TIEMPO DE CUARESMA MIÉRCOLES DE LA SEMANA III Propio del Tiempo. Salterio III
6 de marzo
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día: V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: LEVÁNTAME SEÑOR, QUE ESTOY CAÍDO
Levántame Señor, que estoy caído, sin amor, sin temor, sin fe, sin miedo; quiérome levantar, y estoyme quedo; yo propio lo deseo, y yo lo impido.
Estoy, siendo uno solo, dividido:
a un tiempo muerto y vivo, triste y ledo; lo que puedo hacer, eso no puedo;
huyo del mal y estoy en él metido.
Tan obstinado estoy en mi porfía,
que el temor de perderme y de perderte jamás de mi mal uso me desvía.
Tu poder y bondad truequen mi suerte:
que en otros veo enmienda cada día,
y en mí nuevos deseos de ofenderte. Amén.
SALMODIA
Ant 1. La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.
Salmo 88, 2-38 I – HIMNO AL DIOS FIEL A LAS PROMESAS HECHAS A DAVID
Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Pues dijiste: «Cimentado está por siempre mi amor, asentada más que el cielo mi lealtad.»
Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.»
El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles. ¿Quién sobre las nubes se compara a Dios? ¿Quién como el Señor entre los seres divinos?
Dios es temible en el consejo de los ángeles, es grande y terrible para toda su corte. Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean.
Tú domeñas la soberbia del mar
y amansas la hinchazón del oleaje;
tú traspasaste y destrozaste a Rahab, tu brazo potente desbarató al enemigo.
Tuyo es el cielo, tuya es la tierra;
tú cimentaste el orbe y cuanto contiene; tú has creado el norte y el sur,
el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre.
Tienes un brazo poderoso:
fuerte es tu izquierda y alta tu derecha. Justicia y derecho sostienen tu trono, misericordia y fidelidad te preceden.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, ¡oh Señor!, a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.
Porque tú eres su honor y su fuerza, y con tu favor realzas nuestro poder. Porque el Señor es nuestro escudo, y el Santo de Israel nuestro rey.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.
Ant 2. El Hijo de Dios nació según la carne de la estirpe de David. Salmo 88, 2-38 II
Un día hablaste en visión a tus amigos:
«He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado sobre el pueblo.»
Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso;
no lo engañará el enemigo
ni los malvados lo humillarán; ante él desharé a sus adversarios y heriré a los que lo odian.
Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán, por mi nombre crecerá su poder: extenderé su izquierda hasta el mar,
y su derecha hasta el Gran Río.
Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora»;
y yo lo nombraré mi primogénito, excelso entre los reyes de la tierra.
Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable;
le daré una posteridad perpetua
y un trono duradero como el cielo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Hijo de Dios nació según la carne de la estirpe de David. Ant 3. Juré una vez a David, mi siervo: «Tu linaje será perpetuo.» Salmo 88, 2-38 III
Si sus hijos abandonan mi ley
y no siguen mis mandamientos, si profanan mis preceptos
y no guardan mis mandatos, castigaré con la vara sus pecados y a latigazos sus culpas;
pero no les retiraré mi favor ni desmentiré mi fidelidad, no violaré mi alianza
ni cambiaré mis promesas.
Una vez juré por mi santidad
no faltar a mi palabra con David:
«Su linaje será perpetuo,
y su trono como el sol en mi presencia, como la luna, que siempre permanece: su solio será más firme que el cielo.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Juré una vez a David, mi siervo: «Tu linaje será perpetuo.» V. Convertíos y haced penitencia.
R. Haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. PRIMERA LECTURA
Del libro del Éxodo 33, 7-11. 18-23; 34, 5-9. 29-35 ESPECIAL MANIFESTACIÓN DE DIOS A MOISÉS
En aquellos días, Moisés levantó la Tienda de Dios y la plantó fuera, a distancia del campamento; la llamó «Tienda de Reunión». El que tenía que visitar al Señor salía fuera del campamento y se dirigía a la Tienda de Reunión. Cuando Moisés salía en dirección a la Tienda, todo el pueblo se levantaba y esperaba a la entrada de sus tiendas, mirando a Moisés hasta que éste entraba en la Tienda; en cuanto él entraba, la columna de nube bajaba y se quedaba a la entrada de la Tienda, mientras él hablaba con el Señor, y el Señor hablaba con Moisés.
Cuando el pueblo veía la columna de nube a la puerta de la Tienda, se levantaba y se prosternaba cada uno a la entrada de su tienda.
El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo. Después él volvía al campamento, mientras Josué, su joven ayudante, permanecía sin apartarse de la Tienda. Un día Moisés dijo al Señor:
«Enséñame tu gloria.» Y él respondió:
«Yo haré pasar ante ti toda mi bondad y pronunciaré ante ti el nombre del Señor, pues yo me compadezco de quien quiero y favorezco a quien quiero; pero mi rostro no lo puedes ver, porque nadie puede verlo y seguir viviendo.»
Y añadió:
«Ahí tienes un sitio donde puedes ponerte junto a la peña; cuando pase mi gloria ante ti, te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado; y, cuando retire la mano, podrás ver mi espalda, pero mi rostro no lo verás.»
Y el Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó ante él proclamando:
«Yahvéh, Yahvéh, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en amor y fidelidad. Misericordioso hasta la milésima generación, que perdona culpa, delito y pecado, pero no deja impune y castiga la culpa de los padres en los hijos y nietos, hasta la tercera y cuarta generación.»
Moisés al momento se prosternó y se echó por tierra. Y le dijo:
«Si he obtenido tu favor, dígnese mi Señor venir con nosotros, aunque sea ése un pueblo de dura cerviz, perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.»
Cuando Moisés volvió a bajar del monte Sinaí con las dos tablas de la alianza en la mano, no sabía que tenía radiante la piel de su rostro por haber hablado con el Señor. Pero Aarón y todos los israelitas vieron a Moisés con la piel de su rostro radiante, y no se atrevieron a acercarse a él. Cuando Moisés los llamó, se acercaron Aarón y los jefes de la comunidad, y Moisés les habló. Después se acercaron todos los israelitas, y Moisés les comunicó las órdenes que el Señor le había dado en el monte Sinaí. Y, cuando terminó de hablar con ellos, se echó un velo sobre el rostro.
Cuando entraba a la presencia del Señor para hablar con él, se quitaba el velo hasta la salida. Cuando salía comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había mandado. Los israelitas veían la piel radiante de su rostro, y Moisés se volvía a echar el velo sobre la cara, hasta que volvía a hablar con Dios.
RESPONSORIO 2Co 3, 13. 18. 15
R. Moisés ponía un velo sobre su rostro, para que no se fijasen los hijos de Israel en su resplandor. * Mas todos nosotros, reflejando como en un espejo en nuestro rostro descubierto la gloria del Señor, nos vamos transformando en su propia imagen, hacia una gloria cada vez mayor, por la acción del Señor, que es espíritu.
V. Hasta el día de hoy persiste un velo tendido sobre sus corazones.
R. Mas todos nosotros, reflejando como en un espejo en nuestro rostro descubierto la gloria del Señor, nos vamos transformando en su propia imagen, hacia una gloria cada vez mayor, por la acción del Señor, que es espíritu.
SEGUNDA LECTURA
Del Libro de san Teófilo de Antioquía, obispo, a Autólico
(Libro 1, 2. 7: PG 6, 1026-1027. 1035)
DICHOSOS LOS LIMPIOS DE CORAZÓN, PORQUE ELLOS VERÁN A DIOS
Si tú me dices: «Muéstrame a tu Dios», yo te responderé: «Muéstrame primero qué tal sea tu persona», y entonces te mostraré a mi Dios. Muéstrame primero si los ojos de tu mente ven, si los oídos de tu corazón oyen.
Del mismo modo, en efecto, que los que gozan de la visión corporal perciben lo que sucede aquí en la tierra y examinan las cosas opuestas entre sí -como son la luz y las tinieblas, lo blanco y lo negro, lo deforme y lo hermoso, lo proporcionado y lo que no lo es, lo mesurado y lo desmesurado, lo que rebasa sus límites y lo que es incompleto-, y lo mismo podemos decir con respecto a lo que es objeto de audición -los sonidos agudos, graves, agradables-, así también acontece con los oídos del corazón y los ojos de la mente, con respecto a la visión de Dios.
Efectivamente, Dios se deja ver de los que son capaces de verlo, porque tienen abiertos los ojos de la mente. Porque todos tienen ojos, pero algunos los tienen bañados en tinieblas y no pueden ver la luz del sol. Y no porque los ciegos no la vean deja por eso de brillar la luz solar, sino que ha de atribuirse esta oscuridad a su defecto de visión. Así tú tienes los ojos entenebrecidos por tus pecados y malas acciones.
El alma del hombre debe ser nítida como un espejo reluciente. Cuando en un espejo hay herrumbre, no puede el hombre contemplar en él su rostro; del mismo modo, cuando hay pecado en el hombre, no puede éste ver a Dios. Pero, si quieres, puedes sanar; confíate al médico y él punzará los ojos de tu mente y de tu corazón. ¿Quién es este médico? Dios, que por su Palabra y sabiduría creó todas las cosas, ya que, como dice el salmo: La Palabra del Señor hizo el cielo; el Aliento de su boca, sus ejércitos. Eminente es su sabiduría. Con ella fundó Dios la tierra; con su inteligencia consolidó los cielos, con su ciencia brotaron los abismos y las nubes destilaron rocío.
Si eres capaz, oh hombre, de entender todo esto y procuras vivir de un modo puro, santo y piadoso, podrás ver a Dios; pero es condición previa que haya en tu corazón la fe y el temor de Dios, para llegar a entender estas cosas. Cuando te hayas despojado de tu condición mortal y hayas revestido la inmortalidad, entonces estarás en disposición de ver a Dios. Porque Dios resucitará tu cuerpo, haciéndolo inmortal como el alma, y entonces, hecho tú inmortal, podrás contemplar al que es inmortal, si ahora crees en él.
RESPONSORIO Cf. 2Co 6, 2. 4. 5. 7
R. Ahora es el tiempo propicio, ahora es el día de salvación: acreditémonos ante Dios * por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestros ayunos, por nuestra sed de ser justos.
V. Acreditémonos siempre en todo como verdaderos servidores de Dios.
R. Por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestros ayunos, por
nuestra sed de ser justos.
ORACIÓN.
OREMOS,
Concédenos, Señor, que, purificados por las prácticas cuaresmales y alimentados con tu palabra, nos entreguemos completamente a ti por una santa moderación en el uso de las cosas terrenas y que perseveremos fraternalmente unidos en la oración. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Himno: CUANDO VUELTO HACIA TI DE MI PECADO.
Cuando vuelto hacia ti de mi pecado iba pensando en confesar sincero
el dolor desgarrado y verdadero
del delito de haberte abandonado;
cuando pobre volvime a ti humillado, me ofrecí como inmundo pordiosero; cuando, temiendo tu mirar severo, bajé los ojos, me sentí abrazado.
Sentí mis labios por tu amor sellados y ahogarse entre tus lágrimas divinas la triste confesión de mis pecados.
Llenóse el alma en luces matutinas,
y, viendo ya mis males perdonados, quise para mi frente tus espinas. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor. Salmo 85 – ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina tu oído, Señor; escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor, ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas; tú eres el único Dios.»
Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío; daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo, porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí, una banda de insolentes atenta contra mi vida, sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen, porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor. Ant 2. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.
Cántico: DIOS JUZGARÁ CON JUSTICIA Is 33, 13-16
Los lejanos, escuchad lo que he hecho; los cercanos, reconoced mi fuerza.
Temen en Sión los pecadores,
y un temblor se apodera de los perversos:
«¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador, quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?».
El que procede con justicia y habla con rectitud y rehúsa el lucro de la opresión;
el que sacude la mano rechazando el soborno y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad: ése habitará en lo alto,
tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud. Ant 3. Aclamad al Rey y Señor.
Salmo 97 – EL SEÑOR, JUEZ VENCEDOR
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad:
tocad la cítara para el Señor, suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas aclamad al Rey y Señor.
Retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamad al Rey y Señor.
LECTURA BREVE Dt 7, 6. 8-9
El Señor, tu Dios, te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Por el amor que os tiene y por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto. Así conocerás que el Señor, tu Dios, es el Dios verdadero, el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor, por mil generaciones, con los que lo aman y guardan sus preceptos.
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador. V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador. CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «No penséis que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud», dice el Señor.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Lc 1, 68-79
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «No penséis que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud», dice el Señor.
PRECES
Bendigamos al Autor de nuestra salvación, que ha querido renovar en sí mismo todas las cosas, y digámosle:
Renuévanos, Señor, por tu Espíritu Santo.
Señor, tú que nos has prometido un cielo nuevo y una tierra nueva, renuévanos sin cesar por tu Espíritu Santo,
para que lleguemos a gozar eternamente de ti en la nueva Jerusalén.
Que trabajemos, Señor, para que el mundo se impregne de tu Espíritu y se logre así más eficazmente la justicia, el amor y la paz universal.
Enséñanos, Señor, a corregir nuestra pereza y nuestra desidia y a poner nuestro corazón en los bienes eternos.
Líbranos del mal
y presérvanos de la fascinación de la vanidad que oscurece la mente y oculta el bien.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Digamos al Padre, unidos a Jesús, la oración que él nos enseñó:
Padre nuestro…
ORACION
Concédenos, Señor, que, purificados por las prácticas cuaresmales y alimentados con tu palabra, nos entreguemos completamente a ti por una santa moderación en el uso de las cosas terrenas y que perseveremos fraternalmente unidos en la oración. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: AMIGO DE LOS HOMBRES, JESUCRISTO
Amigo de los hombres, Jesucristo,
tú solo das sentido a nuestra historia, y, con los ojos fijos al futuro,
la Iglesia vive fiel a tu memoria.
Este tiempo de ayuno te presenta de nosotros la parte más oscura, y tus manos clavadas al madero nos devuelven tu paz y tu ternura.
A lo largo del día no nos dejes,
no nos falte la luz de tu mirada:
llena de amor los pasos que caminan
de este mundo a la luz de tu alborada. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y
salvaremos nuestras almas.
Salmo 119 – DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos, de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios, lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac, acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz; cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 – EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.
LECTURA BREVE Ez 18, 30b-32
«Arrepentíos y convertíos de vuestros delitos y no caeréis en pecado. Quitaos de encima los delitos que habéis perpetrado y estrenad un corazón nuevo y un espíritu nuevo; y así no moriréis, casa de Israel. Pues yo no me complazco en la muerte de nadie -oráculo del Señor-. ¡Arrepentíos y viviréis!»
V. Señor, crea en mí un corazón puro.
R. Renuévame por dentro con espíritu firme.
ORACIÓN
OREMOS,
Concédenos, Señor, que, purificados por las prácticas cuaresmales y alimentados con tu palabra, nos entreguemos completamente a ti por una santa moderación en el uso de las cosas terrenas y que perseveremos fraternalmente unidos en la oración. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: JESÚS, CONTIGO IREMOS AL DESIERTO
Jesús, contigo iremos al desierto en medio de la villa populosa,
y tú nos brindarás el pan sabroso que alimentó tu alma silenciosa.
Contigo pasaremos el mar Rojo, beberemos el agua de la roca;
tú serás el pastor y, en la montaña, tú serás nuestra gracia esplendorosa.
Contigo humildemente hasta el Calvario, contigo por la vía dolorosa,
y al final, oh Jesús, por tu promesa, contigo viviremos en tu gloria. Amén.
SALMODIA
Ant 1. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del
pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»
Salmo 122 – EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 123 – NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte -que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 124 – EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas, y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores. ¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»
LECTURA BREVE Za 1, 3b-4b
Así dice el Señor de los ejércitos: «Convertíos a mí, y me convertiré a vosotros. No seáis como vuestros padres, a quienes predicaban los antiguos profetas: “Así dice el Señor: Convertíos de vuestra mala conducta y de vuestras malas obras”, pero no me obedecieron.»
V. Aparta de mi pecado tu vista. R. Borra en mí toda culpa.
ORACIÓN
OREMOS,
Concédenos, Señor, que, purificados por las prácticas cuaresmales y alimentados con tu palabra, nos entreguemos completamente a ti por una santa moderación en el uso de las cosas terrenas y que perseveremos fraternalmente unidos en la oración. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: OJOS DE AQUEL PUBLICANO
Ojos de aquel publicano hasta la tierra caídos,
el Dios de la luz os mira, miradle con regocijo.
Mano que pide clemencia hiriendo el pecho contrito, el Señor te abre la puerta de su pecho compasivo.
Lengua que en bajo murmullo dices tu dolor sentido,
el Juez que sabe juzgar
ha escuchado complacido.
Padre del octavo día,
glorioso siendo propicio, perdónanos, purifícanos,
por el honor de tu Hijo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones,
por nuestra sed de ser justos.
Salmo 118, 105-112 – HIMNO A LA LEY DIVINA
Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero;
lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos; ¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.
Acepta, Señor, los votos que pronuncio, enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un lazo, pero no me desvié de tus decretos.
Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus leyes, siempre y cabalmente.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 69 – DIOS MÍO, VEN EN MI AUXILIO
Dios mío, dígnate librarme; Señor, date prisa en socorrerme. Sufran una derrota ignominiosa los que me persiguen a muerte;
vuelvan la espalda afrentados los que traman mi daño;
que se retiren avergonzados los que se ríen de mí.
Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
y digan siempre: «Dios es grande» los que desean tu salvación.
Yo soy pobre y desdichado:
Dios mío, socórreme,
que tú eres mi auxilio y mi liberación. ¡Señor, no tardes!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 74 – EL SEÑOR, JUEZ SUPREMO
Te damos gracias, ¡oh Dios!, te damos gracias, invocando tu nombre, pregonando tus maravillas.
«Cuando elija la ocasión,
yo juzgaré rectamente.
Aunque tiemble la tierra con sus habitantes, yo he afianzado sus columnas.»
Digo a los jactanciosos: no os jactéis; a los malvados: no alcéis la testuz, no alcéis la testuz contra el cielo,
no digáis insolencias contra la Roca.
La justicia no vendrá
ni del oriente ni del occidente, ni del desierto ni de los montes, sólo Dios gobierna:
a uno humilla, a otro ensalza.
El Señor tiene una copa en la mano, un vaso lleno de vino drogado:
lo da a beber hasta las heces
a todos los malvados de la tierra.
Y yo siempre proclamaré su grandeza, y tañeré para el Dios de Jacob: derribaré el poder de los malvados,
y se alzará el poder del justo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
LECTURA BREVE Dn 4, 24b
Rompe tus pecados con obras de justicia y tus iniquidades con misericordia para con los pobres, para que tu ventura sea larga.
V. Mi sacrificio es un espíritu contrito.
R. Un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.
ORACIÓN
OREMOS,
Concédenos, Señor, que, purificados por las prácticas cuaresmales y alimentados con tu palabra, nos entreguemos completamente a ti por una santa moderación en el uso de las cosas terrenas y que perseveremos fraternalmente unidos en la oración. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: HEME, SEÑOR, A TUS DIVINAS PLANTAS
Heme, Señor, a tus divinas plantas, baja la frente y de rubor cubierta, porque mis culpas son tales y tantas, que tengo miedo a tus miradas santas y el pecho mío a respirar no acierta.
Mas ¡ay!, que renunciar la lumbre hermosa de esos divinos regalados ojos
es condenarme a noche tenebrosa;
y esa noche es horrible, es espantosa para el que gime ante tus pies de hinojos.
Dame licencia ya, Padre adorado,
para mirarte y moderar mi miedo;
mas no te muestres de esplendor cercado; muéstrate, Padre mío, en cruz clavado, porque sólo en la cruz mirarte puedo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Salmo 125 – DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Ant 2. Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad. Salmo 126 – EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es el fruto de las entrañas: son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad. Ant 3. Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.
Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas: haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo. LECTURA BREVE Flp 2, 12b-15a
Trabajad por vuestra salvación con respeto y seriedad. Porque es Dios el que obra en vosotros haciendo que queráis y obréis movidos por lo que a él le agrada. Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones, a fin de que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha.
RESPONSORIO BREVE
V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.» V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.» CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El que practique y enseñe los preceptos del Señor será grande en el reino de los cielos.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El que practique y enseñe los preceptos del Señor será grande en el reino de los cielos.
PRECES
Alabemos a Dios todopoderoso y providente, que conoce todas nuestras necesidades pero quiere ante todo que busquemos su reino; supliquémosle, pues, diciendo:
Venga, Señor, tu reino y su justicia.
Padre santo, que nos diste a Cristo como pastor de nuestras vidas, ayuda a los pastores y a los pueblos a ellos confiados, para que no falte nunca al rebaño la solicitud de sus pastores
ni falte a los pastores la obediencia de su rebaño.
Mueve a los cristianos para que con amor fraternal se interesen por los enfermos
y que en ellos socorran a tu Hijo.
Haz que entren a formar parte de tu Iglesia los que aún no creen en el Evangelio,
y que, con sus buenas obras, la hagan crecer en el amor.
A nosotros, pecadores, concédenos tu perdón y la reconciliación con tu Iglesia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
A los que murieron concédeles resucitar a la vida eterna y morar eternamente contigo.
Invoquemos a Dios Padre con la oración que nos enseñó Jesús:
Padre nuestro…
ORACION
Concédenos, Señor, que, purificados por las prácticas cuaresmales y alimentados con tu palabra, nos entreguemos completamente a ti por una santa moderación en el uso de las cosas terrenas y que perseveremos fraternalmente unidos en la oración. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna. R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LLEGÓ EL INSTANTE DE TU MUERTE
Cuando llegó el instante de tu muerte inclinaste la frente hacia la tierra, como todos los mortales;
mas no eras tú el hombre derribado, sino el Hijo que muerto nos contempla.
Cuando me llegue el tránsito esperado y siga sin retorno por mi senda,
como todos los mortales,
el sueño de tu rostro será lumbre
y tu gloria mi gloria venidera.
El silencio sagrado de la noche
tu paz y tu venida nos recuerdan, Cristo, luz de los mortales;
acepta nuestro sueño necesario
como secreto amor que a ti se llega. Amén
SALMODIA
Ant 1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve. Salmo 30, 2-6 – SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS.
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí;
ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame: sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo.
En tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve. Ant 2. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
Salmo 129 – DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.
Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
LECTURA BREVE Ef 4, 26-27
No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar al diablo.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!