Viernes 23 de febrero 2024

TIEMPO DE CUARESMA VIERNES DE LA SEMANA I Propio del Tiempo. Salterio I

23 de febrero

OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO

Si ésta es la primera oración del día: V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: ¡OH REDENTOR, OH CRISTO!

¡Oh Redentor, oh Cristo, Señor del universo, víctima y sacerdote, sacerdote y cordero!

Para pagar la deuda
que nos cerraba el cielo, tomaste entre tus manos la hostia de tu cuerpo
y ofreciste tu sangre
en el cáliz del pecho: altar blando, tu carne; altar duro, un madero.

¡Oh Cristo Sacerdote, hostia a la vez y templo! Nunca estuvo la vida
de la muerte tan dentro, nunca abrió tan terribles el amor sus veneros.

El pecado del hombre,

tan huérfano del cielo,
se hizo perdón de sangre
y gracia de tu cuerpo. Amén.

SALMODIA
Ant 1. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.

Salmo 34, 1-2. 3c. 9-19. 22-24a. 27-28 – I – SÚPLICA CONTRA LOS PERSEGUIDORES INJUSTOS

Pelea, Señor, contra los que me atacan, guerrea contra los que me hacen guerra; empuña el escudo y la adarga,
levántate y ven en mi auxilio;

di a mi alma:
«Yo soy tu victoria.»

Y yo me alegraré con el Señor, gozando de su victoria;
todo mi ser proclamará: «Señor, ¿quién como tú,

que defiendes al débil del poderoso, al pobre y humilde del explotador?»

Se presentaban testigos violentos: me acusaban de cosas que ni sabía, me pagaban mal por bien, dejándome desamparado.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.
Ant 2. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso. Salmo 34, II

Yo, en cambio, cuando estaban enfermos, me vestía de saco,
me mortificaba con ayunos
y desde dentro repetía mi oración.

Como por un amigo o por un hermano, andaba triste,
cabizbajo y sombrío,
como quien llora a su madre.

Pero, cuando yo tropecé, se alegraron, se juntaron contra mí

y me golpearon por sorpresa;

me laceraban sin cesar, cruelmente se burlaban de mí, rechinando los dientes de odio.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.
Ant 3. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor. Salmo 34, III

Señor, ¿cuándo vas a mirarlo? Defiende mi vida de los que rugen, mi único bien, de los leones,

y te daré gracias en la gran asamblea, te alabaré entre la multitud del pueblo.

Que no canten victoria mis enemigos traidores, que no se hagan guiños a mi costa
los que me odian sin razón.

Señor, tú lo has visto, no te calles; Señor, no te quedes a distancia; despierta, levántate, Dios mío; Señor mío, defiende mi causa. Júzgame tú según tu justicia.

Que canten y se alegren
los que desean mi victoria;
que repitan siempre: «Grande es el Señor», los que desean la paz a tu siervo.

Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor. V. Convertíos al Señor, vuestro Dios.

R. Porque es compasivo y misericordioso. PRIMERA LECTURA

Del libro del Éxodo 12, 21-36

MUERTE DE LOS PRIMOGÉNITOS

En aquellos días, Moisés llamó a todos los ancianos de Israel y les dijo:

«Tomad una res menor por familia e inmolad la víctima de Pascua. Tomad un manojo de hisopo, mojadlo en la sangre recogida en una vasija y untad de sangre el dintel y las dos jambas; y ninguno de vosotros salga por la puerta de casa hasta la mañana. El Señor va a pasar hiriendo a Egipto, y, cuando vea la sangre en el dintel y las jambas, pasará de largo y no permitirá al exterminador entrar en vuestras casas para herir. Cumplid este mandato del Señor: es ley perpetua para vosotros y vuestros hijos, y cuando entréis en la tierra que el Señor os va a dar, según lo ha prometido, observaréis este rito.

Y, cuando os pregunten vuestros hijos que significa este rito, les responderéis: “Es el sacrificio de la Pascua del Señor, que pasó de largo junto a las casas de los hijos de Israel, hiriendo a los egipcios y protegiendo nuestras casas.”»

Entonces el pueblo se inclinó y se prosternó, y los hijos de Israel fueron y pusieron por obra lo que el Señor había mandado a Moisés y a Aarón.

A medianoche, el Señor hirió de muerte a todos los primogénitos de Egipto: desde el primogénito del Faraón, que se sienta en el trono, hasta el primogénito del preso encerrado en el calabozo, y a los primogénitos de los animales. Aquella noche se levantó el Faraón y su corte y todos los egipcios, y se oyó un clamor inmenso en todo Egipto, pues no había casa en que no hubiera un muerto. El Faraón hizo llamar a Moisés y a Aarón, de noche, y les dijo:

«Levantaos, salid de en medio de mi pueblo, vosotros con todos los israelitas, id a ofrecer culto al Señor, como habéis pedido; llevaos también las ovejas y las vacas, como decíais; marchaos e invocad también sobre mí la bendición.»

Los egipcios urgían al pueblo para que saliese cuanto antes del país, pues decían:

«Vamos a morir todos.»

El pueblo sacó de las artesas la masa sin fermentar, la envolvió en mantas y se la cargó al hombro. Además los israelitas habían hecho lo que Moisés les había mandado: habían pedido a los egipcios objetos de plata y de oro y vestidos, y el Señor había hecho que alcanzaran el favor de los egipcios, los cuales habían accedido a darles lo que pedían. Así saquearon a Egipto.

RESPONSORIO Ex 12, 7. 13; 1Pe 1, 18. 19

R. Tomaréis la sangre del cordero y rociaréis las dos jambas y el dintel de las casas: * la sangre será vuestra señal.

V. Os rescataron a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha.
R. La sangre será vuestra señal.

SEGUNDA LECTURA

Del Espejo de caridad, del beato Elredo, abad (Libro 3, cap. 5: PL 195, 582)

EL AMOR FRATERNO, A IMITACIÓN DE CRISTO

La perfección de la caridad consiste en el amor a los enemigos. A ello nada nos anima tanto como la consideración de aquella admirable paciencia con que el más bello de los hombres ofreció su rostro, lleno de hermosura, a los salivazos de los malvados; sus ojos, cuya mirada gobierna el universo, al velo con que se los taparon los inicuos; su espalda a los azotes; su cabeza, venerada por los principados y potestades, a la crueldad de las espinas; toda su persona a los oprobios e injurias; aquella admirable paciencia, finalmente, con que soportó la cruz, los clavos, la lanzada, la hiel y el vinagre, todo ello con dulzura, con mansedumbre, con serenidad. En resumen, como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.

¿Quién, al oír aquellas palabras, llenas de dulzura, de amor, de inmutable serenidad: Padre, perdónalos, no se decide al momento a amar de corazón a sus enemigos? Padre -dice-, perdónalos. ¿Puede haber una oración que exprese mayor mansedumbre y amor?

Hizo más aún: le pareció poco orar; quiso también excusar. «Padre -dijo-, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Su pecado ciertamente es muy grande, pero su conocimiento de causa muy pequeño; por eso, Padre, perdónalos. Me crucifican, es verdad, pero no saben a quién crucifican, porque, si lo hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria; por eso, Padre, perdónalos. Ellos me creen un transgresor de la ley, un usurpador de la divinidad, un seductor del pueblo. Les he ocultado mi faz, no han conocido mi majestad; por eso, Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»

Por tanto, que el amor del hombre a sí mismo no se deje corromper por las apetencias de la carne. Para no sucumbir a ellas, que tienda con todo su afecto a la mansedumbre de la carne del Señor. Más aún, para que repose de un modo más perfecto y suave en el gozo del amor fraterno, que estreche también a sus enemigos con los brazos de un amor verdadero.

Y, para que este fuego divino no se enfríe por el impacto de las injurias, que mire siempre, con los ojos de su espíritu, la serena paciencia de su amado Señor y Salvador.

RESPONSORIO Is 53, 12; Lc 23, 34

R. Se entregó a sí mismo a la muerte y fue contado entre los malhechores; * él tomó sobre sí el pecado de las multitudes e intercedió por los

pecadores.
V. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.» R. El tomó sobre sí el pecado de las multitudes e intercedió por los pecadores.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor, haz que tu pueblo vaya penetrando debidamente el sentido de la Cuaresma y se prepare así a las fiestas pascuales, para que la penitencia corporal, propia de este tiempo, sirva para la renovación espiritual de todos tus fieles. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

LAUDES

(Oración de la mañana)

INVITATORIO

(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.

Himno: DELANTE DE LA CRUZ LOS OJOS MÍOS

Delante de la cruz los ojos míos quédenseme, Señor, así mirando,
y sin ellos quererlo estén llorando, porque pecaron mucho y están fríos.

Y estos labios que dicen mis desvíos, quédenseme, Señor, así cantando,
y sin ellos quererlo estén rezando, porque pecaron mucho y son impíos.

Y así con la mirada en vos prendida, y así con la palabra prisionera, como la carne a vuestra cruz asida,

quédeseme, Señor, el alma entera;
y así clavada en vuestra cruz mi vida,
Señor, así, cuando queráis me muera. Amén.

SALMODIA
Ant 1. Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar,

Señor.

Salmo 50 – CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;

lava del todo mi delito, limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón, en el juicio brillará tu rectitud. Mira, que en la culpa nací, pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría. Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso: enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, ¡oh Dios, Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia. Señor, me abrirás los labios,

y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén: entonces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos,

sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor. Ant 2. Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.

Cántico: QUE LOS PUEBLOS TODOS SE CONVIERTAN AL SEÑOR. Is 45, 15- 25

Es verdad: tú eres un Dios escondido,
el Dios de Israel, el Salvador.
Se avergüenzan y se sonrojan todos por igual, se van avergonzados los fabricantes de ídolos; mientras el Señor salva a Israel
con una salvación perpetua,
para que no se avergüencen ni se sonrojen nunca jamás.

Así dice el Señor, creador del cielo – él es Dios -,
él modeló la tierra,
la fabricó y la afianzó;

no la creó vacía,
sino que la formó habitable:
«Yo soy el Señor y no hay otro.»

No te hablé a escondidas,
en un país tenebroso,
no dije a la estirpe de Jacob: «Buscadme en el vacío.»

Yo soy el Señor que pronuncia sentencia y declara lo que es justo.
Reuníos, venid, acercaos juntos, supervivientes de las naciones.

No discurren los que llevan su ídolo de madera, y rezan a un dios que no puede salvar.

Declarad, aducid pruebas,
que deliberen juntos:
¿Quién anunció esto desde antiguo, quién lo predijo desde entonces? ¿No fui yo, el Señor?
– No hay otro Dios fuera de mí -.

Yo soy un Dios justo y salvador, y no hay ninguno más.

Volveos hacia mí para salvaros, confines de la tierra,
pues yo soy Dios y no hay otro.

Yo juro por mi nombre,
de mi boca sale una sentencia, una palabra irrevocable:
«Ante mí se doblará toda rodilla, por mí jurará toda lengua», dirán: «Sólo el Señor
tiene la justicia y el poder.»

A él vendrán avergonzados
los que se enardecían contra él, con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel. Ant 3. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones. Salmo 99 – ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.

LECTURA BREVE Is 53, 11b-12

Mi siervo justificará a muchos, porque cargó sobre sí los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre, porque se entregó a sí mismo a la muerte y fue contado entre los malhechores; él tomó sobre sí el pecado de las multitudes e

intercedió por los pecadores.

RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.

R. Él me librará de la red del cazador. V. Me cubrirá con su plumaje.

R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Él me librará de la red del cazador. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Si vuestra virtud no es superior a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Lc 1, 68-79

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Si vuestra virtud no es superior a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

PRECES

Demos gracias a Cristo, el Señor, que al morir en cruz nos dio la vida, y digámosle con fe:

Tú que por nosotros moriste, escúchanos, Señor.

Maestro y Salvador nuestro, tú que nos revelaste con tu palabra el designio de Dios y nos renovaste con tu gloriosa pasión,
no permitas que nuestros días transcurran entre vicios y pecados.

Que sepamos, Señor, mortificarnos hoy al tomar los manjares del cuerpo, para ayudar con nuestra abstinencia a los hambrientos y necesitados.

Que vivamos santamente este día de penitencia cuaresmal
y lo consagremos a tu servicio mediante obras de misericordia.

Sana, Señor, nuestras voluntades rebeldes y llénanos de tu gracia y de tus dones.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Que el Espíritu que habita en nosotros y nos une en su amor nos ayude a decir:

Padre nuestro…

ORACION

Señor, haz que tu pueblo vaya penetrando debidamente el sentido de la Cuaresma y se prepare así a las fiestas pascuales, para que la penitencia corporal, propia de este tiempo, sirva para la renovación espiritual de todos tus fieles. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

HORA TERCIA

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: AMIGO DE LOS HOMBRES, JESUCRISTO

Amigo de los hombres, Jesucristo,
tú solo das sentido a nuestra historia, y, con los ojos fijos al futuro,
la Iglesia vive fiel a tu memoria.

Este tiempo de ayuno te presenta de nosotros la parte más oscura, y tus manos clavadas al madero nos devuelven tu paz y tu ternura.

A lo largo del día no nos dejes,
no nos falte la luz de tu mirada:
llena de amor los pasos que caminan
de este mundo a la luz de tu alborada. Amén.

SALMODIA
Ant 1. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y

salvaremos nuestras almas.

Salmo 119 – DESEO DE LA PAZ

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos, de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o a mandar Dios, lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac, acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz; cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 120 – EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.

LECTURA BREVE Is 55, 3

Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David.

V. Señor, crea en mí un corazón puro.
R. Renuévame por dentro con espíritu firme.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor, haz que tu pueblo vaya penetrando debidamente el sentido de la Cuaresma y se prepare así a las fiestas pascuales, para que la penitencia corporal, propia de este tiempo, sirva para la renovación espiritual de todos tus fieles. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

HORA SEXTA

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: JESÚS, CONTIGO IREMOS AL DESIERTO

Jesús, contigo iremos al desierto en medio de la villa populosa,
y tú nos brindarás el pan sabroso que alimentó tu alma silenciosa.

Contigo pasaremos el mar Rojo, beberemos el agua de la roca;
tú serás el pastor y, en la montaña,

tú serás nuestra gracia esplendorosa.

Contigo humildemente hasta el Calvario, contigo por la vía dolorosa,
y al final, oh Jesús, por tu promesa, contigo viviremos en tu gloria. Amén.

SALMODIA
Ant 1. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del

pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»

Salmo 122 – EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores,

como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123 – NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte -que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro

de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124 – EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas, y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas, que los rechace el Señor con los malhechores. ¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»

LECTURA BREVE Cf. Jr 3, 12b. 14a

«Volveos -oráculo del Señor-. No os pondré mala cara, porque soy compasivo y no me irrito para siempre. Volved, hijos rebeldes», oráculo del Señor.

V. Aparta de mi pecado tu vista. R. Borra en mí toda culpa.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor, haz que tu pueblo vaya penetrando debidamente el sentido de la Cuaresma y se prepare así a las fiestas pascuales, para que la penitencia corporal, propia de este tiempo, sirva para la renovación espiritual de todos

tus fieles. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

HORA NONA

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: OJOS DE AQUEL PUBLICANO

Ojos de aquel publicano hasta la tierra caídos,
el Dios de la luz os mira, miradle con regocijo.

Mano que pide clemencia hiriendo el pecho contrito, el Señor te abre la puerta de su pecho compasivo.

Lengua que en bajo murmullo dices tu dolor sentido,
el Juez que sabe juzgar
ha escuchado complacido.

Padre del octavo día,
glorioso siendo propicio, perdónanos, purifícanos,
por el honor de tu Hijo. Amén.

SALMODIA
Ant 1. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones,

por nuestra sed de ser justos.

Salmo 118, 25-32

Mi alma está pegada al polvo: reanímame con tus palabras;
te expliqué mi camino, y me escuchaste:

enséñame tus leyes;
instrúyeme en el camino de tus decretos, y meditaré tus maravillas.

Mi alma llora de tristeza, consuélame con tus promesas; apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu voluntad; escogí el camino verdadero, deseé tus mandamientos.

Me apegué a tus preceptos,
Señor, no me defraudes;
correré por el camino de tus mandatos cuando me ensanches el corazón.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 25 – ORACIÓN CONFIADA DEL INOCENTE

Hazme justicia, Señor, que camino en la inocencia; confiando en el Señor no me he desviado.

Examíname, Señor, ponme a prueba, sondea mis entrañas y mi corazón, porque tengo ante los ojos tu bondad, y camino en tu verdad.

No me siento con gente falsa,
no me junto con mentirosos; detesto las bandas de malhechores, no tomo asiento con los impíos.

Lavo en la inocencia mis manos, y rodeo tu altar, Señor, proclamando tu alabanza, enumerando tus maravillas.

Señor, yo amo la belleza de tu casa, el lugar donde reside tu gloria.

No arrebates mi alma con los pecadores, ni mi vida con los sanguinarios,
que en su izquierda llevan infamias,
y su derecha está llena de sobornos.

Yo, en cambio, camino en la integridad; sálvame, ten misericordia de mí.
Mi pie se mantiene en el camino llano; en la asamblea bendeciré al Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 27, 1-3. 6-9 – SÚPLICA Y ACCIÓN DE GRACIAS

A ti, Señor, te invoco;
Roca mía, no seas sordo a mi voz; que, si no me escuchas, seré igual que los que bajan a la fosa.

Escucha mi voz suplicante cuando te pido auxilio, cuando alzo las manos hacia tu santuario.

No me arrebates con los malvados ni con los malhechores,
que hablan de paz con el prójimo, pero llevan la maldad en el corazón.

Bendito el Señor, que escuchó
mi voz suplicante;
el Señor es mi fuerza y mi escudo: en él confía mi corazón;
me socorrió, y mi corazón se alegra y le canta agradecido.

El Señor es fuerza para su pueblo, apoyo y salvación para su Ungido. Salva a tu pueblo y bendice tu heredad, sé su pastor y guíalos siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.

LECTURA BREVE St 1, 27

La religión pura y sin mancha ante Dios, nuestro Padre, consiste en esto: en visitar a los huérfanos y a las viudas en su aflicción, y en conservarse limpio de toda mancha en este mundo.

V. Mi sacrificio es un espíritu contrito.
R. Un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor, haz que tu pueblo vaya penetrando debidamente el sentido de la Cuaresma y se prepare así a las fiestas pascuales, para que la penitencia corporal, propia de este tiempo, sirva para la renovación espiritual de todos tus fieles. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: MUERE LA VIDA Y VIVO YO SIN VIDA.

Muere la vida y vivo yo sin vida ofendiendo la vida de mi muerte; sangre divina de las venas vierte y mi diamante su dureza olvida.

Está la majestad de Dios tendida
en una dura cruz, y yo de suerte que soy de sus dolores el más fuerte y de su cuerpo la mayor herida.

¡Oh duro corazón de mármol frío! ¿Tiene tu Dios abierto el lado izquierdo y no te vuelves un copioso río?

Morir por él será divino acuerdo,
mas eres tú mi vida, Cristo mío,
y, como no la tengo, no la pierdo. Amén.

SALMODIA
Ant 1. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti. Salmo 40 – ORACIÓN DE UN ENFERMO
Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;

en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

El Señor lo guarda y lo conserva en vida, para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor, calmará los dolores de su enfermedad.

Yo dije: «Señor, ten misericordia, sáname, porque he pecado contra ti.»

Mis enemigos me desean lo peor;
«A ver si se muere y se acaba su apellido.»

El que viene a verme habla con fingimiento, disimula su mala intención,
y cuando sale afuera, la dice.

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí, hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse.»

Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba, que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.

Pero tú, Señor, apiádate de mí, haz que pueda levantarme, para que yo les dé su merecido.

En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.

A mí, en cambio, me conservas la salud, me mantienes siempre en tu presencia.

Bendito el Señor, Dios de Israel, ahora y por siempre. Amén, amén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
Ant 2. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios

de Jacob.

Salmo 45 – DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan; pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe, rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Ant 3. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4

Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

LECTURA BREVE St 5, 16. 19-20

Confesaos mutuamente vuestros pecados y rogad unos por otros, para alcanzar vuestra curación, pues la oración ferviente del justo tiene gran eficacia. Hermanos, si alguno de entre vosotros se desvía de la verdad y otro logra convertirlo, sepa que quien convierte a un pecador de su camino equivocado salvará su alma de la muerte y cubrirá la multitud de sus pecados.

RESPONSORIO BREVE
V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»

R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.» V. Sáname, porque he pecado contra ti.

R. Señor, ten misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.» CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano; vuelve luego y presenta tu ofrenda.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano; vuelve luego y presenta tu ofrenda.

PRECES

Oremos a Jesús, el Señor, que santificó por su propia sangre al pueblo, y digámosle:

Compadécete, Señor, de tu pueblo.

Redentor nuestro, por tu pasión, concede a tus fieles la fuerza necesaria para mortificar sus cuerpos, ayúdalos en su lucha contra el mal y fortalece su esperanza,
para que se dispongan a celebrar santamente tu resurrección.

Haz que los cristianos cumplan con su misión profética anunciando al mundo tu Evangelio
y dando testimonio de él por su fe, esperanza y caridad.

Conforta, Señor, a los que están tristes,
y otórganos a nosotros el poder consolar a nuestros hermanos.

Haz que tus fieles aprendan a participar en tu pasión con sus propios sufrimientos,
para que sus vidas manifiesten tu salvación a los hombres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que eres autor de la vida, acuérdate de los difuntos y dales parte en tu gloriosa resurrección.

Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre, diciendo:

Padre nuestro…

ORACION

Señor, haz que tu pueblo vaya penetrando debidamente el sentido de la Cuaresma y se prepare así a las fiestas pascuales, para que la penitencia corporal, propia de este tiempo, sirva para la renovación espiritual de todos tus fieles. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: CUANDO LLEGÓ EL INSTANTE DE TU MUERTE

Cuando llegó el instante de tu muerte inclinaste la frente hacia la tierra, como todos los mortales;
mas no eras tú el hombre derribado,

sino el Hijo que muerto nos contempla.

Cuando me llegue el tránsito esperado y siga sin retorno por mi senda,
como todos los mortales,
el sueño de tu rostro será lumbre

y tu gloria mi gloria venidera.

El silencio sagrado de la noche
tu paz y tu venida nos recuerdan,
Cristo, luz de los mortales;
acepta nuestro sueño necesario
como secreto amor que a ti se llega. Amén

SALMODIA
Ant 1. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu

presencia.

Salmo 87 – ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia;
llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor.

Porque mi alma está colmada de desdichas, y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan con los que bajan a la fosa, soy como un inválido.

Tengo mi cama entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro, de los cuales ya no guardas memoria, porque fueron arrancados de tu mano.

Me has colocado en lo hondo de la fosa, en las tinieblas del fondo;
tu cólera pesa sobre mí,
me echas encima todas tus olas.

Has alejado de mí a mis conocidos, me has hecho repugnante para ellos: encerrado, no puedo salir,
y los ojos se me nublan de pesar.

Todo el día te estoy invocando,
tendiendo las manos hacia ti.
¿Harás tú maravillas por los muertos?
¿Se alzarán las sombras para darte gracias?

¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,

o tu fidelidad en el reino de la muerte? ¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla o tu justicia en el país del olvido?

Pero yo te pido auxilio,
por la mañana irá a tu encuentro mi súplica. ¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro?

Desde niño fui desgraciado y enfermo, me doblo bajo el peso de tus terrores, pasó sobre mí tu incendio,
tus espantos me han consumido:

me rodean como las aguas todo el día, me envuelven todos a una;
alejaste de mí amigos y compañeros: mi compañía son las tinieblas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.

LECTURA BREVE Jr 14, 9

Tú estás en medio de nosotros, Señor, tu nombre ha sido invocado sobre nosotros: no nos abandones, Señor Dios nuestro.

RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACION

OREMOS,
Señor, Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos también resucitando a una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

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