TIEMPO DE CUARESMA MARTES SANTO
Del Propio del Tiempo. Salterio II
26 de marzo
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día: V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: PONER AL HIJO EN CRUZ, ABIERTO EL SENO
Poner al Hijo en cruz, abierto el seno, sacrificarlo porque yo no muera,
prueba es, mi Dios, de amor muy verdadera, mostraros para mí de amor tan lleno.
Que -a ser yo Dios, Y vos hombre terreno- os diera el ser de Dios que yo tuviera
y el que tengo de hombre me pusiera
a trueque de gozar de un Dios tan bueno.
y aún no era vuestro amor recompensado, pues a mí en excelencia me habéis hecho Dios, y a Dios al ser de hombre habéis bajado.
Deudor quedaré siempre por derecho
de la deuda que en cruz por mí ha pagado el Hijo por dejaros satisfecho. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.
Salmo 36 I – LA VERDADERA Y LA FALSA FELICIDAD
No te exasperes por los malvados, no envidies a los que obran el mal: se secarán pronto, como la hierba, como el césped verde se agostarán.
Confía en el Señor y haz el bien, habita tu tierra y practica la lealtad; sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón.
Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará brillar tu justicia como el amanecer; tu derecho, como el mediodía.
Descansa en el Señor y espera en él,
no te exasperes por el hombre que triunfa empleando la intriga:
cohíbe la ira, reprime el coraje,
no te exasperes, no sea que obres mal;
porque los que obran mal son excluidos,
pero los que esperan en el Señor poseerán la tierra.
Aguarda un momento: desapareció el malvado, fíjate en su sitio: ya no está;
en cambio, los sufridos poseen la tierra
y disfrutan de paz abundante.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.
Ant 2. Apártate del mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor. Salmo 36 II
El malvado intriga contra el justo, rechina sus dientes contra él; pero el Señor se ríe de él,
porque ve que le llega su hora.
Los malvados desenvainan la espada, asestan el arco,
para abatir a pobres y humildes, para asesinar a los honrados;
pero su espada les atravesará el corazón, sus arcos se romperán.
Mejor es ser honrado con poco
que ser malvado en la opulencia;
pues al malvado se le romperán los brazos, pero al honrado lo sostiene el Señor.
El Señor vela por los días de los buenos, y su herencia durará siempre;
no se agostarán en tiempo de sequía, en tiempo de hambre se saciarán;
pero los malvados perecerán,
los enemigos del Señor
se marchitarán como la belleza de un prado, en humo se disiparán.
El malvado pide prestado y no devuelve, el justo se compadece y perdona.
Los que el Señor bendice poseen la tierra, los que él maldice son excluidos.
El Señor asegura los pasos del hombre, se complace en sus caminos;
si tropieza, no caerá,
porque el Señor lo tiene de la mano.
Fui joven, ya soy viejo:
nunca he visto a un justo abandonado, ni a su linaje mendigando el pan.
A diario se compadece y da prestado; bendita será su descendencia.
Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás una casa; porque el Señor ama la justicia y no abandona a sus fieles.
Los inicuos son exterminados,
la estirpe de los malvados se extinguirá; pero los justos poseen la tierra,
la habitarán por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Apártate del mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor. Ant 3. Confía en el Señor y sigue su camino.
Salmo 36 III
La boca del justo expone la sabiduría,
su lengua explica el derecho;
porque lleva en el corazón la ley de su Dios, y sus pasos no vacilan.
El malvado espía al justo
e intenta darle muerte;
pero el Señor no lo entrega en sus manos, no deja que lo condenen en el juicio.
Confía en el Señor, sigue su camino; él te levantará a poseer la tierra,
y verás la expulsión de los malvados.
Vi a un malvado que se jactaba,
que prosperaba como un cedro frondoso; volví a pasar, y ya no estaba;
lo busqué, y no lo encontré.
Observa al honrado, fíjate en el bueno:
su porvenir es la paz;
los impíos serán totalmente aniquilados,
el porvenir de los malvados quedará truncado.
El Señor es quien salva a los justos, él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados y los salva, porque se acogen a él.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Confía en el Señor y sigue su camino.
V. Cuando sea yo levantado en alto sobre la tierra.
R. Atraeré a todos hacia mí.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Jeremías 8, 13-9, 10 LAMENTACIÓN SOBRE LA VIÑA DEL SEÑOR Esto dice el Señor:
«Si intento recoger algo de los hijos de Judá -oráculo del Señor-, no hay racimos en la vid ni higos en la higuera, la hoja está seca; los entregaré a la esclavitud.»
«¿Qué hacemos aquí sentados? Reunámonos, entremos en las plazas
fuertes, para morir allí; porque el Señor, nuestro Dios, nos deja morir, nos da a beber agua envenenada, porque pecamos contra el Señor. Se espera mejoría y no hay bienestar, a la hora de curarse sobreviene el delirio.»
Desde Dan se escucha el resoplar de los caballos; cuando relinchan los corceles, retiembla la tierra; llegan y devoran el país y a sus habitantes, la ciudad con sus vecinos.
«Yo envío contra vosotros serpientes venenosas, contra las que no valen encantamientos, os picarán mortalmente» -oráculo del Señor-.
El pesar me abruma, mi corazón desfallece, al oír desde lejos el grito de auxilio de la capital: «¿No está el Señor en Sión, no está allí su Rey?» ¿No me irritaron con sus ídolos, ficciones importadas?
Pasó la cosecha, se acabó el verano, y no hemos recibido auxilio. Por la aflicción de la hija de mi pueblo ando afligido, sombrío y atenazado de espanto: ¿No queda bálsamo en Galaad, no quedan médicos? ¿Por qué no se cierra la herida de la hija de mi pueblo?
«Quién diera agua a mi cabeza y a mis ojos una fuente de lágrimas, para llorar día y noche a los muertos de la hija de mi pueblo. Quién me diera posada en el desierto para abandonar a mi pueblo y alejarme de él; pues todos son adúlteros, una caterva de bandidos. Tensan las lenguas como arcos, dominan el país con la mentira y no con la verdad; avanzan de maldad en maldad, y a mí no me reconocen -oráculo del Señor-. Guárdese cada uno del prójimo, no os fiéis del hermano, porque el hermano pone zancadillas y el prójimo anda calumniando; se estafan unos a otros y nadie dice la verdad; entrenan sus lenguas en la mentira, están pervertidos, incapaces de convertirse: fraude sobre fraude, engaño sobre engaño, y rechazan mi conocimiento» -oráculo del Señor-.
Por eso, así dice el Señor de los ejércitos:
«Yo mismo los fundiré y probaré, si no, ¿qué hacer con la hija de mi pueblo? Su lengua es una flecha afilada, dice mentiras su boca; saludan deseando paz al prójimo, y por dentro le traman asechanzas. Y de esto ¿no os pediré cuentas? -oráculo del Señor-; de un pueblo semejante ¿no he de vengarme yo mismo? Sobre los montes alzaré llanto y gemido, en las dehesas una elegía: Están requemadas las dehesas, nadie transita, no se oye mugir el rebaño; pájaros y bestias huyeron, marcharon.»
RESPONSORIO Jr 26, 15; Mt 27, 24
R. Sabed bien que si me matáis, * echaréis sangre inocente sobre vosotros y sobre esta ciudad.
V. Pilato se lavó las manos a la vista del pueblo y exclamó: «Yo no soy responsable de la sangre de este justo.»
R. Echaréis sangre inocente sobre vosotros y sobre esta ciudad. SEGUNDA LECTURA
Del Libro de san Basilio Magno, obispo, Sobre el Espíritu Santo (Cap. 15, núm. 35: PG 32, 127-130)
ES UNA SOLA LA MUERTE EN FAVOR DEL MUNDO Y UNA SOLA LA RESURRECCIÓN DE ENTRE LOS MUERTOS
Nuestro Dios y Salvador realizó su plan de salvar al hombre levantándolo de su caída y haciendo que pasara del estado de alejamiento, en que había incurrido por su desobediencia, al estado de familiaridad con Dios. Éste fue el motivo de la venida de Cristo en la carne, de su convivencia con los hombres, de sus sufrimientos, de su cruz, de su sepultura y de su resurrección: que el hombre, una vez salvado, recobrara, por la imitación de Cristo, su antigua condición de hijo adoptivo.
Y así, para llegar a una vida perfecta, es necesario imitar a Cristo, no sólo en los ejemplos que nos dio durante su vida, ejemplos de mansedumbre, de humildad y de paciencia, sino también en su muerte, como dice Pablo, el imitador de Cristo: Muriendo su misma muerte, para alcanzar también la resurrección de entre los muertos.
Mas, ¿de qué manera podremos reproducir en nosotros su muerte? Sepultándonos con él por el bautismo. ¿En qué consiste este modo de sepultura, y de qué nos sirve el imitarla? En primer lugar, es necesario cortar con la vida anterior. Y esto nadie puede conseguirlo sin aquel nuevo nacimiento de que nos habla el Señor, ya que la regeneración, como su mismo nombre indica, es el comienzo de una vida nueva. Por esto, antes de comenzar esta vida nueva, es necesario poner fin a la anterior. En esto sucede lo mismo que con los que corren en el estadio: éstos, al llegar al fin de la primera parte de la carrera, antes de girar en redondo, necesitan hacer una pequeña parada o pausa, para reemprender luego el camino de vuelta; así también, en este cambio de vida, era necesario interponer la muerte entre la primera vida y la posterior, muerte que pone fin a los actos precedentes y da comienzo a los subsiguientes.
¿Cómo podremos, pues, imitar a Cristo en su descenso a la región de los muertos? Imitando su sepultura mediante el bautismo. En efecto, los cuerpos de los que son bautizados quedan, en cierto modo, sepultados bajo las aguas. Por esto el bautismo significa, de un modo arcano, el despojo de las obras de la carne, según aquellas palabras del Apóstol: Habéis sido circuncidados, no con operación quirúrgica, sino con la circuncisión de Cristo, que consiste en el despojo de vuestra condición mortal; con Cristo fuisteis sepultados en el bautismo, ya que el bautismo en cierto modo purifica el alma de las manchas ocasionadas en ella por el influjo de esta vida en carne mortal, según está escrito: Lávame: quedaré más blanco que la nieve. Por esto reconocemos un solo bautismo salvador, ya que es una sola la muerte en favor del mundo y una sola la resurrección de entre los muertos, y de ambas es figura el bautismo.
RESPONSORIO Rm 6, 3. 5. 4
R. Cuantos en el bautismo fuimos sumergidos en Cristo Jesús fuimos sumergidos en su muerte. * Y si hemos sido injertados vitalmente en Cristo
por la imagen de su muerte, también lo estaremos por la imagen de su resurrección.
V. Por nuestro bautismo fuimos sepultados con él, para participar de su muerte.
R. Y si hemos sido injertados vitalmente en Cristo por la imagen de su muerte, también lo estaremos por la imagen de su resurrección.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor que alcancemos tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Himno: OJOS MUERTOS QUE MIRÁIS.
Ojos muertos que miráis con mirar indescriptible y con fuerza irresistible atraéis y cautiváis,
¿por qué, si muertos estáis, tenéis tan viva expresión que así turbáis mi razón trocando vuestras miradas en dos punzantes espadas que parten mi corazón?
Al veros, ojos piadosos, todo mi ser se conmueve. ¿Quién a miraros se atreve sin llorar, ojos llorosos? Me cautiváis amorosos, me reprendéis justicieros, inspiráis dolor y calma, sois tiernos y sois severos, y las borrascas del alma enfrenáis sólo con veros.
¡Ah! Permitid ojos píos, ojos que sois el encanto del cielo, que con mi llanto borre mis locos desvíos;
bebí en cenagosos ríos
aguas de ponzoñas llenas
que, al infiltrarse en mis venas, causaron fiebres ardientes. ¡Cómo olvidé que erais fuentes
de aguas dulces y serenas! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Defiende mi causa, Señor, sálvame del hombre traidor y malvado. Salmo 42 – DESEO DEL TEMPLO
Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.
Tú eres mi Dios y protector, ¿por qué me rechazas?
¿Por qué voy andando sombrío, hostigado por mi enemigo?
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara, Señor, Dios mío.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Defiende mi causa, Señor, sálvame del hombre traidor y malvado. Ant 2. Tú defendiste, Señor, la causa de mi alma y rescataste mi vida,
Señor, Dios mío.
Cántico: ANGUSTIA DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN Is 38, 10-14. 17-20
Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo; me privan del resto de mis años.»
Yo pensé: «Ya no veré más al Señor en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor devanaba yo mi vida, y me cortan la trama.»
Día y noche me estás acabando, sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león, día y noche me estas acabando.
Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen: ¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía y volviste la espalda a todos mis pecados.
El abismo no te da gracias, ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son quienes te alaban: como yo ahora.
El Padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas todos nuestros días en la casa del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú defendiste, Señor, la causa de mi alma y rescataste mi vida, Señor, Dios mío.
Ant 3. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó sobre sí los crímenes de ellos.
Salmo 64 – SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS.
¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión, y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.
A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas; nuestros delitos nos abruman, pero tú los perdonas.
Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa, de los dones sagrados de tu templo.
Con portentos de justicia nos respondes, Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;
Tú que afianzas los montes con tu fuerza, ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.
Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso las llenas de júbilo.
Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales;
riegas los surcos, igualas los terrones, tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
las rodadas de tu carro rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría; las praderas se cubren de rebaños, y los valles se visten de mieses, que aclaman y cantan.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó sobre sí los crímenes de ellos.
LECTURA BREVE Za 12, 10-11a
Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración. Me mirarán a mí, a quien traspasaron, harán llanto como llanto por el hijo único y llorarán como se llora al primogénito. Aquel día será grande el luto de Jerusalén.
RESPONSORIO BREVE
V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
V. De entre toda raza, lengua, pueblo y nación.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre. CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Glorifícame tú, Padre, con la gloria que tenía junto a ti, antes que el mundo existiese.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Lc 1, 68-79
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Glorifícame tú, Padre, con la gloria que tenía junto a ti, antes que el mundo existiese.
PRECES
Acudamos a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y resurrección, y digámosle:
Señor, ten piedad de nosotros.
Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria, conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.
Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado, sana nuestras heridas.
Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,
haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.
Tú que, clavado en la cruz, perdonaste al ladrón arrepentido, perdónanos también a nosotros, pecadores.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Siguiendo la enseñanza de Jesucristo, que nos ha hecho hijos de Dios, digamos juntos a nuestro Padre:
Padre nuestro…
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor que alcancemos tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: AMIGO DE LOS HOMBRES, JESUCRISTO
Amigo de los hombres, Jesucristo,
tú solo das sentido a nuestra historia, y, con los ojos fijos al futuro,
la Iglesia vive fiel a tu memoria.
Este tiempo de ayuno te presenta de nosotros la parte más oscura, y tus manos clavadas al madero nos devuelven tu paz y tu ternura.
A lo largo del día no nos dejes,
no nos falte la luz de tu mirada:
llena de amor los pasos que caminan
de este mundo a la luz de tu alborada. Amén.
SALMODIA
Ant 1. La víspera del día solemne de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora, como amaba a los suyos, les dio la mayor prueba de amor que puede darse.
Salmo 118, 49-56
Recuerda la palabra que diste a tu siervo, de la que hiciste mi esperanza;
éste es mi consuelo en la aflicción:
que tu promesa me da vida;
los insolentes me insultan sin parar, pero yo no me aparto de tus mandatos.
Recordando tus antiguos mandamientos, Señor, quedé consolado;
sentí indignación ante los malvados,
que abandonan tu voluntad;
tus leyes eran mi canción en tierra extranjera.
De noche pronuncio tu nombre, Señor, y velando, tus preceptos;
esto es lo que a mí me toca: guardar tus decretos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 52 – NECEDAD DE LOS PECADORES
Dice el necio para sí:
«No hay Dios.»
Se han corrompido cometiendo abominaciones, no hay quien obre bien.
Dios observa desde el cielo
a los hijos de Adán,
para ver si hay alguno sensato que busque a Dios.
Todos se extravían igualmente obstinados, no hay uno que obre bien, ni uno solo.
Pero ¿no aprenderán los malhechores que devoran a mi pueblo como pan
y no invocan al Señor?
Pues temblarán de espanto,
porque Dios esparce los huesos del agresor, y serán derrotados,
porque Dios los rechaza.
¡Ojalá venga desde Sión
la salvación de Israel!
Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo, se alegrará Jacob y gozará Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 53, 3-6. 8-9 – PETICIÓN DE AUXILIO
¡Oh Dios!, sálvame por tu nombre, sal por mí con tu poder.
¡Oh Dios!, escucha mi súplica, atiende a mis palabras:
porque unos insolentes se alzan contra mí, y hombres violentos me persiguen a muerte sin tener presente a Dios.
Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario
dando gracias a tu nombre, que es bueno; porque me libraste del peligro
y he visto la derrota de mis enemigos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La víspera del día solemne de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora, como amaba a los suyos, les dio la mayor prueba de amor que puede darse.
LECTURA BREVE Cf. 1Co 1, 18-19
El mensaje de la cruz es necedad para los que están en vías de perdición; pero para los que están en vías de salvación es fuerza de Dios. Dice la Escritura: «Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces.»
V. Se humillaba voluntariamente. R. Y no abría su boca.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor que alcancemos tu perdón. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: JESÚS, CONTIGO IREMOS AL DESIERTO
Jesús, contigo iremos al desierto en medio de la villa populosa,
y tú nos brindarás el pan sabroso que alimentó tu alma silenciosa.
Contigo pasaremos el mar Rojo, beberemos el agua de la roca;
tú serás el pastor y, en la montaña, tú serás nuestra gracia esplendorosa.
Contigo humildemente hasta el Calvario, contigo por la vía dolorosa,
y al final, oh Jesús, por tu promesa, contigo viviremos en tu gloria. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Como el Padre me conoce a mí, yo conozco al Padre y doy mi vida
por mis ovejas.
Salmo 122 – EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 123 – NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte -que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 124 – EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas, y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas, que los rechace el Señor con los malhechores. ¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Como el Padre me conoce a mí, yo conozco al Padre y doy mi vida por mis ovejas.
LECTURA BREVE 1Co 1, 22-24
Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría. Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados a Cristo -judíos o griegos-: fuerza de Dios y
sabiduría de Dios.
V. Él soportó nuestros sufrimientos.
R. Y aguantó nuestras rebeldías.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor que alcancemos tu perdón. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: OJOS DE AQUEL PUBLICANO
Ojos de aquel publicano hasta la tierra caídos,
el Dios de la luz os mira, miradle con regocijo.
Mano que pide clemencia hiriendo el pecho contrito, el Señor te abre la puerta de su pecho compasivo.
Lengua que en bajo murmullo dices tu dolor sentido,
el Juez que sabe juzgar
ha escuchado complacido.
Padre del octavo día,
glorioso siendo propicio, perdónanos, purifícanos,
por el honor de tu Hijo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia; líbreme Dios de
gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.
Salmo 125 – DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 – EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es el fruto de las entrañas: son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 – PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia; líbreme Dios de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.
LECTURA BREVE 1Co 1, 25. 27a
Lo necio de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Lo necio del mundo lo ha escogido Dios para confundir a los sabios.
V. Adoremos el signo de la cruz.
R. Por el que recibimos la salvación.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor que alcancemos tu perdón. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: BRILLE LA CRUZ DEL VERBO, LUMINOSA.
Brille la cruz del Verbo, luminosa, brille como la carne sacratísima
de aquel Jesús nacido de la Virgen que en la gloria del Padre vive y brilla.
Gemía Adán doliente y conturbado,
lágrimas Eva junto a Adán vertía;
brillen sus rostros por la cruz gloriosa,
cruz que se enciende cuando el Verbo expira.
¡Salve, cruz de los montes y caminos, junto al enfermo suave medicina, regio trono de Cristo en las familias, cruz de nuestra fe, salve cruz bendita!
Reine el Señor crucificado, levantando la cruz donde moría; nuestros enfermos ojos buscan luz, nuestros labios el río de la vida.
Te adoramos, oh cruz que fabricamos pecadores con manos deicidas;
te adoramos, ornato del Señor,
sacramento de nuestra eterna dicha. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Oía las burlas de la gente: «Terror por doquier», pero el Señor está
conmigo, como fuerte guerrero.
Salmo 48 I – VANIDAD DE LAS RIQUEZAS
Oíd esto, todas las naciones, escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;
mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones; prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.
¿Por qué habré de temer los días aciagos, cuando me cerquen y me acechen los malvados, que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida, que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios, y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia, sino que perece como los animales.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oía las burlas de la gente: «Terror por doquier», pero el Señor está conmigo, como fuerte guerrero.
Ant 2. Sal fiador por mí ante ti mismo, Señor, ¿pues quién, si no, me dará la mano?
Salmo 48 II
Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo, la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba; se desvanece su figura
y el abismo es su casa. Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo y me lleva consigo.
No te preocupes si se enriquece un hombre y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
Aunque en vida se felicitaba: «Ponderan lo bien que lo pasas», irá a reunirse con sus antepasados, que no verán nunca la luz.
El hombre rico e inconsciente es como un animal que perece.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sal fiador por mí ante ti mismo, Señor, ¿pues quién, si no, me dará la mano?
Ant 3. Fuiste degollado, Señor, y por tu sangre nos compraste para Dios.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Fuiste degollado, Señor, y por tu sangre nos compraste para Dios. LECTURA BREVE 1Co 1, 27b-30
Lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder. Aún más: ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta; de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención.
RESPONSORIO BREVE
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Soy libre para dar mi vida y libre para volverla a tomar. Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Soy libre para dar mi vida y libre para volverla a tomar. PRECES
Adoremos a Jesús, el Salvador del género humano, que muriendo destruyó nuestra muerte y resucitando restauró la vida, y pidámosle humildemente:
Santifica, Señor, el pueblo que redimiste con tu sangre.
Redentor nuestro, concédenos que por la penitencia nos unamos más plenamente a tu pasión,
para que consigamos la gloria de la resurrección.
Concédenos la protección de tu Madre, consuelo de los afligidos,
para poder nosotros consolar a los que están atribulados, mediante el consuelo con que tú nos consuelas.
Haz que tus fieles participen en tu pasión mediante los sufrimientos de su vida,
para que se manifiesten a los hombres los frutos de la salvación.
Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte y una muerte de cruz,
concede a tus fieles obediencia y paciencia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Haz que los difuntos sean transformados a semejanza de tu cuerpo glorioso, y a nosotros concédenos también que un día participemos de su felicidad.
Dirijámonos a Dios con la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro…
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor que alcancemos tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LLEGÓ EL INSTANTE DE TU MUERTE
Cuando llegó el instante de tu muerte inclinaste la frente hacia la tierra, como todos los mortales;
mas no eras tú el hombre derribado, sino el Hijo que muerto nos contempla.
Cuando me llegue el tránsito esperado y siga sin retorno por mi senda,
como todos los mortales,
el sueño de tu rostro será lumbre
y tu gloria mi gloria venidera.
El silencio sagrado de la noche
tu paz y tu venida nos recuerdan,
Cristo, luz de los mortales;
acepta nuestro sueño necesario
como secreto amor que a ti se llega. Amén
SALMODIA
Ant 1. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.
Salmo 142, 1-11 – LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte, empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados. mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos, medito todas tus acciones, considero las obras de tus manos y extiendo mis brazos hacia ti: tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame en seguida, Señor, que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia, ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir, pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor, que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad, ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno, me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo; por tu clemencia, sácame de la angustia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.
LECTURA BREVE 1Pe 5, 8-9
Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!