerrojos de hierro.
Estaban enfermos, por sus maldades, por sus culpas eran afligidos; aborrecían todos los manjares,
y ya tocaban las puertas de la muerte. Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación.
Envió su palabra, para curarlos,
para salvarlos de la perdición.
Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Ofrézcanle sacrificios de alabanza,
y cuenten con entusiasmo sus acciones.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Aleluya.
Ant 2. Contemplaron las obras de Dios y sus maravillas. Aleluya.
Salmo 106 II
Entraron en naves por el mar, comerciando por las aguas inmensas. Contemplaron las obras de Dios,
sus maravillas en el océano.
Él habló y levantó un viento tormentoso, que alzaba las olas a lo alto:
subían al cielo, bajaban al abismo,
su vida se marchitaba por el mareo, rodaban, se tambaleaban como ebrios, y no les valía su pericia.
Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación.
Apaciguó la tormenta en suave brisa,
y enmudecieron las olas del mar.
Se alegraron de aquella bonanza,
y él los condujo al ansiado puerto.
Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres.
Aclámenlo en la asamblea del pueblo, alábenlo en el consejo de los ancianos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Contemplaron las obras de Dios y sus maravillas. Aleluya.
Ant 3. Los rectos lo ven y se alegran y comprenden la misericordia del
Señor. Aleluya.
Salmo 106 III
El transforma los ríos en desierto,
los manantiales de agua en aridez;
la tierra fértil en marismas,
por la depravación de sus habitantes.
Transforma el desierto en estanques, el erial en manantiales de agua. Coloca allí a los hambrientos,
y fundan una ciudad para habitar.
Siembran campos, plantan huertos, recogen cosechas.
Los bendice, y se multiplican,
y no les escatima el ganado.
Si menguan, abatidos por el peso
de infortunios y desgracias,
el mismo que arroja desprecio sobre los príncipes y los descarría por una soledad sin caminos levanta a los pobres de la miseria
y multiplica sus familias como rebaños.
Los rectos lo ven y se alegran,
a la maldad se le tapa la boca.
El que sea sabio, que recoja estos hechos y comprenda la misericordia del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los rectos lo ven y se alegran y comprenden la misericordia del Señor. Aleluya.
V. Dios nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva. Aleluya. R. Por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De los Hechos de los apóstoles 28, 15-31
PABLO EN ROMA
En aquellos días, los hermanos de Roma, que tenían referencias de nuestro viaje, nos salieron al encuentro en el Foro de Apio y Tres Tabernas. A su vista, Pablo dio gracias a Dios y cobró ánimo. Cuando entramos en Roma, dieron permiso a Pablo para alojarse en una casa particular, con un soldado para su custodia. Al cabo de tres días convocó Pablo a los notables de los judíos y, cuando estuvieron reunidos, les habló así:
«Aunque yo, hermanos, no he hecho nada malo contra nuestro pueblo ni contra las costumbres patrias, fui detenido en Jerusalén y puesto en manos de las autoridades romanas. Éstas, después de haberme tomado declaración, quisieron ponerme en libertad, porque no había en mI causa alguna que mereciese la muerte. Pero, como los judíos se oponían a ello, me vi obligado a apelar al Cesar, pero sin intención alguna de acusar a mi pueblo. Por este motivo os he llamado para veros y hablar con vosotros. Sabed que por defender la esperanza de Israel llevo estas cadenas.»
Ellos le contestaron:
«Nosotros, por nuestra parte, no hemos recibido de Judea ninguna carta referente a tu persona; ni nos ha llegado ningún hermano, contándonos o hablando algo malo contra ti. Tendremos sumo gusto en escuchar te y saber lo que piensas; pues, por lo que a esta secta se refiere, sabemos que en todas partes encuentra oposición.»
Le señalaron día, y acudieron en gran número a la casa donde se hospedaba. Pablo les expuso el reino de Dios, asegurando firmemente su advenimiento; e intentó convencerlos de todo lo referente a Jesús, a base de la ley de Moisés y de los profetas. Esto duró desde la mañana hasta la tarde. Unos se convencían de sus palabras; otros, en cambio, continuaban incrédulos. Y así se retiraban sin ponerse de acuerdo, cuando Pablo les dirigió últimamente estas palabras:
«Bien habló el Espíritu Santo a nuestros padres por el profeta Isaías: “Dirígete a este pueblo y diles: Oiréis con vuestros oídos, pero no lo entenderéis; miraréis con vuestros ojos, pero no lo veréis. Porque se ha embotado la inteligencia de este pueblo; sus oídos se han vuelto torpes para oír, y sus ojos se han cerrado. No sea que lo vean con sus ojos, y lo oigan con sus oídos, y lo entiendan con su inteligencia y se conviertan; y yo los tenga que salvar.” Sabed, pues, que esta salvación de Dios ha sido enviada a los gentiles, y ciertamente que lo escucharán.»
Pablo permaneció dos años enteros en una casa que había alquilado; y recibía a cuantos acudían a él. Predicaba el reino de Dios, y con toda franqueza y libertad y sin obstáculo ninguno enseñaba lo referente a Jesucristo, el Señor.
RESPONSORIO Hch 2, 39; 28, 28
R. La promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y * para todos los que llame el Señor, aunque estén lejos. Aleluya.
V. Esta salvación de Dios ha sido enviada a los gentiles.
R. Para todos los que llame el Señor, aunque estén lejos. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de un autor africano del siglo sexto (Sermón 8, 1-3: PL 65, 743-744)
LA UNIDAD DE LA IGLESIA SE MANIFIESTA EN LA PLURALIDAD DE LENGUAS
Los apóstoles se pusieron a hablar en todas las lenguas. Así quiso Dios, por aquel entonces, significar la presencia del Espíritu Santo, haciendo que todo el que lo recibía hablase en todas las lenguas. Hay que entender, queridos hermanos, que se trata del Espíritu Santo por el cual el amor de Dios se derrama en nuestros corazones.
Y, ya que el amor había de congregar a la Iglesia de Dios, extendida por todo el orbe de la tierra, del mismo modo que entonces cada persona que recibía el Espíritu Santo podía hablar en todas las lenguas, así ahora la unidad de la Iglesia, congregada por el Espíritu Santo, se manifiesta en la pluralidad de lenguas.
Por tanto, si alguien nos dice: «Has recibido el Espíritu Santo, ¿por qué no hablas en todas las lenguas?», debemos responderle: «Hablo ciertamente en todas las lenguas, ya que pertenezco al cuerpo de Cristo, esto es, a la Iglesia, que habla en todas las lenguas. Lo que Dios quiso entonces significar por la presencia del Espíritu era que la Iglesia, en el futuro, hablaría en todas las lenguas.» De este modo se cumplió lo que había prometido el Señor: Nadie echa el vino nuevo en odres viejos, sino que se ha de echar en odres nuevos; así se conservan las dos cosas.
Con razón algunos, al oír que los apóstoles hablaban en todas las lenguas, decían: Están llenos de mosto. Es que se habían convertido ya en odres nuevos, renovados por la gracia santificadora, para que, llenos del vino nuevo, esto es, del Espíritu Santo, hablaran llenos de ardor en todas las lenguas, prefigurando así, por aquel evidentísimo milagro, la catolicidad de la Iglesia, que había de abarcar a los hombres de toda lengua.
Celebrad, pues, este día, conscientes de que sois miembros del único cuerpo de Cristo. No lo celebraréis en vano, si procuráis ser lo que celebráis, viviendo unidos a la Iglesia, a la cual el Señor, llenándola del Espíritu Santo, reconoce como suya, a medida que se va esparciendo por todo el mundo, Iglesia que, a su vez, lo reconoce a él como su Señor. Como el esposo no abandona a su propia esposa ni admite que sea sustituida por otra. A vosotros, hombres de todas las naciones, que sois miembros de Cristo, que constituís el cuerpo de Cristo, la Iglesia de Cristo, la esposa de Cristo, os dice el Apóstol: Sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos por mantener la unidad del Espíritu, con el vinculo de la paz.
Fijaos que al precepto de la mutua tolerancia añade la mención del amor, y cuando habla de la solicitud por la unidad hace referencia al vínculo de la
paz. Tal ha de ser la casa de Dios, edificada con piedras vivas, para que el padre de familia se complazca en habitar en ella, y sus ojos no tengan que contemplar con disgusto su división y su ruina.
RESPONSORIO Hch 15, 8-9; 11, 18
R. Dios, que conoce los corazones, ha dado su Espíritu a todos los pueblos, igual que a nosotros; * y no ha establecido diferencia alguna entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones por la fe. Aleluya.
V. Así, pues, Dios ha concedido también a los demás pueblos la conversión que conduce a la vida.
R. y no ha establecido diferencia alguna entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones por la fe. Aleluya.
ORACIÓN.
OREMOS,
Concédenos, Dios todopoderoso, seguir siempre realizando en toda nuestra vida el espíritu de estas fiestas pascuales, que hemos celebrado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Himno: CONTIGO SUBE EL MUNDO CUANDO SUBES.
Contigo sube el mundo cuando subes,
y al son de tu alegría matutina
nos alzamos los muertos de las tumbas; salvados respiramos vida pura, bebiendo de tus labios el Espíritu.
Cuanto la lengua a proferir no alcanza tu cuerpo nos lo dice, ¡Oh Traspasado! Tu carne santa es luz de las estrellas, victoria de los hombres, fuego y brisa, y fuente bautismal, ¡oh Jesucristo!
Cuanto el amor humano sueña y quiere, en tu pecho, en tu médula, en tus llagas vivo está, ¡oh Jesús glorificado!
En ti, Dios fuerte, Hijo primogénito, callando, el corazón lo gusta y siente.
Lo que fue, lo que existe, lo que viene,
lo que en el Padre es vida incorruptible,
tu cuerpo lo ha heredado y nos lo entrega. Tú nos haces presente la esperanza,
tú que eres nuestro hermano para siempre.
Cautivos de tu vuelo y exaltados
contigo hasta la diestra poderosa,
al Padre y al Espíritu alabamos;
como espigas que doblan la cabeza,
los hijos de la Iglesia te adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mis palabras son espíritu y vida. Aleluya. Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes; a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio, esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche, meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores, están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mis palabras son espíritu y vida. Aleluya.
Ant 2. Edificaste, Señor, un templo y un altar en tu monte santo. Aleluya. Cántico: DAME SEÑOR, LA SABIDURÍA Sb 9, 1-6. 9-11
Dios de los padres y Señor de la misericordia, que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus creaturas,
y para que rigiese el mundo con santidad y justicia y lo gobernase con rectitud de corazón.
Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.
Pues aunque uno sea perfecto entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti, será estimado en nada.
Contigo está la sabiduría conocedora de tus obras, que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.
Mándala de tus santos cielos
y de tu trono de gloria envíala
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.
Porque ella conoce y entiende todas las cosas, y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Edificaste, Señor, un templo y un altar en tu monte santo. Aleluya. Ant 3. Yo soy el camino y la verdad y la vida. Aleluya.
Salmo 116 – INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo soy el camino y la verdad y la vida. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 14, 7-9
Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí. Que si vivimos, vivimos para el Señor; y si morimos, para el Señor morimos. En fin, que
tanto en vida como en muerte somos del Señor. Para esto murió Cristo y retornó a la vida, para ser Señor de vivos y muertos.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya. V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre,y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Lc 1, 68-79
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo. Aleluya.
PRECES
Nosotros, que hemos sido bautizados en el Espíritu Santo, glorifiquemos al Señor, junto con todos los bautizados, y roguémosle:
Señor Jesús, santifícanos en el Espíritu.
Envíanos, Señor, tu Espíritu Santo,
para que te confesemos ante los hombres como Señor y rey nuestro.
Danos una caridad sincera,
para que nos amemos mutuamente, como buenos hermanos.
Dispón con tu gracia el corazón de los fieles,
para que acojan con amor y alegría los dones del Espíritu.
Danos la fortaleza del Espíritu Santo,
y haz que sane y vigorice lo que en nosotros está enfermo y débil.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Bajo el impulso del Espíritu Santo, que ora en nuestro interior con gemidos inenarrables, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro…
ORACION
Concédenos, Dios todopoderoso, seguir siempre realizando en toda nuestra vida el espíritu de estas fiestas pascuales, que hemos celebrado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: AL SEÑOR CONFESAMOS, ¡ALELUYA!
Al Señor confesamos, ¡aleluya!
En la hora de tercia a la mañana
se llenaron los suyos de esperanza, y lejos de la noche y de la duda salieron con la llama y la palabra.
Al Señor adoramos, ¡aleluya!
Han marcado sus pies nuestros caminos, marcó su nombre el nombre de los siglos, y en la tierra su voz cual voz ninguna convoca seguidores y testigos.
Al Señor esperamos, ¡aleluya!
Y ahora celebramos al Viviente,
a Jesús victorioso de la muerte; acéptanos, oh Cristo, cual liturgia
de gloria que ganaste y a ti vuelve. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 118, 121-128
Practico la justicia y el derecho,
no me entregues a mis opresores; da fianza en favor de tu siervo,
que no me opriman los insolentes; mis ojos se consumen aguardando
tu salvación y tu promesa de justicia.
Trata con misericordia a tu siervo, enséñame tus leyes;
yo soy tu siervo: dame inteligencia, y conoceré tus preceptos;
es hora de que actúes, Señor: han quebrantado tu voluntad.
Yo amo tus mandatos
más que el oro purísimo;
por eso aprecio tus decretos
y detesto el camino de la mentira.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 33 I – EL SEÑOR, SALVACIÓN DE LOS JUSTOS
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
Contempladlo y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias.
El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él.
Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 33 II
Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor; ¿hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad?
Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella.
Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor;
él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
La maldad da muerte al malvado,
y los que odian al justo serán castigados. El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Rm 5, 10-11
Si, siendo aún enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, con mayor razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo eso. Hasta ponemos nuestra gloria y confianza en Dios gracias a nuestro Señor Jesucristo, por cuyo medio hemos obtenido ahora la reconciliación.
V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. R. Y se ha aparecido a Simón. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Concédenos, Dios todopoderoso, seguir siempre realizando en toda nuestra vida el espíritu de estas fiestas pascuales, que hemos celebrado. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
Himno: VERBO DE DIOS, EL SOL DE MEDIODÍA
Verbo de Dios, el sol de mediodía, amable mensajero de tu rostro, fecunda nuestra tierra y la hermosea como fuente de luz, de vida y gozo.
Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma del infinito amor jamás gastado;
y de ese mar sin fondo ni ribera
la Iglesia es tu pleroma continuado.
Verbo de Dios, que reinas sin fatiga,
que emerges victorioso del trabajo,
reina dichoso tú que nos esperas
mientras nosotros vamos caminando. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 122 – EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 123 – NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte -que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 124 – EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas, y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas, que los rechace el Señor con los malhechores. ¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE 1Co 15, 20-22
Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Lo mismo que por un hombre hubo muerte, por otro hombre hay resurrección de los muertos. Y lo mismo que en Adán todos mueren, en Cristo todos serán llamados de
nuevo a la vida.
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
R. Al ver al Señor. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Concédenos, Dios todopoderoso, seguir siempre realizando en toda nuestra vida el espíritu de estas fiestas pascuales, que hemos celebrado. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: REINA EL SEÑOR ALLÍ DONDE NINGUNO
Reina el Señor allí donde ninguno ciñe corona que haya dado el mundo; reina el Señor allí donde la vida
sin lágrimas es río de delicias.
Reina el Señor, el compasivo siervo,
que en sus hombros cargó nuestro madero; vive el muerto en la cruz, el sepultado
y con hierro sellado y custodiado.
Cruzó el oscuro valle de la muerte hasta bajar a tumba de rebeldes;
fingía que era suya nuestra pena,
y en silencio escuchó nuestra sentencia.
Pero reina el Señor, la tierra goza,
y ya se escuchan los cánticos de boda. ¡Gloria al Señor Jesús resucitado,
nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 125 – DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 – EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es el fruto de las entrañas: son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 – PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE 2Co 5, 14-15
El amor de Cristo nos apremia, al pensar que, si uno murió por todos, consiguientemente todos murieron en él; y murió por todos, para que los que viven no vivan ya para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya. R. Porque ya es tarde. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Concédenos, Dios todopoderoso, seguir siempre realizando en toda nuestra vida el espíritu de estas fiestas pascuales, que hemos celebrado. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios.
I VÍSPERAS
DE PENTECOSTÉS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VEN, CREADOR, ESPÍRITU AMOROSO
Ven, Creador, Espíritu amoroso, ven y visita el alma que a ti clama y con tu soberana gracia inflama los pechos que criaste poderoso.
Tú que abogado fiel eres llamado, del Altísimo don, perenne fuente de vida eterna, caridad ferviente, espiritual unción, fuego sagrado.
Tú te infundes al alma en siete dones, fiel promesa del Padre soberano;
tú eres el dedo de su diestra mano, tú nos dictas palabras y razones.
Ilustra con tu luz nuestros sentidos, del corazón ahuyenta la tibieza, haznos vencer la corporal flaqueza, con tu eterna virtud fortalecidos.
Por ti, nuestro enemigo desterrado, gocemos de paz santa duradera,
y, siendo nuestro guía en la carrera, todo daño evitemos y pecado.
Por ti al eterno Padre conozcamos,
y al Hijo, soberano omnipotente,
y a ti, Espíritu, de ambos procedente,
con viva fe y amor siempre creamos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. Aleluya.
Salmo 112 – ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa, como madre feliz de hijos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. Aleluya.
Ant 2. Aparecieron sobre los apóstoles unas como lenguas de fuego, y se posó sobre cada uno de ellos el Espíritu Santo. Aleluya.
Salmo 146 – PODER Y BONDAD DEL SEÑOR
Alabad al Señor, que la música es buena; nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén, reúne a los deportados de Israel; él sana los corazones destrozados, venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. Nuestro Señor es grande y poderoso, su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes, humilla hasta el polvo a los malvados.
Entonad la acción de gracias al Señor, tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes, preparando la lluvia para la tierra;
que hace brotar hierba en los montes, para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado,
y a las crías de cuervo que graznan.
No aprecia el vigor de los caballos, no estima los músculos del hombre: el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aparecieron sobre los apóstoles unas como lenguas de fuego, y se posó sobre cada uno de ellos el Espíritu Santo. Aleluya.
Ant 3. El Espíritu, que procede del Padre, él me glorificará. Aleluya.
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Espíritu, que procede del Padre, él me glorificará. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 8, 11
Si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales por obra de su Espíritu que habita en vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya. V. Os lo enseñará todo.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya. CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor, tú que con la diversidad de lenguas congregaste todos los pueblos en la confesión de una sola fe. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor, tú que con la diversidad de lenguas congregaste todos los pueblos en la confesión de una sola fe. Aleluya.
PRECES
Celebremos la gloria de Dios, quien, al llegar a su término en Pentecostés
los cincuenta días de Pascua, llenó a los apóstoles del Espíritu Santo, y supliquemos con ánimo gozoso y confiado, diciendo:
Envía tu Espíritu, Señor, y renueva la faz de la tierra.
Tú que, al comienzo de los tiempos, creaste el cielo y la tierra y, al llegar la etapa final de la historia, quisiste que Cristo fuera cabeza de toda la creación,
por tu Espíritu renueva la faz de la tierra y conduce a los hombres a la salvación.
Tú que infundiste el aliento de vida en el rostro de Adán,
envía ahora tu Espíritu a la Iglesia, para que, vivificada y rejuvenecida, comunique tu vida al mundo.
Ilumina a todos los hombres con la luz de tu Espíritu y disipa las tinieblas de nuestro mundo,
para que el odio se convierta en amor, el sufrimiento en gozo y la guerra en paz.
Fecundiza el mundo con tu Espíritu, agua viva que mana del costado de Cristo,
para que la tierra entera se vea libre de todo mal.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que, por obra del Espíritu Santo, conduces sin cesar a los hombres a la vida eterna,
dígnate llevar, por este mismo Espíritu, a los difuntos al gozo eterno de tu presencia.
Dirijámonos ahora al Padre con las palabras que el Espíritu del Señor resucitado pone en nuestros labios:
Padre nuestro…
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que has querido que la celebración del misterio pascual se prolongara simbólicamente durante cincuenta días, te pedimos que, por la acción del Espíritu Santo, lleves a la unidad en el amor a todas las naciones de la tierra, y que sus diversas lenguas se unan para proclamar unánimemente la gloria de tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: EL CORAZÓN SE DILATA
El corazón se dilata
sin noche en tu santo cuerpo, oh morada iluminada, mansión de todo consuelo.
Por tu muerte sin pecado, por tu descanso y tu premio, en ti, Jesús, confiamos,
y te miramos sin miedo.
Como vigilia de amor
te ofrecemos nuestro sueño;
tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 4 – ACCIÓN DE GRACIAS.
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.
Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor, amaréis la falsedad y buscaréis el engaño? Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad y no pequéis, reflexionad en el silencio de vuestro lecho; ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.
Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»
Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino.
En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 133 – ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y ahora bendecid al Señor, los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor:
Levantad las manos hacia el santuario, y bendecid al Señor.
El Señor te bendiga desde Sión: el que hizo cielo y tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Dt 6, 4-7
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al
Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya. Ruega al Señor por nosotros, aleluya.